¿Qué significa?
Cristina Kirchner intuye que el juez Julián Ercolini, íntimamente, ya tiene decidido procesarla. Por eso, planteó una defensa técnica, ingeniosa, pero también habló públicamente de "proscripción política".
Su defensa técnica hace recordar la que invocó Carlos Menem cuando lo investigaron por el tráfico de armas: él decía que un acto de gobierno no podía constituir delito.
Ayer, Cristina sostuvo que en su decisión de asignar obra pública intervinieron también sus jefes de Gabinete, el Congreso Nacional -cuando aprobó los presupuestos y las cuentas de inversión-, las provincias y los organismos de control. Su teoría: no puede haber tantas personas y controles involucrados en la comisión de un delito.
La estrategia suena bien y buscará llevarla hasta la Corte. Pero choca con la misma realidad que forjaron ella misma y Néstor Kirchner: ambos manejaron con mano de hierro todos los resortes del poder, que bien pudieron direccionar a cometer y encubrir un delito.
Por eso, por las dudas, comparó el gobierno de Mauricio Macri con el régimen militar y dejó en claro que se considera una perseguida.
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