"Responder con gestión", la receta del Gobierno para evitar que escale la discusión con Cristina
Los funcionarios más cercanos a Alberto Fernándezevitaron hablar en público este miércoles sobre las críticas de Cristina Kirchner al acto por la celebración del 9 de Julio, reactualizadas ayer por los cuestionamientos que, en la misma línea y con un tono más agresivo, hizo Hebe de Bonafini. No fue casualidad. "Respondamos con gestión", fue la indicación que bajó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a los que le preguntaron cómo seguir.
Ese fue el mensaje subliminal del acto que encabezó el Presidente, en el que se anunció un plan de 63 obras en 47 universidades nacionales, por $9600 millones. Lo acompañaron en los anuncios dos referentes de "albertismo", un espacio que el propio Fernández se niega a fundar: los ministros Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y Nicolás Trotta (Educación). "El camino que tiene que abrazar la Argentina es la educación pública", dijo el Presidente, para reafirmar la orientación de su gobierno, puesta en duda por algunos kirchneristas.
El respaldo a Fernández quedó a cargo del ministro de Defensa, Agustín Rossi, integrante del universo kirchnerista, y del "Cuervo" Andrés Larroque, ministro bonaerense de Desarrollo de la Comunidad. Una respuesta de un dirigente más cercano a Fernández habría sido leída como un mensaje del Presidente contra Cristina Kirchner, advirtieron desde temprano en la Casa Rosada. Por eso callaron. El objetivo fue que el conflicto, cuya existencia nadie niega, no escale.
La intervención de Larroque apuntó a lo mismo. Ante la irrupción de figuras como Bonafini y Julio De Vido, fuertes pero inorgánicas, la palabra del secretario general de La Cámpora procuró evitar un efecto dominó, que trasladara la tensión a otros espacios de pertenencia kirchnerista. La discusión, que Cristina Kirchner abrió a conciencia, debía quedar circunscripta a un señalamiento puntual, explican cerca de la vicepresidenta, y niegan que haya buscado darle al aire a los dirigentes que esperaban el momento para cuestionar al Presidente.
"Lo primero, hay que bancar a Alberto", dijo Larroque, en declaraciones a El Destape Radio, y atribuyó el cortocircuito a fallas en la comunicación interna del oficialismo. "Les bajaría la tensión a las expresiones disonantes dentro de la coalición y que todos nos tengamos más paciencia", agregó el "Cuervo", de extrema confianza de Máximo Kirchner. Rossi, un kirchnerista no camporista, recurrió a la misma fórmula: "Desde mi lugar de militante, con respeto, les digo a mis compañeros y compañeras que hoy la tarea más importante es bancar a Alberto", escribió en Twitter.
Desde mi lugar de militante, con respeto, les digo a mis compañeros/as que hoy la tarea más importante es bancar a Alberto. Con corazón y con cabeza. Por historia y por futuro. Simple y contundente&— Agustín Rossi (@RossiAgustinOk) July 15, 2020
¿Cómo se explica entonces la crítica que hizo Cristina al encuentro del Presidente con los empresarios más poderosos de la Argentina? En el kirchnerismo reconocen que la vicepresidenta buscó "sacudir el avispero", con un mensaje "para propios y ajenos". Así como el Presidente recibe críticas y presiones para hacer o dejar de hacer determinadas cosas, argumentan en el espacio que conduce Cristina, ella también está habilitada para intentar incidir en determinadas cuestiones de la gestión.
"Ella puso todo su capital político en esta construcción y ve que hay cuatro o cinco que rodean a Alberto que no trabajan como tienen que trabajar", señaló un dirigente.
En el Gobierno hubo lecturas diferentes sobre la crítica de Cristina al acto del 9 de Julio. En el primer piso de la Casa Rosada hubo incluso funcionarios que coincidieron con el planteo de fondo del artículo citado por la vicepresidenta, del periodista Alfredo Zaiat, que advertía que los empresarios del llamado G-6 no son los actores indicados para construir un modelo de desarrollo. También hubo una suerte de autocrítica acerca de lo acotado de la convocatoria. Reconocen que debió haber incluido a algún representante de las pymes y de las organizaciones sociales. Destacan, de todos modos, que la intención fue resaltar la voluntad de diálogo del Presidente.
Eso sí, los funcionarios más cercanos a Fernández no se explican por qué la vicepresidenta hizo pública la crítica. Recuerdan, a modo de respuesta, que empresarios muy poderosos se reunieron con Máximo Kirchner el mes pasado. "¿Cristina y Máximo no piensan igual?", se preguntaron, para correr al Presidente del centro de la discusión.
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