María Eugenia Maiztegui: quién es la jueza que se animó a allanar la sede nacional del gremio de Hugo Moyano
Se llama María Eugenia Maiztegui y tiene fama de ser muy meticulosa en sus resoluciones; otra mujer, la fiscal Viviani, impulsa la investigación que ya tiene dos sindicalistas detenidos
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María Eugenia Maiztegui, de 50 años, tiene fama de ser una mujer sin vueltas: lo blanco es blanco y lo negro es negro. Así la definen quienes conocen en San Nicolás a esta jueza que se animó a firmar las órdenes de detención de dos gremialistas de la Federación de Camioneros, el mes pasado, y que la semana pasada ordenó allanar la sede central de la organización sindical que conduce Hugo Moyano. Hoy, la magistrada se pidió licencia por estrés.
Maiztegui, a quien sus conocidos le dicen Maru, lleva muchos años en la magistratura y se ganó el respeto en San Nicolás incluso entre quienes la tienen enfrente, que le reconocen ser muy meticulosa en sus pronunciamientos. Fue apuntada ayer por el diputado kirchnerista Leopoldo Moreau, quien le reclamó el expediente para determinar si se violó la ley de inteligencia, como denunció el sindicato el lunes pasado al exhibir chats y escuchas telefónicas. Moreau es el presidente de la Comisión Bicameral de Inteligencia.
No tiene miedo a hacer escuchar sus reclamos: en febrero de 2019 uso su cuenta de Facebook para reclamar al gobierno bonaerense, entones de María Eugenia Vidal, porque no se cubrían las vacantes y se afecta el servicio de justicia. Sensibilidad social y apego a la ley, la definen.
Para una jueza, tiene habilidades inusuales: es poeta y fotógrafa. “Maru es la mirada y la palabra” sintetiza su obra una nota publicada en los medios locales. En la política creen que su mirada es más garantista, progresista, pero en la justicia la describen como conservadora en sus expresiones, aferrada al texto de la ley. “Una jueza justa”, sintetiza un abogado nicoleño.
Su pasión, además del arte es el Club regatas de San Nicolás, donde se anota como fotógrafa habitual de las actividades que allí se realizan. En las letras es reconocida por su obra poética publicada que recibió más de 60 premios en certámenes nacionales e internacionales.
“María Eugenia Maiztegui tiene ojos en las manos y tinta en la mirada. Es la coyuntura de dos lenguajes desde donde aprendió a sentarse para decir la poesía de las calles, del río, de los rostros, del club, del barrio, de la quietud”, la describe en una semblanza Darío Valenzuela.
Ella en su poesía se describe a si misma: “Tengo sangre vasca y vascos en el corazón. Tengo amigos de todos los colores. Tengo azules y oro, y azules-naranja. También alguno que otro con plumas. Tengo amigos del fútbol, pero también, jugadores de vóley, atrapados en las redes de la infancia. / Tengo, sé que lo sigo teniendo, un taller de pan y poesía”.
La fiscal
La causa que le dio trascendencia nacional fue la que se inició por una denuncia de extorsión contra un empresario de San Pedro que sufrió el bloqueo de su distribuidora por parte de sindicalistas de Moyano. La investigación está en manos de otra mujer, María del Valle Viviani. Maiztegui encontró sólidas las evidencias reunidas y estampó su firma en las órdenes de captura del concejal del Frente de Todos de San Nicolás y líder de Camioneros en la región, Maximilano Cabaleyro -hijo de Julio, histórico dirigente de Hugo Moyano en la zona,- y al referente local Fernando Espíndola. Se los acusa de extorsión, turbación de la posesión y coacción.
Viviani, de 43 años, es madre de un varón y de una mujer, y triatlonista amateur. Proviene de una familia de abogados de San Nicolás, donde su padre, hasta jubilarse, estuvo al frente de un estudio durante 30 años. Lleva poco más de dos años como fiscal penal.
Su padre, es un peronista reconocido en San Nicolás y ella misma trabajó en alguna elección dando una mano al partido, pero eso no impidió que se pusiera al frente de la investigación de los dos sindicalistas y llevara a pedir su detención. Reunió testimonios, cruzó datos, recabó evidencia y terminó por probar delitos gravísimos que se castigan con hasta 23 años de cárcel. En San Nicolás todos la conocen, en el ámbito judicial, donde su padre dejó huella.
Es fiscal de San Nicolás desde el 13 de agosto de 2020, cuando juró en plena pandemia. Graduada en Derecho en la Universidad Católica Argentina de Rosario en 2002, trabajó en el estudio de su padre primero y luego fue auxiliada letrada en el Área de Ejecución Penal de la Defensoría Oficial en San Nicolás, trabajó en asuntos de jóvenes en conflicto con la ley penal y de allí, pasó a ser fiscal.
“Es una laburante, se pone la causa al hombro y va para adelante. Trabaja mucho y se nota en el rendimiento de su fiscalía”, dijo a LA NACION un abogado del foro local. Lleva su tarea con bajo perfil y a pesar de sus pocos años al frente de la fiscalía ya le tocaron casos resonantes: dos homicidios en su primer turno, apenas asumió. En un caso un crimen a sangre fría de un camionero que estaba durmiendo estacionado a la vera de la ruta y el otro, un enfrentamiento entre bandas a los tiros que terminó con una persona muerta de un escopetazo. Luego le tocó el robo a la estancia de San Pedro del empresario Oscar Andreani en enero pasado, donde están tras la pista de una organización criminal de la zona de Pilar.
No le gusta salir en los diarios, y en el caso de los camioneros hizo como en todas las causas, no importa quienes son los imputados. Hubiera hecho lo mismo si fueran del gremio de Moyano o de las organizaciones criminales locales, a quienes ya conoce bien.
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