Radiografía de los jóvenes Pro: rondan los 30, ocupan cargos altos y se preparan para suceder a Vidal y Peña
Son dirigentes que comenzaron su carrera política junto al partido de Mauricio Macri y fundaron los semilleros de Cambiemos, La Generación y Juventud Pro
Martín Yeza tenía 29 años cuando dejó de ser funcionario porteño y se transformó, en 2015, en intendente de Pinamar. En las elecciones de este mes, también con 29, el diputado nacional Martín Maquieyra le tocó los talones en las elecciones en La Pampa al peronismo, que gobierna la provincia desde hace más de tres décadas. Y el coordinador de comunas Martín César, de 26 años, se presentó como candidato a diputado nacional por la Ciudad en la lista de Vamos Juntos, que encabeza Elisa Carrió. Los tres tienen en común, más allá sus nombres, que empezaron a militar en el Pro apenas al dejar la escuela secundaria y que sus carreras políticas crecieron a la par del partido de Mauricio Macri.
Ellos son apenas tres de las caras jóvenes más conocidas de la política actual. La Casa Rosada, el Congreso Nacional, los municipios del interior, la Ciudad, la provincia y las distintas legislaturas están sembrados de dirigentes macristas que arrancaron en el Pro cuando era una fuerza local y ellos tenían veintipoco. Hoy, cerca de los 30, se preparan para ser la próxima camada de líderes nacionales, con la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal , y el jefe de Gabinete, Marcos Peña , como referentes.
La mayor parte de estos jóvenes integraron los semilleros macristas por excelencia: la Juventud Pro y La Generación, que empezaron como agrupaciones diferenciadas pero hoy aseguran estar en permanente contacto. “De hecho, Maquieyra y Robledo [Pedro, subsecretario nacional de Juventud, de 26 años], integran y lideran ambas”, dice una dirigente de Pro a LA NACION para defender la idea de unidad que dejó atrás antiguas rencillas. Entre otras cosas, estos jóvenes que hoy ocupan las altas esferas del poder fueron los primeros ejecutores ideas de campaña que se transformaron en marcas del Pro, como el reparto de globos de colores y pochoclo en las esquinas.
Su formación política empezó cuando eran adolescentes. En sus respectivos secundarios, varios participaron de los modelos de la Naciones Unidas u otras experiencias de debate. “Eso nos dio mucha capacidad oratoria”, cuenta Martín César, 26 años, presidente de la Juventud Pro Capital. Tenía 17 y no había terminado el último año de la secundaria en el colegio Lengüitas cuando se acercó por primera vez a un encuentro de la incipiente agrupación. En 2009 participó de la campaña donde Macri se presentó en alianza con Francisco De Narváez. Poco después obtuvo un cargo menor en el gobierno porteño (fue por una convocatoria de la universidad donde estudiaba Relaciones Internacionales y no por su militancia, aclara). Hoy es gerente en el Consejo de Coordinación Intercomunal de la Secretaría de Descentralización, que depende de Jefatura de Gabinete de la Ciudad, y este año fue candidato a diputado nacional. “Soy un agradecido a la vida por todo lo que viví”, dice a LA NACION en un café en Palermo, en la Comuna 2, donde empezó su militancia.
Divisiones atrás
En 2011, mientras Mauricio Macri se preparaba para la reelección, el germen de las internas infectó las bases de su partido y el Pro empezó a subdividirse. Algunos militantes estaban en la Juventud. Otros en La Generación. Otros en ambas. Otros en La 24 (vidalistas), en La Corriente Pro (michetistas), en La Solano Lima (ritondistas), o en grupos que respondían, por ejemplo, al entonces jefe de Gabinete, Diego Santilli, o al entonces legislador Rogelio Frigerio.
Fue Marcos Peña, entonces Secretario General de Gobierno, quien movió las piezas para la unión. En 2013 ya estaba decidido que Macri aspiraría a la Presidencia y la fragmentación no convenía. Hacia 2015, la síntesis quedó plasmada en dos agrupaciones principales. La Juventud Pro, como referencia para los cuadros de veintipico que daban sus primeros pasos en la política; y La Generación, con dirigentes en sus treintas, ya posicionados en la arena pública.
Designado por Mauricio Macri, el referente histórico de la Juventud Pro desde su creación en 2005 fue el mismo Peña. Lo sucedieron sus delfines Francisco Quintana (hoy jefe del interbloque Vamos Juntos en la Legislatura), y Victoria Roldán Méndez (hoy legisladora).
Aunque sólo tiene 34, Quintana es de los dirigentes más antiguos del macrismo. Empezó en Compromiso para el Cambio cuando tenía 20, vivió desde adentro la derrota de 2003, y pasó de liderar la Juventud Pro a la Legislatura, donde hoy cumple su segundo mandato. ¿La Juventud es una plataforma para saltar a la política? “Nadie se incorpora buscando una plataforma”, responde Quintana. “Pero es cierto que el propio Mauricio, y a partir de él, la gran mayoría de los dirigentes le dieron mucho protagonismo y oportunidades a sus participantes”.
En 2013 se produjo un cambio en la JP cuando un referente de La 24, que respondía a María Eugenia Vidal, ganó las elecciones para la presidencia. Maximiliano Sahonero había empezado a militar en el Pro a los 20 y se había hecho conocido como “el puntero de Pro” en la Villa 31. Él reniega de ese mote y prefiere que lo llamen “referente social”. “Nosotros no hacemos negocio con las necesidades de la gente, nosotros ayudamos desinteresadamente”, aclara a LA NACION.
