Revelan la red de sociedades que usaron los Muñoz para lavar dinero
Un escrito en poder de Bonadio detalla una trama de 14 sociedades en EE.UU. y en las Islas Vírgenes utilizadas para ocultar fondos de la corrupción
Se valieron de todo lo que tuvieron a mano para tratar de esconder 73 millones de dólares. El exsecretario privado de Néstor Kirchner Daniel Muñoz y su esposa, Carolina Pochetti, usaron 14 sociedades en Estados Unidos (13 de ellas radicadas en Miami y una, en Delaware), una en las Islas Vírgenes Británicas y cuentas en varios bancos de todo el mundo para ocultar el dinero de la venta de inmuebles comprados con fondos provenientes de la corrupción. El esquema surge de un escrito, al cual tuvo acceso LA NACION, que está en poder del juez Claudio Bonadio.
La trama tiene dos partes. En la primera, hasta 2015, compraron 16 inmuebles en Estados Unidos (14 en Miami y dos en el Plaza Hotel de Nueva York). Solo por uno de ellos -la unidad 607 del Plaza-, que se adquirió a través de la sociedad Free Experience, de Miami, se pagaron US$13,05 millones: lujos de tener propiedades en la Quinta Avenida. Desde 2015, cuando el kirchnerismo perdió el poder, las vendieron mediante una red de sociedades y testaferros para ocultar el dinero. La hipótesis que predomina es que ese dinero es producto de la recaudación que Muñoz recibía por orden de los Kirchner.
Es decir, que el dinero para la compra de esos bienes se originó presumiblemente en los hechos que se investigan en la causa de los cuadernos y que formalmente tiene la carátula "Fernández, Cristina Elisabet y otros s/ asociación ilícita". Así las cosas, los fiscales Carlos Stornelli y Carlos Rívolo le pidieron al juez Claudio Bonadio ampliar los pedidos de detención y procesamientos de varios integrantes de esta red por considerarlos autores del delito de lavado de dinero y asociación ilícita.
Ese núcleo está integrado por Daniel Muñoz y su mujer, Carolina Pochetti, actualmente detenida, y se completa con María Ortiz Municoy y Sergio Todisco, Carlos Cortez y Carlos Gellert, todos ellos empresarios que hicieron las veces de agentes inmobiliarios o intermediarios y que formaron parte, a veces como directivos de las sociedades, de la compra de los millonarios inmuebles. Se sumaron los requerimientos de procesamiento y prisión preventiva de Miguel Ángel Plo, abogado de Pochetti, que fue separado del cargo por pedido de la Justicia; de su hija, María Jesús, y de su marido, Federico Zupicich, todos ellos claves para la operación de venta de las propiedades. Y finalmente aparece también Víctor Manzanares, el contador de los Kirchner, que es mencionado por varios de los acusados.
La clave para desarmar la madeja partió de dos testimonios de imputados colaboradores. Ortiz Municoy y Todisco fueron quienes trazaron la ruta. Todo se compró con sociedades radicadas en Estados Unidos y controladas por firmas con títulos al portador constituidas en las Islas Vírgenes Británicas, Gold Black y Old Wolf.
A excepción de Pochetti, ninguno de los implicados niega los hechos. Todisco, un empresario de Mar del Plata dueño de la fábrica textil Textilana y que está en el mercado con la marca Mauro Sergio, fue quien manejó el conglomerado en Estados Unidos. Conocido de Muñoz y de De Vido, y anfitrión de la entonces presidenta Cristina Kirchner en alguna inauguración en su planta, se ganó la confianza del exsecretario presidencial.
Todisco contó que Muñoz y Pochetti constituyeron una sociedad para afrontar los gastos de sus lujosos viajes. En Miami, la pareja utilizaba el departamento del St. Regis, un lujoso resort sobre el mar, y en Nueva York, sus departamentos del Plaza Hotel. La empresa que utilizaron fue First All Inclusive, y desde ahí se debitaban los lujos del exfuncionario fallecido y de su mujer. Ahí se depositaba, además, la renta del departamento del Plaza, de aproximadamente 30.000 dólares por mes.
De a poco, la pareja se armó una renta. Por el pequeño departamento en el Plaza Hotel recibían 6000 dólares por mes; por el grande, 30.000, y por una propiedad en Miami, en el popular barrio Pequeña Habana, 71.000 dólares. Esas cuentas se localizaron en el Bank of America y con esas tarjetas se llegaron a comprar un Mercedes-Benz y un Bentley, ambos cero kilómetro, abundó Todisco. No todo estaba en el exterior. En la Justicia detectaron inmuebles en la ciudad de Buenos Aires, Mar del Plata, Neuquén y Tierra del Fuego, además de empresas, garajes y participaciones accionarias, todo ello entre 2010 y 2016.
Pero Muñoz enfermó y la pareja empezó a decidir qué hacer con aquellos bienes. Todo se precipitó el 3 de abril, fecha de la publicación de los Panama Papers. El plan de desprenderse de los bienes y encubrirlos se materializó con el primer viaje a los EE.UU. El 18 de abril de 2016, Juan Manuel Campillo, un exministro de Finanzas de Santa Cruz y hombre de confianza de Néstor Kirchner; Miguel Ángel Plo, abogado de Pochetti, y Federico Zupicich, esposo de su hija, viajaron EE.UU. y regresaron el 22 de abril. Plo, su hija y su yerno hicieron otros viajes a Estados Unidos. La gran mayoría de ellos coinciden con la venta de algún inmueble y con la creación de alguna otra sociedad por la que pasó o a la que llegó el dinero de la operación. Aparecen, entonces, cuentas en el Banco Mercantil del Norte (Monterrey) de las empresas Xangar Negocios, Servicios Corporativos Rixhon, Construcciones Bulín y Jopa Negocios. Por el Citibank de Hong Kong también pasó dinero, al igual que por la Banca Privada de Andorra. La gran mayoría de los informes llegaron de Estados Unidos. Hace tiempo que aquellas autoridades pusieron una mirada cercana sobre los movimientos de ese grupo.
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