Provincialización extrema en las campañas: los gobernadores y candidatos locales evitan a los presidenciables
La tendencia viene desde hace meses, sobre todo en el PJ, pero se profundizó junto a la agudización de la crisis económica; los mandatarios se ocupan de sus distritos y eluden apoyos
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CÓRDOBA.- Hace unos meses que se veía venir y ahora se consolidó: impera una provincialización extrema en las campañas de los candidatos a gobernador en todo el país. No solo hay desdoblamiento de elecciones, sino que los postulantes hoy no tributan lealtad a ningún precandidato nacional. En tiempos de decepción y de indignación de la sociedad, prefieren no tener figuras nacionales protagonistas en sus distritos. En el peronismo, ni la renuncia de Alberto Fernández a su postulación cambió las posiciones.
LA NACION relevó en todas las provincias en qué situación se encuentran los apoyos de los gobernadores a los que candidatos que pelean por llegar a la Casa Rosada. A diferencia de hace unos meses, cuando había inclinaciones hacia determinados nombres, ahora la respuesta generalizada es que la “prioridad” es el propio territorio y que, hacia adelante, harán valer ese poder.
El fenómeno se replica en el extremo opuesto: ningún precandidato nacional puede adjudicarse participación en los triunfos de Alberto Wereltineck (Río Negro) y Rolando Figueroa (Neuquén), las primeras dos elecciones provinciales del año. Ellos mismos se encargaron de aclararlo y, al mismo tiempo, desde su círculo chico subrayan que, llegado el caso, “acompañarán” lo que favorezca a sus distritos. Una estrategia que no difiere de lo que hace años viene pasando.
El analista Lucas Romero, director de Sinopsys, contextualiza que las conductas de los candidatos provinciales se dan en un ambiente “dramático” desde lo económico y lo social, desde los votantes tienen una “demanda de cambio”. El condimento extra que remarca es que la mayoría de las administraciones locales están “alineadas” con la nacional, con lo que corren el riesgo de “terminar contaminadas por el enojo y, en ese ambiente, se encierran para resistir las inclemencias del clima electoral. Asumen que se mueven en un contexto de derrota y le corren el cuerpo”.
Su colega Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, grafica con que en las provincias “todos están volando debajo del radar, que se sepa lo menos posible de ellos a nivel nacional”.
Enumera que hay tres razones para desdoblar las elecciones: que obligue la ley, que exista la conveniencia política para que lo nacional influya lo menos posible y que el que esté en el poder sea un partido provincial. “Esta vez todos buscan que no se discuta o se haga la menor mención posible del clima nacional”, apunta y enfatiza que la “crítica y el repudio principal” de la sociedad es a lo nacional. “A nivel local se pagan costos, pero menos”, resume.
En tres distritos los mandatarios ya tienen posiciones tomadas. Gerardo Morales (Jujuy) pelea en Juntos por el Cambio; Juan Schiaretti (Córdoba) “trabaja para consolidar” una tercera vía y Alberto Rodríguez Saá (San Luis) ya apoyó esa variante.
En el último año los peronistas cercanos al Frente de Todos (FdT) intentaron conseguir un nombre que los representara, querían tener su “candidato” y barajaron nombres como los de Juan Manzur, Jorge Capitanich y Sergio Massa. Este diario los consultó y, ahora, no se inclinaron por ninguno. Tampoco surgieron menciones de Daniel Scioli, Agustín Rossi o Eduardo “Wado” de Pedro, quienes declararon su interés en postularse.
La intensidad de los contactos y los debates de hace unos meses se fue diluyendo a medida que se acercan las elecciones locales lo que, a su vez, coincide con una profundización de problemas como la inflación y el crecimiento de la pobreza. Aquellos que encabezan distritos marcadamente peronistas invocan, a lo sumo, el nombre de Cristina Kirchner, quien anunció que no será candidata tras recibir la condena en la causa Vialidad.
