Coronavirus en la Argentina. En la ciudad hay menos ruido por los efectos de la cuarentena
Los efectos que el aislamiento social tienen sobre el medio ambiente son evidentes. Los animales invaden las calles de ciudades desiertas, los peces vuelven a nadar por canales utilizados por lanchas o buques y las aves deambulan por los rascacielos. En la ciudad de Buenos Aires se comprobó que la calidad del aire mejoró a raíz de una disminución de la emisión de gases y ahora también quedó demostrado que bajó la contaminación sonora a raíz de la poca circulación de vehículos en puntos que habitualmente presentan una alta congestión.
Bocinazos, motores acelerando, murmullos de la gente, sirenas, alarmas, martillos neumáticos y otros ruidos causan malestar, irritabilidad y hasta trastornos persistentes en la salud. La cuarentena puso en pausa estas dificultades, una tregua inesperada en medio de tanto bullicio urbano que se traslada a los números. De acuerdo a una medición realizada en las últimas semanas los niveles sonoros diurnos se redujeron entre un 16% y un 36% comparados con los valores de los días previos al inicio del aislamiento para prevenir los contagios por coronavirus.
Los datos surgen de un estudio realizado por técnicos de la Secretaría de Ambiente de la ciudad a través de la Agencia de Protección Ambiental (APrA), en seis puntos estratégicos considerados por ser lugares en donde la incidencia del ruido es alta y proviene de diversas fuentes sonoras. Las direcciones en las que se realizó la medición son Carlos Calvo 1600, Adolfo Alsina 1100, avenida del Libertador 6800, Bonifacio 3000, Quito 4200 y Billinghurst 200.
Los puntos con mayor disminución de la contaminación sonora fueron sobre las calles Quito y Billinghurst, ambos en Almagro, en donde la reducción fue del 36% y el 32%. En esos puntos, de acuerdo al mapa del ruido elaborado por APrA, los valores normales se ubican entre 70 y 75 decibeles (dB). En la medición en cuarentena fue de entre 44 dB y 49 db (calle Quito) y 46,41 dB y 51,41 dB (calle Billinghurst).
En la calle Bonifacio, en Flores, se dio la reducción más baja, del 16%. Allí los valores establecidos en el mapa del ruido van entre los 65 y 70 dB y en cuarentena fue de entre 54,06 dB y 59,06 dB (una reducción promedio del 10,94%). En Carlos Calvo (Constitución), Adolfo Alsina (Monserrat) y Del Libertador (Núñez), la baja promedio fue del 23%, 21% y 26%, respectivamente.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los ruidos por encima de los 70 dB comienzan a afectar la audición, y si superan los 90 dB se vuelven dañinos. De acuerdo con los parámetros utilizados por los especialistas, una conversación entre dos personas se desarrolla en los 65 dB.
Trastorno del sueño, irritabilidad, pérdida de la capacidad de atención y problemas de comunicación son las situaciones de estrés que pueden sufrir las personas expuestas a ruidos molestos. Cuando los ruidos alcanzan un valor de 85 dB se ingresa en el umbral de las molestias y en los 110 dB se llega al nivel de dolor o algiacusia.
"Hace unas semanas comprobamos que la calidad del aire de la ciudad había mejorado. Ahora se sumó la disminución de los niveles de ruido. Si bien la restricción del transporte es, en la actualidad, un estado de excepción, debemos tender a reducir su impacto a nivel sonoro en toda la ciudad", analizó afirmó Eduardo Macchiavelli, secretario de Ambiente de la Ciudad.
Las mediciones se realizaron los días 25, 26 y 27 de marzo y 6, 7, 8, 9 y 10 de abril, es decir, en las primeras jornadas de la cuarentena obligatoria y en las posteriores al anuncio de la extensión. La recolección de datos se realizó con sonómetros de mano preparados para llevar adelante las tareas de control de ruido en distintos ámbitos de la ciudad.
El tránsito representa la principal fuente de contaminación sonora. En la ciudad los viajes en transporte público (colectivos, trenes y subtes) representan el 60% de los viajes diarios mientras que los vehículos particulares concentran el 31%; el resto de los desplazamientos son a pie o en bicicleta.
La disminución de la contaminación sonora se debe, principalmente, a la reducción del tráfico vehicular, el funcionamiento con cronograma de feriados de trenes, subtes y colectivos, y la prohibición del tráfico aéreo. Aunque en los últimos días hubo un incremento del tránsito y de las personas que se movilizan en el transporte público, los niveles de operación siguen siendo los más bajos en la historia.
Además del mapa del ruido elaborado por el gobierno porteño, el Consejo Económico y Social de la Ciudad (Cesba) y la Universidad de Palermo realizaron un estudio en 2017 para detectar los puntos más ruidosos de la ciudad. Así se determinó que la esquina de las avenidas 9 de Julio y Corrientes es la de mayor contaminación sonora con registros diurnos de 76,18 dB. Durante la noche la medición llegó a 68,97 dB.
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