Quién es Juan González, el hombre de confianza de Joe Biden para América Latina
Nacido en Cartagena, construyó una estrecha relación de casi una década con el presidente estadounidense y conoce muy bien la región, especialmente Centroamérica
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WASHINGTON.– Juan Sebastián González tiene tres atributos que lo llevaron a convertirse en el hombre de Joe Biden para América Latina: conoce muy bien la región, y tiene experiencia en la burocracia y en los pasillos del poder de Washington. Pero, más importante aún, González forjó una relación muy estrecha con Biden y goza de una enorme confianza por parte del presidente.
Nacido en Cartagena, González creció en Nueva York y construyó su carrera desde el Departamento de Estado, donde comenzó a trabajar a mediados de 2004, en el equipo dedicado a Colombia, su país natal. Tras un posgrado enfocado en América Latina en la Universidad Georgetown, un semillero de la diplomacia norteamericana, fue jefe de gabinete de Arturo Valenzuela, uno de los jefes diplomáticos para la región que tuvo el gobierno de Barack Obama. Después llegó el salto a la Casa Blanca, su primer trabajo como asesor de Biden cuando era vicepresidente, un breve interregno por el sector privado y el Congreso, y el regreso a la avenida Pensilvania, ya con Biden en la presidencia.
A sus 45 años, González guarda ahora la llave del Salón Oval para cualquier gobierno regional, incluido el de Alberto Fernández, que necesita el apoyo de Estados Unidos para cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La carrera de González dio un salto en 2011, cuando pasó del Departamento de Estado al Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Dos años más tarde, Biden, por ese entonces vicepresidente, lo convocó a su equipo. Obama le había encargado la relación con América Latina y Biden debía atender un drama que perdura hasta hoy: las caravanas de migrantes que llegan al país desde los países del Triángulo Norte, El Salvador, Honduras y Guatemala, y México, incluidos chicos que viajan solos, sin sus padres.
González se sumó a la familia de asesores del mandatario y nunca la abandonó. Fue el principal arquitecto de la estrategia de Biden para los países de Centroamérica, plasmada en un plan lanzado en 2014 para asistir a los países con cientos de millones de dólares y atacar lo que en Washington llaman “las causas de la migración”. Ahora la Casa Blanca quiere reciclarlo. Juntos acumularon miles de kilómetros en más de una docena de viajes a la región, tejiendo relaciones con líderes, políticos, activistas y empresarios, y la de ambos, que perdura hasta hoy, y le da a González un alto respaldo que lo distingue de sus antecesores.
“Había mucha química y una confianza considerable entre los dos”, dijo Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, al hablar de esos primeros años. “González no tenía ninguna duda de que Biden sería el candidato y derrotaría rotundamente a Trump. Cuando Biden comenzó a formar su equipo, nadie se sorprendió cuando González fue elegido para el puesto más importante de América Latina”, agregó.
Ese rol comenzó a verse con claridad ya en la campaña presidencial, cuando González rápidamente apareció como uno de los referentes de Biden. “La visión de Joe Biden para la región está basada en la creencia fundamental de que la promoción de un ‘hemisferio seguro, de clase media y democrático’ es de enorme interés para la economía y la seguridad nacional de los Estados Unidos”, escribió en julio de 2020, en un artículo en la revista Americas Quaterly.
Centroamérica es una de sus obsesiones. Poco después de terminar su carrera universitaria en la Universidad de Buffalo, González viajó a Guatemala para trabajar como voluntario para los Cuerpos de Paz. Una de sus primeras entrevistas este año, ya al frente del Departamento del Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, fue para El Faro, un medio digital de El Salvador que ha sufrido varios ataques del presidente, Nayib Bukele. Dijo que había que atacar la pobreza, la inequidad y la inseguridad, y puso el acento en la lucha contra la impunidad.
“Todo esto comienza por combatir la corrupción, por el respeto a las instituciones, por resolver las disputas a través de procesos democráticos y transparentes”, le dijo González a El Faro.
No cargó solo contra la corrupción: también dijo que una de las razones de la migración era que había una “elite depredadora” en esos países que se beneficiaba del status quo, no pagaba impuestos y no invertía en programas sociales.
Quienes lo conocen y lo han tratado en Washington lo elogian: destacan su simpatía, su carrera, sus buenos vínculos, sus contactos y su profundo conocimiento de América Latina. Benjamin Gedan, director del Argentina Project en el Centro Wilson, lo describió como el “antídoto perfecto” para los cuatros años de Donald Trump. Shifter dijo que comparte varias cualidades con Biden, incluido “un estilo moderado con un compromiso a objetivos progresistas”.
Otro de los valores que los une: la devoción a la familia. González está casado con Sarah Platts, y tienen dos hijos, Sebastián y Emma, quien nació este año, pocos días después de la asunción de Biden. A principios de febrero, su mujer publicó en Twitter una foto de González sosteniendo en brazos a su hija recién nacida, de apenas tres días, frente una computadora portátil. “Tengo fortuna de servir a un presidente que valora a la familia, y un asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, que cree que hacer tiempo para los seres queridos nos hace mejores funcionarios”, escribió.
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