Quién es y cómo vive el misterioso misionero de 22 años que hackeó los celulares de políticos y jueces
LA NACIÓN viajó a Eldorado y habló con el joven que es el principal acusado de la intrusión al teléfono del exministro Marcelo D’Alessandro; “Yo no tenía idea de quiénes eran”, declaró en la Justicia sobre quienes le pidieron el trabajo
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ELDORADO.- Se llama Ezequiel Nuñes Pinheiro, tiene 22 años y vive con sus padres (él, trabajador de la construcción; ella, ama de casa) y dos hermanos, en un modesto departamento de la planta baja de un complejo de monoblocks. Es más bien retraído y no tiene muchos amigos, según pudo reconstruir LA NACION en esta localidad, distante a 100 kilómetros de Puerto Iguazú. Está vestido con un short y tiene ojotas, también el torso desnudo, como es habitual para los jóvenes misioneros cuando hace calor y están de entrecasa. Saluda con timidez y es reacio a conversar.
Nuñes Pinheiro es el principal acusado del hackeo al teléfono del exministro de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, que dejó su cargo después de que se conocieron las filtraciones ilegales del contenido de su celular. LA NACION recorrió los lugares que fueron allanados el 27 de marzo pasado por orden de la fiscal Daniela Dupuy, a cargo de la Unidad Especializada en Delitos Informáticos de la Justicia porteña, y tomó contacto con los implicados en esta causa.
Detrás del escándalo de los “hackeos” a los teléfonos de D’Alessandro y otros funcionarios hay un protagonista: un joven de 22 años que tras ser rechazado para entrar a la Gendarmería aprendió a reparar celulares por su cuenta en un local del centro de su ciudad, y que más tarde aprendió todo tipo de trucos informáticos, con una sorprendente rapidez y facilidad. Incluyendo la duplicación de tarjetas SIM que permiten a una persona descargar chats e información de un celular ajeno.
“Yo no tenía idea quiénes eran”, repitió ante la fiscal Dupuy cuando prestó declaración indagatoria y en un breve contacto con LA NACION, que también pudo dialogar con sus padres, Elias Nuñes Pinheiro e Ivana Rodríguez, ambos también acusados de espionaje por la fiscal Dupuy.
“Ahora tenemos que cargarle nafta al Gol y el lunes nos vamos en auto otras 14 horas para que Ezequiel amplíe su declaración”, comentaron los padres del joven, que cuentan estar viviendo una odisea que los agarró de sorpresa cuando hace días les apareció bien temprano la Policía porteña, habilitada por un juez de Eldorado para realizar el allanamiento.
Los efectivos aparecieron fuertemente armados, con chalecos antibalas y arietes (el tubo para derribar puertas) y con la tensión propia de quien no sabe qué va a encontrar del otro lado de la puerta.
“Cuando me vieron con mi nena, bajaron cuatro cambios, se sacaron los chalecos e hicieron lo que tenían que hacer, pero con otra actitud”, relató Ivana a este cronista, en un breve diálogo.
Tras conversar con la familia Nuñes Pinheiro y también con César Mercado, el dueño de dos locales de telefonía celular donde trabajaba Ezequiel (GSM y JyC Electronics), en el centro eldoradense, no parece tan evidente que se trate de una banda de “hackeadores” que venden sus servicios a otros delincuentes.
“Necesito que me devuelvan los celulares que nos incautaron. Hay cuatro que son de clientes”, explicó Mercado a LA NACION, con el quinto implicado en la causa, Antonio Aquino, a su lado.
Así y todo, este ingenioso y autodidacta de 22 años logró sacudir la agenda política y estimular el pedido de juicio político del presidente Alberto Fernández a la Corte Suprema. También derivó en la renuncia de D´Alessandro, quien fue reemplazado el frente del Ministerio de Seguridad porteño por Eugenio Burzaco.
La historia de este joven, casi adolescente, es bastante particular. En 2019 fue a rendir el examen para entrar a Gendarmería y reprobó la prueba de aptitud física.
Volvió y se quedó dando vueltas sin rumbo hasta que su padre, Elias, le pidió a su amigo César Escobar que le diera un trabajito atendiendo su negocio de reparación y venta de celulares en pleno centro.
