Radial y autosuficiente, cómo es el estilo de conducción de Alberto
Según su equipo, concentra las decisiones, habla mano a mano, es anárquico y persuasivo
Ocurrió hace unos días. Una de las propuestas mejor elaboradas de Alberto Fernández se guardaba con celo para sorprender a la hora del anuncio. La publicación por anticipado en la prensa generó tensión y desconfianza entre los dirigentes que trabajaban en el tema. Una rápida averiguación interna enseguida permitió dar con el culpable de la filtración: el propio candidato.
Escenas como estas se repiten con frecuencia en el comando de la calle México, sede de las oficinas de Fernández. El entorno del candidato, germen de un incipiente "albertismo", se acomoda a la fuerza a su estilo de conducción, un anticipo de lo que tiene grandes posibilidades de convertirse en un modo de ejercer el gobierno y la jefatura política a partir del 10 de diciembre.
Radial, directo y autosuficiente como Néstor Kirchner, su maestro, Fernández suele concentrar la información, las relaciones y las decisiones. Algo anárquico en el manejo de su agenda y de sus horarios, sorprende con frecuencia a sus colaboradores, con reuniones inesperadas y cancelaciones de última hora. Afable en el trato, pero severo en los gestos, deja muy en claro si algo le gusta o le disgusta. Son claves que, de a poco, van configurando un estilo.
Modo radial. La gran mayoría de las conversaciones que tiene son mano a mano, por teléfono o WhatsApp. Pese a que formó un grupo de colaboradores estable, no suele hacer reuniones de equipo. Cada uno cumple una tarea determinada, de la que los demás muchas veces no están enterados. Eso coloca al candidato en el centro de una red. El único que actúa como coordinador y nexo entre las distintas áreas es Santiago Cafiero, con destino de jefe de Gabinete, si Fernández gana las elecciones. Pese a esto, en su entorno no descartan que, de llegar a la Casa Rosada, haga algunas reuniones de gabinete, para cuidar las formas.
Autosuficiencia. "Solo delega en las áreas que él no maneja, o lo hace dando instrucciones muy precisas", explica un dirigente que pasa muchas horas en el comando de la calle México. La concentración de tareas y responsabilidades hizo que ejerza en simultáneo como candidato y jefe de campaña, algo que muchos le cuestionaron antes del 11 de agosto. "Se mete en cuestiones de logística, de comunicación, de campaña, de todo", describe un colaborador. Esa "omnipresencia" se nota también en el manejo de los vínculos. Fernández habla sin intermediarios con gobernadores, intendentes, empresarios, sindicalistas, periodistas y dirigentes sociales. Entiende que el trato personal es parte importante de su capital político. Otro rasgo de su estilo: no le gusta que nadie hable en su nombre.
Abrir y cerrar. Antes de tomar una decisión, coinciden los que trabajan con él, abre algunos temas a discusión y pide opiniones. "A veces le decís algo y no te responde, como si no te estuviera escuchando, pero después puede volver sobre el tema y te das cuenta de que te había prestado atención", cuenta uno de los dirigentes que pasan más horas con el candidato. Esa ronda de consultas suele ser rápida y estar circunscripta a los que conocen del tema bajo análisis. Después decide solo y reparte instrucciones. Es todavía más celoso en la definición de la estrategia política, un área en la que solo habla de igual a igual con una persona: Cristina Kirchner.
Anárquico. La extrema personalización de las decisiones hace que muchas veces sus colaboradores no conozcan su agenda ni sus movimientos. Puede llegar e irse sin avisar de sus oficinas, con destino desconocido. Eso pasó el miércoles pasado, cuando fue a almorzar con Florencio Randazzo. El candidato concierta entrevistas por su cuenta y suele moverse sin custodia ni chofer. En la comunicación, no se deja entrenar ni le gusta atenerse a libretos prefabricados. "Es la vanguardia de su campaña. Él marca el camino y nosotros nos adaptamos", explica un integrante de su equipo.
Persuasivo y severo. Los que conocen a Fernández desde hace muchos años coinciden en que su candidatura presidencial lo cambió. "Siempre tuvo predisposición al diálogo, pero ahora se lo ve distinto, decidido a conducir, a ejercer la jefatura", dice un intendente del conurbano que habla seguido con el candidato. "Tiene un modo de conducir más sutil que Kirchner. No te da órdenes, te va llevando para donde él quiere", agrega. En su equipo de colaboradores destacan que le gusta hablar de política y ganar las discusiones. "No es darte la razón porque sí. Cuando no está de acuerdo con algo, te lo discute hasta el final", cuenta un dirigente que lo frecuenta. Sus allegados coinciden en que es "calentón" y en que recurre a los gestos para expresar malestar. "Como suele ser amable y cercano en el trato, cuando te freeza, lo sentís", señala un integrante de su equipo.
Círculo de confianza. En sus oficinas de la calle México y en los viajes que hizo por el país y el exterior lo acompaña un grupo reducido. "Se ofusca cuando hay gente de más. Le gusta estar rodeado de gente de confianza", detalla un dirigente que habita el comando de San Telmo. "Nos exige que haya buen clima y agilidad para resolver las cosas. No le gusta que haya grandes discusiones ni que los temas no avancen", cuentan cerca de su despacho.
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