Rebelión en la UOM: Antonio Caló fue desplazado tras 18 años y asume un sindicalista ligado al kirchnerismo
Asumirá al frente del gremio metalúrgico Francisco Abel Furlán, jefe de la seccional Campana, exdiputado nacional y consejero del PJ bonaerense que lidera Máximo Kirchner; tiene buen vínculo con Techint
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Descontentos por su liderazgo timorato, por haber cerrado paritarias por debajo de la inflación y por su cercanía al PJ no kirchnerista, un grupo de seccionales rebeldes de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) se unieron hoy para desplazar a través de las urnas a Antonio Caló, el jefe desde 2004, cuando sumó la pesada herencia de reemplazar a Lorenzo Miguel, que gobernó el gremio industrial más poderoso del país durante 32 años.
En una maniobra que rompió el verticalismo interno que caracterizó a la UOM, Francisco Abel Furlán, el referente de la seccional Zárate-Campana y con origen laboral en Siderca, del Grupo Techint, presentó hoy una lista opositora en el congreso metalúrgico y destronó a Caló, cuyo modo de conducción siempre generó dudas, incluso cuando estuvo al frente de la CGT oficialista durante la última gestión de Cristina Kirchner.
Furlán, de 62 años, fue secretario de Prensa y también de Organización durante las gestiones de Caló al frente de la UOM. Ocupó desde 2015 y hasta 2019 una banca de diputado nacional por el Frente para la Victoria producto del alineamiento de su jefe con el kirchnerismo. Esa poltrona legislativa parecía reservada por Cristina para la UOM: entre 2011 y 2015 fue Carlos Gdansky el representante metalúrgico en el Congreso.
#AHORA
— jorge duarte (@ludistas) March 22, 2022
La conducción nacional de la UOM por los próximos 4 años:
Furlan secretario General
Brunelli secretario Adjunto
Caló quedó afuera de todo pic.twitter.com/KBoJ3ZHBCq
La salida del kirchnerismo del poder alteró el mapa interno en la UOM. Durante el gobierno de Mauricio Macri, Caló conservó los puentes con el gobierno de turno, lo que le mereció más de un reproche porque había caído el nivel de empleabilidad en el sector. Incluso, fue uno de los dirigentes que abrió las puertas a una reforma laboral, con reducción de horas en la jornada y modificaciones en los convenios. En 2017, Caló apostó por Florencio Randazzo en lo que se interpretó como una ruptura con el kirchnerismo, que resurgía de la mano de Unidad Ciudadana. Dos años después, tras el fracaso electoral del exministro del Interior y Transporte, el metalúrgico se mantuvo alineado con el PJ y se acomodó detrás de la candidatura de Alberto Fernández-Cristina Kirchner, como casi toda la CGT.
En la interna que hoy divide al Frente de Todos, Caló ya había tomado partido hace rato: se la jugó por el Presidente. Almorzó con él en la Casa Rosada hace tres semanas y hasta lo había invitado al acto en la sede porteña de la UOM para lo que hoy iba a ser la asunción de su quinto mandato en cadena. Siempre en la intimidad diferenció la gestión de Néstor Kirchner, a quien le adjudicó haber creado “200.000 puestos de laburo para los metalúrgicos”, con la de Cristina, con quien tuvo varios desencuentros.
La semana pasada escenificó un estilo combativo poco habitual para pedir “la expropiación” de las empresas que no respeten el acuerdo de precios que impuso el Gobierno. Se pareció más un mensaje interno para los díscolos de la UOM que a un rapto de rebeldía. Esa misma tarde que reclamó ir contra las empresas se reunió con Ezequiel Jarvis, el subsecretario de Trabajo, Industria y Comercio de Horacio Rodríguez Larreta. Caló, como otros de sus viejos colegas sindicalistas, siempre habló con todos. Con oficialistas y opositores.
Furlán, en cambio, se mantuvo siempre dentro del kirchnerismo, en cualquiera de sus versiones. Es actual consejero del PJ bonaerense que lidera Máximo Kirchner y contó con el apoyo de las seccionales de Avellaneda, La Matanza y San Martín, tres distritos fabriles del conurbano que son clave en el ajedrez electoral de los metalúrgicos.
Históricamente, la jefatura nacional de la UOM quedaba para el referente de la seccional de Capital, por entonces Caló, cuando murió Lorenzo Miguel, y la secretaría adjunta, una suerte de número dos, para el líder de la seccional Avellaneda, una de las más numerosas en cantidad de afiliados. Alteró esta hoja de ruta, considerada casi un mandamiento interno surgido desde la época de Augusto Timoteo Vandor, la decisión de Caló de no respetar esta lógica y ubicar a un viejo ladero suyo en lugar de Daniel Daporta, el nuevo hombre fuerte en Avellaneda. Esta maniobra envalentonó a Furlán, el cabecilla de una generación de dirigentes que hace rato empujan cambios en la UOM y que no toleró ver a Caló firmar reducción de salarios en tiempos de pandemia.
Caló deja la UOM con 75 años. Es una salida imprevista en el mapa sindical ya que de manera inédita un histórico es desplazado con las de la ley por las seccionales rebeldes. Es impensado trazar hoy un escenario similar en otro gremio de los poderosos. Se retira, además, con una acusación judicial encima de la que fue sobreseído, pero que nubló de sospechas a toda la UOM. Se trata de una causa por fraude y lavado de dinero por el presunto retorno de multimillonarios pagos por una aseguradora con la que el gremio contrató seguros de vida y de sepelio.
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