RESISTENCIA.– El apodo del río Bermejo –también llamado "río salvaje", por sus crecidas anuales– adelanta lo que pasa cuando se lo intenta cruzar, rumbo al norte. A un lado, el Chaco y la Argentina federal. Al otro, Formosa. Casi otro país, donde el federalismo se torna rebelde. Una provincia infranqueable, con reglas propias impuestas por el gobernador Gildo Insfrán, en el cargo desde 1995.
La pandemia empoderó la rebeldía de Formosa, que hoy impone un criterio propio para acceder a la provincia. No es sanitario. Ni siquiera legal. Ni un hisopado negativo ni la doble –y tan auspiciada– vacunación contra el Covid-19 son suficientes para moverse con libertad sin pasar por una cuarentena obligatoria en un centro de aislamiento gubernamental.
Tampoco lo es la condición de trabajo esencial, que alcanza al periodismo, y permite circular por todo el país a quienes prestan ese servicio, por una disposición del Poder Ejecutivo nacional (ratificada por el Congreso). Todos los intentos de LA NACION ante el gobierno local y en los puestos limítrofes para entrar en Formosa con el fin de reportar in situ sobre la situación de la provincia resultaron infructuosos.
"Ni las dos vacunas me salvaron. Trabajo en un centro de salud, recibí la doble dosis de Sputnik V y no me dejan pasar. ¿A quién voy a contagiar?", se lamentó Rubén Godoy, de 53 años, mientras esperaba frente a la comisaría de Puerto Eva Perón, del lado chaqueño del río, que las autoridades formoseñas habilitaran a su mujer a cruzar el puente para salir de Mansilla, adonde había viajado a visitar a un familiar. "No hay criterio. Esto va más allá de una cuestión sanitaria". Mansilla es la localidad predilecta para entrar a Formosa: se llega por la ruta nacional 11, que conduce a la capital provincial y a Asunción del Paraguay. Además, está a 40km de otro acceso a Paraguay, el paso Colonia Cano, hoy cerrado.
La policía de Formosa se instaló, desde hace meses, en el puente que separa Mansilla de Puerto Eva Perón, y no deja poner un pie en la provincia, sin autorización del Consejo de Atención Integral de la Emergencia Covid-19, coordinado por el propio Insfrán. Un cartel azul, en la mitad del puente, advierte la barrera: "A 100 mts. control policial". Detrás del cartel, dos conos naranjas bloquean el carril de la ruta que tiene dirección norte y, más adelante, un vallado metálico termina por bloquear el paso.
Sobre el puente interprovincial, se improvisaron un refugio de madera y otro de chapa, con dos pupitres escolares que hacen de mesa, un dispenser de agua y algunos enchufes para cargar celulares. Por el calor del mediodía del viernes, el oficial Ayala abandonó los puestos y buscó refugio unos metros más adelante, bajo la copa de un árbol, en donde se acomodó en una reposera de cintas plásticas, azules y blancas.
"La directiva es que tramiten sí o sí el permiso de ingreso y se pongan en cuarentena, como lo hacen todos los que quieren entrar", indicó el oficial, que se paró a obstaculizar el primer intento de LA NACION de ingresar a Mansilla. Luego de consultar al Consejo y al comisario a cargo, la decisión policial se mantendría igual durante toda la tarde. También, al día siguiente. "El permiso se debe tramitar del otro lado del puente, en el Chaco. Nadie puede frenar acá", agregó el comisario, y advirtió que podían pasar varios días sin recibir una respuesta a la solicitud: "Mínimo tres, dependiendo de la situación. El Consejo asignará una fecha y hora de ingreso".
"Del otro lado del puente", en Puerto Eva Perón, supieron haber hasta 50 formoseños varados, durante un mes, en autos y carpas, a la espera de la habilitación para poder entrar a su provincia, según indicó a LA NACION el subsecretario de Seguridad Vial de Chaco, Juan Basail. "Hasta hace un mes, era una locura. Fue grave para nosotros porque las personas se quedaban varadas de nuestro lado y teníamos que asistirlas con nuestros recursos", continuó el funcionario, y afirmó: "Ahora no es nada, Formosa está mucho más accesible. Con un permiso, se entra".
Se entra, ante la condición innegociable de que "la persona autorizada acepta cumplir una cuarentena obligatoria en un Centro de Alojamiento Preventivo, de acuerdo a los criterios y directivas de las autoridades competentes, suscribiendo a su arribo el consentimiento informado correspondiente", según se detalla en la página web del gobierno provincial.
Cien veces "no"
Ni un testeo rápido y un PCR –ambos con resultado negativo–; ni un certificado único de libre circulación nacional habilitado; ni una acreditación periodística; ni cinco llamadas y múltiples mensajes de WhatsApp al ministro de Gobierno, José González; ni otros cinco intentos telefónicos fallidos e intercambio de mensajes con el colega y subsecretario de Medios de Insfrán, Sergio Recalde; ni un ida y vuelta de mensajes con Julián Bibolini –epidemiólogo asesor del comité de emergencia de Covid-19–, ni el llamado, sin respuesta, a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, fueron suficientes para adaptar, en pos de la libertad de información, la cláusula provincial que exige la puesta en cuarentena.
El gobierno de Insfrán sí había hecho la excepción para recibir al secretario de Derechos Humanos nacional, Horacio Pietragalla, que viajó a la provincia después de la repercusión pública que tuvieron las denuncias sobre malos tratos, arbitrariedades y condiciones insalubres en los centros de aislamiento que gestiona la provincia.