Nació en Villa Lugano, es nieto de una abuela montonera e hijo de un dirigente barrial. En 2011, junto a su compañero de militancia Martín Yeza formó “La 24” (“las 23 provincias más la Ciudad de Buenos Aires”) como una forma de mostrar su fidelidad a Vidal, con quien habían trabajado en la entrega de escrituras en Lugano cuando la actual gobernadora bonaerense era ministra de Desarrollo Social porteña. Al presentarse para la presidencia de la Juventud, Sahonero Y Yeza decidieron disolver la agrupación. “Fue una apuesta a la unión. Si queríamos ganar en 2015 teníamos que ser todos uno”. Después de liderar la Juventud durante dos años, “Maxi” logró un lugar en la lista para legisladores porteños y en 2015, finalmente obtuvo una banca.
“Soy el primer villero que llega a la Legislatura, pero no llegué por villero, sino por la suerte de ser parte de un equipo y porque Mauricio y Horacio vieron en mí a un pibe que tenía ganas de hacer y me dieron la oportunidad”. Sahonero está sentado en su despacho mientras toma mate y escucha una canción de Los Redondos. Su primera ley como diputado fue la de urbanización de su barrio. “Cuando se aprobó, sentí que tocaba el cielo con las manos, de ahí en adelante es todo avance”, dice, pero asegura que no tiene definidos los pasos en su carrera. “Sinceramente no lo pensé, pero si me preguntás por afinidad, siempre adoré a María Eugenia, me parece una persona brillante y siempre quiero estar cerca de alguien de quien pueda aprender”.
Hasta hace unos meses, Yeza también estaba en la mesa directiva de La Generación, pero se apartó para “enfocarse en la gestión”. En abril, cuando se empezaban a ordenar las cartas para las elecciones legislativas, su nombre fue uno de los tres barajados como posibles candidatos de Cambiemos en la Provincia. Finalmente el elegido fue Esteban Bullrich y Yeza respiró aliviado; su única ambición -asegura- es terminar con éxito su mandato en Pinamar. “En el futuro los municipios van a ser cada vez más fuertes. De hecho, hoy son más fuertes que hace diez años”, dice el joven intendente ante las preguntas sobre su futuro político. Mientras tanto, fuentes de la Provincia aseguran a LA NACION que es considerado como un posible sucesor de Vidal -su madrina política- en 2023. Él dice que le parece imposible.
La Generación
La Generación fue lanzada en 2011 -en ese momento se llamaba Generación Política Argentina (GAP)- por jóvenes universitarios que acompañaban al entonces ministro de Educación porteño -hoy candidato a senador nacional por la Provincia- Esteban Bullrich y al entonces jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta. Apareció en los titulares de los diarios por primera vez en 2012, cuando Juan Ignacio Maquieyra, uno de sus integrantes, incomodó a Cristina Kirchner en Harvard al preguntarle durante una charla si quería ser reelecta. El hermano de Martín tenía 25 años y había trabajado con Bullrich coordinando la relación con los gremios docentes. Este año asumió como titular del Instituto de la Vivienda (IVC) y está a cargo de la urbanización de las villas, uno de los ejes de la gestión de Larreta.
En el país hay 600 miembros de La Generación. Entre ellos, unos 50 aportan $1500 por mes para temas administrativos. Pero la mesa directiva, entre quienes se encuentra Maquieyra, está integrada por diez dirigentes de menos de 40 años, en su mayoría ex jóvenes Pro, todos funcionarios, intendentes, legisladores o diputados nacionales.
Una de las más jóvenes es María Pía Delneri. Con 28 años forma parte de La Generación desde sus inicios. Estudió Relaciones Internacionales en la UCA y ocupó distintos cargos en la Ciudad. Hasta hace meses integraba el área de prensa de Jefatura de Gabinete nacional, donde comunicaba sobre temas tan vastos como las visitas diplomáticas de Macri al look de la primera dama Juliana Awada. Cuando Jorge Faurie asumió al frente de la Cancillería en lugar de Susana Malcorra, Delneri fue designada como Directora de Comunicación del Ministerio de Relaciones Exteriores.
En 2011, recuerda, recibía críticas de amigos y conocidos por la entrega de globos en las esquinas para la campaña de reelección de Macri como jefe de gobierno. Ella defendía -aún lo hace- esas actividades. “Yo milité en las esquinas durante años. Cuando le dabas un globo a un chico, eso te daba el pie para hablar con los padres sobre las propuestas. Los globos nos permitían acercarnos a la gente. Una de las cosas que más destacamos de Marcos Peña es que entendió que es importante que la comunicación llegue a todos. No podés estar siempre hablándole al grupo de íntimos, como si todos leyeran la revista Noticias. Acá es mucho más abierto, le hablamos a todos”.
Hoy, seis años después de aquella campaña, con Mauricio Macri como presidente, los candidatos más jóvenes de La Generación (a concejales) se presentan en Facebook con un lenguaje cuya premisa parece ser la cercanía. Enumeran sus edades (alrededor de 21), sus orígenes, sus cargos, pero también frases que los identifican y “datos de color”.“Me encanta viajar”; “me desenchufo con actividades al aire libre y cerca del río”, “fanático de la murga rioplatense”, dicen en especies de fichas y dejan en claro que, diez años después de que Macri asumiera su primer mandato como jefe de gobierno porteño, el estilo comunicacional que lo llevó la Casa Rosada se mantiene.
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