La intimidad del recinto en el último discurso de Cristina Kirchner ante la Asamblea Legislativa
La anotación de Lorenzetti, la mueca de Cobos, el grito de Bullrich, los dedos en V de Pinedo, los pétalos de rosas; qué pasó ayer en la Cámara de Diputados
"Esclarecedor e histórico". "Maravilloso, contundente y con un análisis muy preciso de la realidad del país". "Muy contundente y claro, con un interesante repaso". "Volvió a exhibir su enorme estatura de dirigente y estadista". "Fundamental".
"Autocelebratorio". "Una lamentable falta de respeto". "Autobombo con agresiones". "Mentiroso y alejado de la realidad". "Exagerado". "Faltó realismo, fue extenso y difuso". "Derrapó al final". "Virulento".
La presidenta Cristina Kirchner inauguró ayer el 133 período de sesiones ordinarias del Congreso con un discurso de tres horas y cuarenta minutos ante la Asamblea Legislativa. En un recinto repleto de diputados, senadores, ministros, funcionarios, invitados y militantes, la mandataria entró a la Cámara baja en medio de una ovación. Aplausos y cantos.
La pila de apuntes que la Presidenta tenía sobre el escritorio auguraba un discurso largo. Habló primero de economía: deuda reestructurada, reservas del Banco Central . Estaba alegre, hasta chistosa.
Llevaba sólo veinte minutos hablando cuando ya se vieron caras de cansancio y bostezos de legisladores opositores. La mayoría de los oficialistas seguía con atención las palabras de la Jefa. "Hemos desendeudado definitivamente a la Argentina", dijo. Y estalló una parte del recinto: "Patria sí, colonia no", gritaron.
Política de desendeudamiento, crisis económica internacional, "el turismo explotó", "recuperación" de Aerolíneas Argentinas, empleo, cobertura jubilatoria. "La inmensa mayoría de los argentinos no sabe odiar y quiere amar", dijo. Y habló del "miedo". Hasta soltó: "Auguraban un diciembre de saqueos, sin luz; faltó que nos dijeran que nos iban a violar a todos".
Cada vez que la mandataria mencionó a algún área del Gobierno, las cámaras que seguían la transmisión -por cadena nacional- enfocaban al funcionario encargado de esa área. Por ejemplo, cuando habló de Aerolíneas Argentinas, las cámaras apuntaron al presidente de la aerolínea de bandera, Mariano Recalde .
La primera vez que Cristina mencionó al Poder Judicial, algunos empezaron a chiflar, en una clara señal de reprobación. Los frenó en seco. "No, no, no", dijo. Más tarde criticaría a "la Justicia" con furia.
Leyes laborales, Asignación Universal por Hijo, salario mínimo, vital y móvil; subsidios, Conectar Igualdad, planes Progresar, Procrear, Nacer, Sumar; el calendario de vacunación, la cantidad de inscriptos para estudiar Ingeniería, el plan nuclear, la "reindustrialización" del país, la "limpieza" de la cuenca Matanza-Riachuelo. Mientras repasaba su gestión, la Presidenta se mostró canchera. "Perdí el papel, me muero, me mato", llegó a decir cuando no encontraba un apunte.
Cuando habló de los ingenieros ("una política de Estado"), Cristina aclaró que se refería "a los ingenieros, pero a los buenos". Su ex vicepresidente, Julio Cobos , de profesión ingeniero, acusó recibo.
Aparte de los vítores, se escucharon algunos gritos puntuales. José María Di Bello, referente de la comunidad gay, alzó su voz cuando la mandataria habló del sida. "Gracias, Cristina", dijo. La diputada opositora Patricia Bullrich gritó algo que no se entendió, pero llamó la atención porque lo hizo con las manos rodeando su boca. El senador Gerardo Morales de la UCR, pidió a los gritos "una moción de orden, que vuelva al debate". (La Presidenta contestó: "Me encanta, déjenme volver a ser legisladora, voy a volver al debate").