"Los protocolos están en la página", "los ingresos se hacen cumpliendo el protocolo", fueron las únicas respuestas recibidas, tras probar acceder a Formosa dos veces por Mansilla, y una por la localidad de El Colorado, 150 km al oeste.
Incluso con permiso emitido, los obstáculos continúan. "Yo tengo mi hisopado negativo y mi permiso, pero, como no tengo dinero, me vine a dedo y no me dejan pasar caminando. Solo podés hacerlo con auto", dijo a LA NACION Ana María León Pacheco, venezolana, de 36 años, que recibió la orden policial de volver a Chaco, al intentar cruzar a Formosa caminando. Explicó: "Ellos quieren asegurarse que no quedas dentro de la provincia, entonces te exigen moverte en un vehículo particular o en transportes que repatrían".
La intención de León Pacheco no era quedarse en Formosa sino cruzar a Paraguay, para encontrarse con su pareja. "Quiero llegar a Paraguay con mi familia porque estoy en situación de calle. Pero no puedo pasar si no es con remís, que me va a cobrar dinero que no tengo", insistió, mientras conversaba con Sebastián Rodos, también varado, al costado de la ruta 11.
La espera interminable
Rodas, de 32 años, también intentaba llegar al país vecino, a reencontrarse con familiares, con un permiso para mudanza. Tras 14 años de vivir en La Matanza, se quedó sin su trabajo de remisero y decidió volver a su país. Un amigo le hizo el favor de llevarlo hasta la frontera. Se hisoparon en Buenos Aires, y emprendieron viaje. El viernes, alrededor de las 19, estaban próximos a pasar una segunda noche en el auto, aún a la espera del resultado del hisopado.
"En el control de Camineros del Chaco ya nos dijeron que no insistamos, que la policía de Formosa no nos iba a dejar pasar", indicó Rodas. "Yo esto mucho no lo creía, porque desde Buenos Aires lo vemos por la tele, pero ahora estoy en la realidad", agregó Pablo, su amigo.
A fin de controlar el amontonamiento de personas varadas en las banquinas de las rutas chaqueñas, la Secretaría de Seguridad de Chaco comenzó, aproximadamente un mes atrás, a exigir el permiso de ingreso a Formosa a toda persona que ingrese a Chaco con la voluntad de dirigirse al territorio de Insfrán.
"A partir de los problemas con los varados, implementamos que, al ingreso de la provincia de Chaco, se deba presentar el permiso para ingresar a Formosa. De lo contrario, las personas no pueden entrar a Chaco", explicó a LA NACION Basail, el titular de Seguridad chaqueño. "En Corrientes pasa lo mismo", agregó.
Las decisiones del gobierno de Insfrán hacen eco en las provincias linderas, que asumen responsabilidad por las personas varadas. Al mismo tiempo que alegan "flexibilizar" el acceso, la barrera de paso se ensancha, y los formoseños que no tienen permiso, quedan retenidos cada vez más lejos de su lugar.
"Formosa es un mundo aparte. Ellos nos tiran toda la changa a nosotros, y no le explican a la gente qué requisitos necesita cumplir para pasar. Esto no es nada, en comparación a meses anteriores. Pero Insfrán nunca aflojó", afirmó el cabo Matías Fernández, de la comisaría Puerto Eva Perón. Fernández coincidió con Basail acerca de la asistencia que suele prestar Chaco a las personas retenidas en la frontera. "Nosotros le damos asilo a los que podemos y les prestamos el baño", indicó.
El despliegue de recursos chaqueños en pos de la provincia vecina no se limita a la atención en los pasos fronterizos, sino que se traslada a Resistencia, la capital de Chaco, ubicada a 100 kilómetros del acceso a Mansilla. En Laboratorios Chaqueños, gestionado por capital mixto, que se ubica al lado del Hospital Perrando, se canalizan los hisopados de unos 20 formoseños por día, muchos de ellos rebotados en la frontera por no presentar el estudio.
"Acá hisopamos a todo aquel que quiera salir de Chaco. Hacemos testeos a 200 personas por día, pero el mayor problema son los formoseños, porque no podemos hacerles un hisopado rápido. El gobierno de Insfrán les exige un PCR, que cuesta cuatro veces más que el test rápido. El costo lo asume la provincia de Chaco", explicó a la nacion una fuente del personal del laboratorio, cercana al gobernador chaqueño Jorge Capitanich. Según la fuente, la destinación de recursos chaqueños a la provincia vecina radica en evitar "llegar a un choque" entre los gobernadores. "Capitanich nunca estuvo de acuerdo en lo que hace Gildo".
El gobierno de Alberto Fernández juega con el margen que le dio la visita a Formosa de Pietragalla y el recibimiento, en Buenos Aires, del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a la organización Amnistía Internacional, que denunció violaciones de derechos humanos en la provincia.
El gabinete de Insfrán maquilla flexibilidad en el acceso a la provincia, pero, entre otros derechos, sigue impidiendo el ejercicio de la libertad de expresión. Los medios enfrentan restricciones muy fuertes para hacer una cobertura del lugar, sin intervención del Estado nacional. Lo dijo la fuente del laboratorio: "Al caudillo no lo baja nadie. No te metas con el Caudillo, porque se arma despelote".
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