Allá por 2020 arrancó atendiendo en los locales de JyC Electronics y GSM, contiguos sobre la calle Iguazú, casi avenida San Martín, la gran calle céntrica de Eldorado.
Tras esos comienzos Ezequiel aprendió, sin ayuda de nadie, a reparar celulares, primero, y luego a meterse en un oscuro submundo de grupos de compra-venta de objetos de dudosa legalidad y el lado oscuro de Internet.
Un ciberespacio donde no invitan a cualquiera, y que da acceso a transferencias en criptomonedas, compra y venta de cuentas de todo tipo y acceso a bases de datos que no puede llegar una persona normal con una conexión wi-fi y una computadora.
Así fue como Ezequiel, en soledad y sin ayuda, aprendió a duplicar las tarjetas SIM de cualquier teléfono celular, algo que hacía por una módica suma de dinero y sin preguntar mucho a sus clientes anónimos que se escondían detrás de un alias para qué querían.
“Para comprobar infidelidades”, le respondieron una de las pocas veces que consultó.
Así fue como el 19 de octubre del año pasado, a las 15.26 horas (según figura en la causa) Nuñes copió varias SIM de una serie de personajes muy conocidos de la política nacional, pero absolutamente desconocidos para un misionero de 22 años que “vive en otra”.
Uno de ellos era la del entonces ministro D’Alessandro. También estaban el vicejefe de gobierno de CABA, Diego Santilli, y el juez Gustavo Hornos.
Cobró 14.000 pesos por hacer ese “trabajo” que se lo pagaron en criptomonedas y luego cambió a efectivo en una cuenta de Uala. Con el dinero compró algo de ropa y unos artículos en el supermercado.
Como se sabe, esos chats de D’Alessandro revelaron una serie de contactos entre ese funcionario porteño y un colaborador del titular de la Corte Suprema, Horacio Rossatti, que el gobierno de Alberto Fernández aprovechó para pedir el juicio político a los miembros de la Corte.
Durante mucho tiempo y hasta cuando la polémica por la divulgación de los chats de D’Alessandro, Ezequiel no sabía que eran del celular que ayudó a “hackear”, ni siquiera se interesó por la noticia.
Pero los coletazos llegaron un tiempo después cuando la familia Nuñes Pinheiro, Cesar Escobar y Cecilia Mercado y Antonio Aquino se enteraron de que estaban acusados y sus casas y negocios iban a ser allanados.
Para ellos comenzó otra odisea porque tuvieron que salir a buscar un abogado sin ninguna referencia. “No conocíamos a nadie, nos pusimos a llamar, gastamos un dinero que no tenemos”, explicó el papá de Ezequiel, Elías Nuñes Pinheiro.
Pinheiro trabaja desde los 19 años para una contratista de Techint que realizó obras de construcción en el NEA y en otros países de la región. Hace unos años viajó a Europa con pasajes pagados por su hermano. Eso llamó la atención a los investigadores. Como el Audi blanco que maneja Antonio Aquino. “Acá está es modelo 2013″, comentó Aquino a LA NACIÓN, señalando el rodado alemán que, se nota, no es último modelo.
“Negociamos para que le dieran un tiempo más para preparar el viaje e ir a prestar declaración indagatoria a Buenos Aires”, señaló Claudio Beccaluva, el abogado que representa a César Escobar y su mujer, Cecilia Mercado y que asesoró inicialmente a los Nuñes Pinheiro.
“Esperamos que en un tiempo más la mayoría de los implicados sean sobreseidos, ellos están cooperando en todo”, dijo Beccaluva, quien firmó las actas cuando se terminó el allanamiento ya en la madrugada del martes 28 de marzo.
El procedimiento duró todo el día porque los investigadores buscaban pruebas o conexiones de esta supuesta banda con los supuestos autores intelectuales.
Ahora este lunes 10, luego de la Semana Santa, Ezequiel deberá viajar nuevamente para prestar una ampliación de su indagatoria.
Será dos semanas después de su primera declaración, que fue de película, con la fiscal y los investigadores sorprendidos inicialmente cuando el muchacho, tras ser notificado que podía mantener su boca cerrada les dijo: “Sí, voy a declarar”.
Y más sorprendidos aún, cuando les fue relatando la increíble forma en la que llegó a “meterse” en el celular de encumbrados políticos, funcionarios y jueces, sin saber siquiera quienes eran y con una facilidad que provocó quejas y pedidos de mayores medidas de seguridad por parte de las telefónicas.
