Protagonistas, pero con costos desiguales: cómo impactaron los incidentes sobre Cristina Kirchner y Horacio Rodríguez Larreta
Analistas políticos plantean que la vicepresidenta reafirmó su liderazgo, sin por ello solucionar su mayor déficit, mientras que al jefe de gobierno porteño quedó desdibujado y a merced de la polarización
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En extremos opuestos, Cristina Kirchner y Horacio Rodríguez Larreta fueron los protagonistas de un fin de semana de tensión, tras el enfrentamiento entre militantes kirchneristas y la Policía de la Ciudad frente al departamento de la vicepresidenta, en Recoleta. La escalada obligó al jefe de gobierno porteño a hablar desde la sede de Uspallata, rodeado por sus aliados, mientras otros socios de la coalición opositora comenzaban a cuestionarlo. Minutos después, fue Cristina Kirchner quien tomó el micrófono, pero desde un escenario montado en Juncal y Uruguay, para despotricar contra la oposición y volver a embanderarse en el peronismo.
El escándalo, sin embargo, tuvo un impacto desigual en los protagonistas. Analistas políticos coinciden en que los últimos episodios le permitieron la vicepresidenta ubicarse en un rol central y reafirmar su liderazgo, abroquelando al oficialismo, sin por ello superar el mayor déficit que amenaza su imagen: la crisis económica sobre los bolsillos de su electorado. Del otro lado, señalan que Rodríguez Larreta quedó ubicado en una posición de equilibrio incómodo: encontró un eje discursivo, pero no logró imponerlo y quedó a merced de las críticas del kirchnerismo y de sus aliados.
“Pareciera que la causa Vialidad más que perjudicar, beneficia a Cristina”, apunta la directora de Trespuntozero, Shila Vilker. La analista detalla que luego de la última semana de alegatos, la vicepresidenta consiguió la “centralidad” en la agenda y “el alineamiento del peronismo”, además de “mística” a la militancia.
Juan Negri, director de Ciencias Políticas en la Universidad Torcuato Di Tella, coincide en los sucesos del fin de semana le dieron un argumento a Cristina Kirchner para ubicarse en un rol central que salpica, además al Gobierno. “Logró que el Gobierno parezca unificado: le dio una razón para abroquelarse”, señala.
“El partido se unifica atrás de ella y la pone en posición de perseguida política, que creo que es un lugar cómodo para ella. Discursivamente ella lo usa muy bien. Hay un discurso de lawfare y comparación con Lula da Silva que el kirchnerismo utiliza. Más allá de que no creo que lo esté disfrutando, hace de la necesidad, virtud, porque la pone en un lugar de centralidad”, añade el politólogo.
Por su parte, el director de la consultora Aresco, Federico Aurelio, considera que la vicepresidenta adquirió un rol protagónico desde los cambios en el gabinete pero, tras cosechar el apoyo de diferentes sectores del Frente de Todos, ahora muestra con claridad su liderazgo. “Desde la óptica política ya no hay más doble comando: hay un solo líder que es ella”, plantea.
El politólogo Federico Zapata difiere de ese análisis y enfatiza que la crisis “le ha permitido [a Cristina] volver a abroquelar el kirchnerismo en el AMBA, que es lo que se logró movilizar”. El codirector de la consultora Escenarios agregó: “Me parece que todavía no logra el resultado esperado. No coincido con quienes plantean que está todo el peronismo adentro. Me da la impresión que los gobernadores y los intendentes han sido muy cautos y la CGT también. Lo que logra es el apoyo de la ciudadanía: el kirchnerismo más radicalizado” .
“Le dio algo de mística a una militancia que estaba achanchada: encontraron una causa justa, en un momento en que poner plata en el bolsillo parece muy difícil”, suma Vilker. Y advierte sobre una distinción medular para el kirchnerismo y sus planes para 2023: “La fuga en la adhesión a Cristina nunca tuvo que ver con cuestiones vinculadas a la corrupción sino con cuestiones vinculadas a bolsillo”. En esa misma línea, Negri plantea: “Quienes creen que es inocente siguen pensando que es una operación macrista y los contrarios piensan que es corrupta”.
