Promesa a argentinos que quieren regresar
Kirchner se encontró con compatriotas
PARIS (De un enviado especial).- Sobre las escalinatas de una preciosa mansión parisiense el presidente Néstor Kirchner tomó aire, apretó el micrófono y en medio de su alocución dijo una frase que provocó la mayor ovación de la gira europea. "En sus rostros guardan historias, sentimientos, angustias...Vinieron a buscar su destino y lo encontraron, vinieron a buscar un pasaporte a la vida y lo encontraron. Vamos a trabajar para que vuelvan", dijo, mientras alzó levemente la voz, como si fuera un mensaje de campaña.
Los más de trescientos argentinos rompieron en un aplauso que duró un buen rato. El Presidente se anotaba, así, otro punto de oro en la segunda parte de la visita que desde hace cuatro días realiza por Europa.
Recordó a los amigos de su generación que debieron dejar el país en los setenta y habló de los que fueron empujados al exilio por el modelo neoliberal de los noventa. "Haremos que la Argentina recupere prestigio, pero no el prestigio de la sumisión; buscamos el prestigio de las ideas, de la capacidad intelectual, de la fortaleza espiritual que nos ponga nuevamente en el rumbo que nunca debió perder la Argentina", sostuvo Kirchner mientras la gente, en los jardines de la Maison de L´Amerique Latine, sobre el boulevard Saint Germain, asentía ante cada concepto.
El departamento cultural de la embajada argentina en París había organizado el acto para homenajear al Presidente en su paso por esta ciudad. El torturante calor llevó los termómetros a 35 grados, pero el calor mayor lo emanaba la gente que oía el discurso sobre los jardines de una vieja casona que perteneció a Martin Chacrot, un célebre psiquiatra francés que fue maestro de Sigmund Freud. El cielo amenazaba con descargar una típica tormenta de verano.
Al entrar en la casa, a poco de que el avión presidencial Tango 01 tocara tierra, Kirchner recibió el saludo de destacados argentinos que viven en Francia, como el académico Héctor Biancotti, la actriz Marilú Marini, el pianista Miguel Angel Estrella, el pintor Antonio Seguí y la doctora Diana Quatrocchi-Woisson, entre otros. El embajador Juan Archibaldo Lanús se encargó de las presentaciones.
Manuel Velazco Escudero, de 16 años, fue uno de los primeros en hacerse lugar y ponerse cara a cara con el Presidente. El joven llevaba una Constitución de Francia. "Por favor, quiero que me firme acá... Ojalá algún día le pida que me firme la argentina", le dijo. Kirchner firmó y le dio un abrazo.
De ahí en adelante fue casi una hora media de saludos y breves relatos de historias familiares. "Estoy segura de que voy a volver, quiero volver, en realidad. Me vine hace dos años porque no encontraba trabajo, pero extraño mucho...", confesó Mariela Tort, que por la emoción no pudo terminar la frase.
A cada rato se oían palabras de aliento, bien a la criolla: "¡Aguante, Kirchner!" o "¡Vamos, Presidente, no afloje...!". La comunidad argentina en Francia es muy grande y está interrelacionada; por lo tanto, varios de ellos presentaban a sus coterráneos y daban un breve (y a veces no tanto) currículum que indefectiblemente incluía la expresión "me gustaría volver".
Cauto optimismo
Alejandro Dagfal, platense, de 35 años, se hizo espacio y le pidió a Kirchner una foto con su beba Camila, que nació en Francia. Está con su esposa, Lorena, de Olavarría, desde hace cuatro años becados por la Fundación Antorchas. Ambos son licenciados en historia de la psicología. "Tenemos un optimismo cauto sobre la situación argentina", explicó, y dijo que se hace dura la vida lejos de la familia y de los amigos.
La primera dama estaba desbordante de alegría: "Esto es impresionante, impresionante... Me emocionó mucho escuchar las palabras de Néstor y ver, después de muchos años, a viejos conocidos de la época de la militancia universitaria".
Aunque parecía que quería seguir hablando, el Presidente salió de la residencia como si fuera Brad Pitt, rodeado de guardias de seguridad mientras le entregaban cartas, le pedían autógrafos y fotos. El protocolo exigía otro encuentro. Se lo veía trajinado, pero exultante. En el auto, antes de cerrar la puerta, alcanzó a decir: "Todos vamos a dejar todo para que la Argentina salga adelante; se lo prometo". Cinco minutos más tarde, se desmoronó el cielo de París en un largo chaparrón. Eso también le salió bien.
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