Resignado, Alberto Fernández buscó evitar la renuncia de Máximo Kirchner, que abrió una nueva crisis política
El Presidente contó detalles de su conversación con el diputado, con quien mantiene una relación fría; el resto de los integrantes de La Cámpora no renunciarán a sus cargos
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El Presidente levantó los hombros y mostró las palmas de sus manos. “Traté de convencerlo”, confió resignado Alberto Fernández. En la Casa Rosada todo fue incredulidad y hartazgo ante la renuncia de Máximo Kirchner como presidente del bloque de la Cámara de Diputados. Atrás quedaba otro día marcado por las internas dentro del Frente de Todos que volvió a abrir una crisis institucional de proporciones.
Fernández atendió a Máximo Kirchner por la tarde. La llamada fue corta y distante. Después de unos pocos minutos de intentar contener al líder de La Cámpora, el Presidente entendió que no había vuelta atrás. Cuando el mandatario terminaba de arreglar los detalles de la gira que comenzará mañana por Rusia y China, llegó la comunicación que alteró todos los planes y volvió a exponer las diferencias en el oficialismo.
Después de tres días de silencio, el kirchnerismo duro dejó en claro que no respalda el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Con su renuncia a la jefatura del bloque en la Cámara baja Máximo Kirchner dinamitó los marcos de la alianza vigente. Pese a esto, desde La Cámpora intentaron encapsular el golpe y evitar que la crisis escale.
Por el momento ningún integrante de la agrupación se irá del gobierno nacional, según confirmaron fuentes de la organización que lideran Máximo Kirchner, Wado De Pedro y Andrés Larroque, entre otros. Cerca del hijo de la vicepresidenta incluso resaltaron su actitud. “El tipo tenía que ir a buscar los votos de algo en lo que no creía, fue auténtico”, explicaron.
El Presidente también contó que la vicepresidenta Cristina Kirchner tampoco estuvo de acuerdo con la decisión de Máximo Kirchner. “Es su decisión. Yo como tantos queremos preservar la unidad en el Frente de Todos”, explicó el jefe del Estado.
“Hablé el miércoles pasado. Me contó sus diferencias y hoy me llamó. Me dijo que lo había hablado con Cristina [Kirchner] y que tampoco estaba de acuerdo [con la renuncia]. Ella también tiene sus matices y una mirada distinta [sobre el acuerdo con el Fondo], pero el Presidente soy yo y tengo que resolver”, sostuvo el mandatario en una entrevista con C5N.
Y agregó: “Respeto la posición de Máximo, pero en ningún momento me habló de rupturas. Si dijera que Máximo obstruye, sería injusto”.
Pese a sus palabras, lo cierto es que el Presidente está molesto con Máximo Kirchner desde hace meses. Lo hace responsable de la decisión que tomaron los integrantes de La Cámpora de renunciar en masa tras el golpe electoral de las PASO el último año. La relación nunca volvió a ser la misma. Lo mismo le ocurrió con el ministro del Interior. Algo se rompió.
“Son malos”, resumió uno de los pocos ministros que respondió mensajes tras el impacto de la renuncia. La gran mayoría de los integrantes del gabinete optó por un prudente silencio.
Cerca del Presidente pusieron el ojo en un párrafo particular de la larga carta en la que presentó su salida como presidente de bloque, aunque continuará dentro de la bancada.
“Sería más que incorrecto aferrarse a la Presidencia del Bloque cuando no se puede acompañar un proyecto de una centralidad tan decisiva en términos del presente y los años que vendrán. Algunos se preguntarán qué opción ofrezco. En principio, llamar a las cosas por su nombre: no hablar de una dura negociación cuando no lo fue, y mucho menos hablar de beneficios. La realidad es dura. Vi al presidente Kirchner quemar su vida en este tipo de situaciones”, lanzó el diputado en su comunicado.
El malestar del Presidente fue evidente. Cerca de las 20.20 salió de la Casa Rosada hablando por teléfono. Era una llamada importante ya que con un semblante serio se quedó unos minutos en el salón de los Bustos Presidenciales hablando mientras la portavoz Gabriela Cerrutti y el jefe de asesores, Juan Manuel Olmos, lo esperaban para ir al canal de televisión donde lo habían citado a las 20. Unos minutos antes salió sin hablar con los periodistas acreditados el jefe de Gabinete, Juan Manzur.
En la Casa de Gobierno solo quedaba la secretaria de Legal y Técnica, Vilma Ibarra, una de las responsables de que el Presidente no aceptara las renuncias de los camporistas en agosto pasado. El resto de las oficinas de la planta baja en Balcarce 50 estaban cerradas y a oscuras, entre ellas la denominada “Remisería” –por la cantidad de gente que circula durante todo el día–, la oficina que ocupa equipo de comunicación de De Pedro, donde suelen “atender” hasta muy tarde.
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