Que nadie se ponga nervioso
Con Julián Domínguez sentado a su derecha y Gerardo Zamora a su izquierda ( Amado Boudou no participó de la Asamblea Legislativa porque había viajado a Uruguay para la asunción de Tabaré Vázquez , Cristina coleccionó frases. "Que nadie se ponga nervioso", "Los satélites no se hacen en el fondo del garage de De Vido", "En el G20 nada se aprueba sin el consentimiento de Estados Unidos y China notifíquense", "A todos los argentinos y fundamentalmente a los que tienen aspiraciones de conducir el país, la necesidad de abrir la cabeza".
El único anuncio concreto que hizo la mandataria fue el envío al Congreso de un proyecto de ley para estatizar la administración de los trenes. Los legisladores kirchneristas aplaudieron y se pararon al unísono. Pero también aplaudieron algunos opositores, como el diputado y precandidato a presidente Sergio Massa .
"Calculamos que el compañero que levanta todas las banderas del justicialismo, su bancada nos va a acompañar", dijo, en una chicana a Mauricio Macri quien la semana pasada dijo que "reivindica cien por cien las banderas del justicialismo". Y agregó: "Preparate, Pinedo, vos con ese apellido estatizando los ferrocarriles, no sé cómo harán". Rápido de reflejos, el diputado de Pro Federico Pinedo alzó sus dedos en V, al estilo peronista.
Hacia el final del discurso, Cristina se mostró enojada. Ante carteles que pedían "AMIA comisión investigadora" y "AMIA apertura de archivos", la Presidenta fue efusiva: "No necesito cartelitos para hablar de la AMIA, hablo desde 1994". Habló de los atentados a la mutual judía y a la embajada de Israel, de las "demoras", del "contexto internacional" de la causa AMIA. Luego habló del fiscal Alberto Nisman quien estaba a cargo de la Unidad Fiscal AMIA y fue encontrado muerto en su casa el 18 de enero.
"Lamento su muerte, como lamento la muerte de cualquier ser humano", dijo. En el recinto reinaba el silencio. Mencionó dos documentos hallados en una caja fuerte de Nisman y aseguró que la comparación de esos escritos debería llamarse "Nisman versus Nisman".
¿A cuál Nisman le creo?
"¿A cuál Nisman le creo? ¿Al que plantea una denuncia sin pruebas o al que defiende toda mi actuación?", se preguntó. Oposición, oficialismo e invitados seguían cada palabra con atención.
La Presidenta consideró que la acusación en su contra fue una acusación "a la Argentina" y soltó: "Aparecen dos documentos firmados por el mismo fiscal diciendo exactamente lo contrario: eso no es justicia, es un escándalo, un bochorno, una vergüenza".
A continuación, Cristina apuntó al Poder Judicial. Recordó que ese sector no tiene que "gobernar", habló de "una suerte de derecho cautelar delivery" y lanzó: "Últimamente el partido judicial se ha independizado de todas las leyes".
"Hay que ser independiente del poder político, de los poderes económicos, pero no se puede ser independiente de la Constitución", soltó. El presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti sentado a escasos metros de la mandataria, parecía una estatua. En un momento sacó un papel y anotó algo. Fue su único movimiento.
Cristina Kirchner concluyó su último discurso ante la Asamblea Legislativa con una referencia a la comodidad. "No será un país cómodo para los dirigentes [que me sucedan], sino un país cómodo para la gente. Va ser incómodo, sobre todo, si piensan sacarle derechos adquiridos", aseguró. Los legisladores kirchneristas y los invitados estallaron: desde el tercer piso cayeron pétalos de rosas rojos y blancos. Aplausos, gritos, cantos. La oposición no estaba de testigo: casi todos ya se habían retirado. El flamante jefe de Gabinete, Aníbal Fernández juntó algunos pétalos y los guardó en el bolsillo de su saco. Después de más de cuatro horas, el recinto se vació volando.
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