Esto es lo que contó:
-En 2021 se instaló una cuenta de Telegram y la vinculó con su línea de celular. Su objetivo era comprar juegos de PlayStation porque había observado en un grupo de Facebook que se podían revender.
-Entró a un grupo de Telegram con miles de usuarios que se llamaba “Negocios Argentina”, donde se vendía de todo, cosas lícitas y otras no tanto, como bloqueadores de señal de celular.
-Lo contactó un alias con el nombre de “ComisarioLopez”, a quien le compró un acceso a una cuenta primaria de PlayStation Network para descargar y usar los juegos asociados a esa cuenta.
-“ComisarioLopez” que usaba una foto de los Simpson como identificación, le recomendó que no operara con su nombre real y Ezequiel así lo hizo y se puso un alias, como el resto. Ese contacto luego le ofreció acceso a otros grupos más restringidos y ordenados con los nombres “Argentina Domina” y “Todo al 50% Argentina”.
-Al entrar a esos grupos, Ezequiel aprendió que hay usuarios con un determinado prestigio y otros que están “quemados” porque no cumplieron con su parte en distintas transacciones (como la reputación de Mercado Libre).
-“Ahí me di cuenta que se compraban y vendían accesos a cuentas de todo tipo”, contó Ezequiel, quien fue a vender una cuenta de humor negro de Instagram de su propiedad, que vendió por 2000 pesos. Entonces fue cuando aprendió de casualidad a hacer la operación de SIM Swap.
-Tenía un número de celular asociado a esa cuenta de Instagram que ya no poseía y para recuperarla, utilizó una SIM Card de autogestión (que están en blanco y no están asociadas a un número), ingresó número, DNI, fecha de nacimiento, y recuperó la línea.
-“Me di cuenta de que podía recuperar un número y no me pedían muchos datos”, explicó a los investigadores, que lo miraban asombrados. Entonces, empezó a ofrecer recuperos de tarjetas SIM de Movistar y pidió que le mandaran mensajes directos.
-Así fue que se contactó con un misterioso usuario (como todos ahí) que se hacía llamar “pr1sox”, quien le preguntó si hacía recuperos de SIM.
-“Esa persona le regaló un acceso a la cuenta DARK PFA”, explicó. Pausa, todos lo miraron desconcertados: ¿Qué es DAR PFA? “Es una plataforma donde puedo buscar el dato que yo quiera”, señaló Ezequiel. “Allí podía consultar nombre, apellido, DNI, número de trámite, patentes y números de teléfonos”, señaló.
-Además, Ezequiel sabía entrar a la base de informes de Nosis desde la APP (MiNosis) para recabar más datos y recuperaba (copiaba) SIM, como una “changa” más, un ingreso extra.
-En agosto del año pasado, se contactó con el otro usuario misterioso apodado “ElJuanxd” y le empezó a pasar números para que realizara el recupero de teléfonos. “A veces me pasaba con los datos, a veces solo el número de teléfono”, relató.
-En un momento, Ezequiel le preguntó al usuario para qué quería esos recuperos de SIM y el usuario le respondió que era “para averiguar infidelidades”.
-Cuando le preguntaron de dónde realizaba esos recuperos y dónde se conectaba, Ezequiel contó que lo hacía desde la casa o desde los locales de Escobar-Mercado donde trabajaba en la calle Iguazú (GSM y JyC Electronic).
-Así fue como ese usuario le pidió que entrara al teléfono de Marcelo D’Alessandro, cosa que Ezequiel hizo sin sospechar quién era y qué podía tener su teléfono, o las consecuencias políticas y ahora judiciales para su familia de ese acto.
-Recuperó los datos de D’Alessandro, como número de trámite de DNI y otros, ingresando a la base de Nosis y del Renaper (Registro de las Personas) hizo el SIM Swap.
-“Una vez recuperada la línea le avisé al usuario de Telegram que ya estaba activa, me llegó un código para restablecer la línea de D’Alessandro, le pasé el código a “ElJuanxd”, saqué el chip y lo rompí inmediatamente”, explicó.
-Ezequiel terminó el trabajo, dijo que cobró entre 12 y 15.000 pesos y los gastó en el supermercado y algo de ropa.
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