Carlos Zarlenga, probablemente uno de los empresarios argentinos que mejor entiende el proceso de integración regional con el mundo, tiene claro su consejo para quien deba gobernar el país. "Si no se hace la tarea rápido, el proceso de apertura va a fracasar", afirma el presidente de General Motors (GM) para Sudamérica. Esa tarea es bajar los impuestos, una reforma laboral y mejorar la eficiencia de los costos logísticos.
Zarlenga reconoce que no es un reclamo novedoso, pero sí que resurge en un contexto diferente: son momentos en los que la apertura se acelera de la mano de los acuerdos bilaterales del sector entre Brasil, México y la Argentina, entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) y cuando Jair Bolsonaro impulsa una rápida caída del arancel externo común. Si no se bajan esos costos, advierte el ejecutivo que vive en San Pablo desde 2013, no se logrará ser competitivo y se perderán inversiones a futuro.
Zarlenga ratificó la promesa de GM de invertir US$300 millones para la producción de un nuevo modelo. Todo a pesar de la posible extensión de un cepo cambiario y de una creciente incertidumbre aun con relación a la gestión del tipo de cambio. En la industria creen que será una SUV que verá la luz en 2021 en medio un trabajo conjunto entre el sector y el Smata para mejorar la competitividad.
–¿Cómo ve la coyuntura de la industria automotriz en la Argentina y en Brasil?
–Este año cayó 1% interanual en América del Sur. La causa de la caída es la Argentina, que arrastró a los otros. Brasil tuvo un crecimiento de más de 9% interanual y los demás países estuvieron estables. Para 2020 vamos a ver crecimiento en toda la región, Brasil va a continuar con este ritmo. Es muy difícil hacer un pronóstico en este momento para la Argentina, pero tendría que haber una situación mucho más comprometida de la que estamos viendo hoy para que la industria siguiera cayendo.
–¿Cuál es la causa de esa caída?
–En ventas, el mercado doméstico se fue de 800.000 unidades a cerca de 450.000, que es el estimado del cierre de este año. Tuvo mucho que ver con la coyuntura macro de este año; el aumento de los precios, que están atados a la devaluación, y el desfasaje con los salarios reales, que no aumentaron en el mismo nivel. Esa fue la clave.
–¿Influyeron también las altas tasas de interés?
–La tasa de interés impacta, pero la penetración de la financiación en la Argentina no es tan elevada como en otros países.
–¿Los planes oficiales de venta ayudaron o no?
–Tuvieron un impacto en agosto y en septiembre. Pero principalmente en agosto, y ya en septiembre fue menor. En octubre hay un número mucho más bajo.
–¿Qué medidas reclama el sector automotor para la próxima gestión presidencial?
–Hay una tendencia de apertura, que no vemos negativamente. Hay que integrarse al mundo. Pero hay que hacerlo con todas las patas de la ecuación bien alineadas. Se hace mucho hincapié en la reducción de las tarifas [aranceles de comercio exterior], pero no lo suficiente en la reducción de costos. Las plantas acá son iguales o más tecnológicas que en el resto del mundo. Son eficientes desde el punto de vista de horas trabajadas por vehículo. Entonces, ¿porqué no podemos exportar? Esto tiene que ver con cosas que pasan de la fábrica para afuera. Lo primero es la carga impositiva. El vehículo exporta entre 18% y 20% de impuestos. Pero a eso se le suma la necesidad de una reforma laboral y eficiencia de la logística. Es fundamental el trabajo que tienen que hacer los gobiernos para hacer esa apertura y que podamos competir.
–Son los mismos reclamos que el sector realiza hace años.
–Son cosas difíciles de hacer, pero hay progresos. La reforma laboral de Brasil del año pasado fue importante. Lo que cambió ahora fue que se aceleró el proceso de apertura. Ahora tiene que acelerarse la otra parte [baja de costos].
–¿Cree que esa necesidad se entiende en el país?
–Todo el mundo entiende que el proceso de apertura tiene que venir con ese tipo de reformas. Que bien hechas van a generar más empleo, crecimiento e ingresos. Por otro lado, mal hechas, producen todo lo que no queremos. Es un tema grande e importante, y que lleva tiempo. No puede depender de un solo gobierno. Tiene que ser parte de un acuerdo.
–La idea del acuerdo está de moda, pero no se sabe muy bien aún qué debe contener.
–Si vamos a abrirnos hay que trabajar sobre la estructura de costos que está afuera de las plantas. Sobre el gran acuerdo, pienso en objetivos, claridad y reglas de juego para mediano y largo plazo para tener horizontes de previsibilidad. Hasta que no tengamos detalles es muy difícil opinar. El hecho de que estemos hablando ya es un buen principio de la conversación.
–¿Qué cree que va a pasar con el dólar teniendo en cuenta que es un valor clave para el precio de un auto en el país?
–Es verdad que los precios de los autos fluctúan mucho más con el tipo de cambio que con la inflación. El pass through de la devaluación a precios en la Argentina es alto porque el peso no cumple su rol como moneda y no es una reserva de valor. Es un problema que no es nuevo. La gestión del tipo de cambio va a influir mucho en los precios de la industria. Qué se puede esperar; es muy difícil tener una visión clara. Hoy hay controles del tipo de cambio. Con exportaciones creciendo, importaciones bajando, quitando la presión de los servicios de la deuda y un tipo de cambio administrado será una decisión y herramienta del próximo gobierno. Estamos muy expectantes sobre cuál va a ser la visión al respecto. Después del resultado de las elecciones veremos los próximos pasos sobre esa visión que existe sobre el peso.
–¿Cómo se trabaja sin esa certidumbre en una industria que invierte a largo plazo?
–El año que viene hacemos el gran desembolso para la inversión que está anunciada. Nuestro plan es seguir adelante con la misma.
–Esa plata se desembolsa pese a que haya cepo cambiario
– Si.
–¿Cómo tomaron el acuerdo bilateral con Brasil?
–No hay que mirar ese acuerdo solo, sino en el marco de todos a los que se está entrando. Tendremos que competir y la gran oportunidad es coordinando políticas con Brasil. No es cierto que no va a haber inversiones por el acuerdo, pero si alguno de los países no hace la tarea sí va a ser menos competitivo y va a perder inversiones.
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