Zapata remarca que la defensa que eligió la vicepresidenta ,a través de la politización de la causa, implica un posicionamiento político central de acá a las elecciones. “En la crisis del frente de todos la que mejor fidelizaba era ella. Me de la impresión que eso se acentúa, que va a tener un rol importante en el armado. Me parece que se agotó la forma de transitividad del poder en donde ella elegía una persona y esos votos se transferían. Ese dispositivo esta en crisis después de lo de Alberto Fernández”, plantea.
El impacto sobre Larreta
En el caso de Larreta, Vilker rescata que encontró un mensaje político que hace mucho no tenía, aunque no logró instalarlo: no logró su amplificación ni liderazgo interno. “Hace mucho tiempo que no tenía un mensaje político y creo que con la idea de paz social encontró un mensaje y un contraste: paz vs. violencia. Y como contrafigura a Cristina”, describe la analista, entre los “activos” que consiguió el jefe de gobierno porteño.
Aurelio suma que, al igual que cuando se enfrentó con el gobierno nacional por la quita de coparticipación, estas “oportunidades” le permiten al jefe de gobierno “presentarse frente a los otros precandidatos del espacio intentando capitalizar el protagonismo de la oposición y liderar el espacio frente al Gobierno”.
“Es una prueba más de las tantas que va a tener de acá a la campaña. Es un suceso que todavía está vigente. Habrá que ver cómo gestiona las diferentes dificultades para mostrar cómo gestionaría como presidente”, analiza.
Vilker, apunta que, al final del día, el jefe de gobierno porteño quedó posicionado como un “perdedor”. Y explica: “El tema de las vallas y de las decisiones que se tomaron fueron cuestionadas tanto desde el espacio interno como desde afuera. Existe una lectura de perdedor”.
“Termina quedando un poco desdibujado”, coincide Negri. “Se le presenta una oportunidad, pero está en la necesidad de hacer equilibrio entre apuntar a un votante centrista o a los duros de Juntos por el Cambio. Ese es el equilibro donde se siente poco cómodo”, agrega, aunque señala: “Tampoco creo que defina su candidatura”. El politólogo considera que el episodio de Recoleta “no cambia mucho el escenario político ya existente” y cree que tanto Cristina como Larreta, como así también Patricia Bullrich -que cuestionó el operativo porteño- “están apuntando a su electorado”.
“Es como un experimento abierto. Viene intentando, sin perder un eje en el centro, tener una especie de guiño hacia los posicionamientos más duros. Con la presión de la calle, eso aumenta. Esta política de radicalización del kirchnerismo no le sirve [a Larreta] porque la agenda de su espacio se radicaliza. Las dos coaliciones funcionan orgánicamente: cuando el oficialismo se tiende a radicalizar, automáticamente Juntos se empieza a tensionar, lo que fuerza a Larreta a salir de la zona donde mejor gravita y lo obliga a tomar posiciones más extremas. Si deja el lugar del medio alguien lo va a querer ocupar, como Facundo Manes”, describe Zapata.
El politólogo sintetiza que el jefe de gobierno porteño se encuentra en tensión entre el lugar donde él “tiene electorabilidad” y otro espacio, a donde lo llevan sus socios de Pro. “Las dos coaliciones tienden a confundir firmeza con radicalización. No saben ser firmes con posicionamientos ‘de centro’, entonces automáticamente para ser firmes van hacia los extremos. Cuando Larreta se corre, deja un espacio. Creo que está en un momento de ensayo, de prueba y error: mostrarse firme, radicalizándose lo menos posible para no perder el centro, pero lograr que le permitan competir los sectores más radicalizados”, resume.
Andrés Malamud coincide en que la revitalización del liderazgo de Cristina Kirchner termina perjudicando a Larreta. “La centralidad de Cristina Kirchner favorece a [Mauricio] Macri, no a Larreta. Los liderazgos de Cristina Kirchner y Macri son especulares: se retroalimentan, así que suben y bajan juntos. Y cuando suben, vacían el centro”, explica el politólogo.
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