El chaqueño Capitanich comparte con Axel Kicillof que Cristina Kirchner debería postularse. Si la vicepresidenta mantiene su decisión de no hacerlo, él se anotaría. En ese mismo grupo está Alicia Kirchner, quien espera que su cuñada dé indicaciones, y el riojano Ricardo Quintela, quien amagó con organizar un acto por “Cristina eterna” que, finalmente, no se dio.
Para Romero, los gobernadores que podrían aceptar una candidatura -como Capitanich- es porque “implica un posicionamiento nacional, aun perdiendo”. En cambio, dice, para los que tienen capital para exponer es “otra cosa”. Grafica con que si el peronismo fuera una escudería, “qué sentido tiene discutir el piloto sino sabés si vas a tener ruedas”.
Gildo Insfrán -quien hace unos días anunció que desdobla la elección y va por su octavo mandato- esperará la definición “orgánica”, aunque se inclina por la vicepresidenta. Gerardo Zamora evita cualquier definición, pero siempre fue cercano a ella. El santiagueño y un grupo de mandatarios del norte reflotaron la intención de ubicar un nombre propio en la fórmula presidencial. La elegida es Claudia Ledesma Abdala, presidenta provisional del Senado y esposa de Zamora. Pero nadie se anima a decir en público quien debería ser su acompañante.
Ante la consulta por las preferencias nacionales, las respuestas que dieron desde La Pampa (Sergio Ziliotto); Santa Fe (Omar Perotti); Entre Ríos (Gustavo Bordet); San Juan (Sergio Uñac), Misiones (Oscar Herrera Ahuad) y Catamarca (Raúl Jalil) difirieron en las palabras, pero no en el fondo: “por ahora ninguno”; “no nos metemos ni un poquito”; “la prioridad es la provincia y, en segundo lugar, la provincia”; “que resuelvan ellos, después vemos”; “demasiado trabajo cuidar lo propio para meterse en eso”. Incluso el fueguino Gustavo Melella, que en mayo del año pasado apoyó la reelección de Alberto Fernández, nunca más volvió sobre el tema y ahora está “concentrado” en la provincia.
El salteño Gustavo Sáenz fue pasando por distintos socios, como Massa en 2015, Mauricio Macri en el ballottage de ese año y el kirchnerismo en esta gestión. “Le interesa la provincia, no se mete en el debate nacional”, deslizan desde su administración.
En el caso de Juntos por el Cambio (JxC), en Mendoza tanto el actual gobernador Rodolfo Suarez como su potencial sucesor, Alfredo Cornejo, arrancaron muy cerca de Patricia Bullrich, pero hacen guiños también a Horacio Rodríguez Larreta, más allá de sus vínculos con la UCR. En Corrientes, la conducta de Gustavo Valdés es similar.
Comparación de escenarios
La apuesta que hacen algunos dirigentes provinciales es que si logran consolidarse en su territorios, el próximo gobierno nacional -el que descuentan que deberá afrontar muchísimos problemas- negociará con ellos.
Nejamkys admite que esa posibilidad está y su vigor dependerá, por supuesto, de cómo queda equilibrado el Congreso: “Los gobernadores son una task force en el Parlamento: aun el de la provincia más chica tiene legisladores y eso les da una capacidad negociadora y cualquiera que llegue al poder si quiere ejecutar una agenda de reformas tendrá que negociar”.
Romero difiere. Proyecta que el próximo escenario será “completamente distinto” al que tuvo Macri en el Congreso, aunque lo supedita a cuánto saque el ganador. Según las últimas mediciones de su consultora, aunque JxC viene recortando intención de voto, lograría entre 110 y 115 diputados y unos 33 senadores.
“A diferencia de Macri, que necesitó usar recursos para construir voluntad política, ahora esos legisladores podrían acordar con los liberales que no tendrán poder territorial -añade-. Si se da ese escenario, los gobernadores opositores deberán ver cómo hacen para conseguir ayuda. En el Senado será otra historia ya que no parece que (Javier Milei) vaya a tener fuerza allí”.
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