Procuración y aborto, dos temas que agudizan las tensiones entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández
Nada es casual, sostienen en algunos despachos oficialistas del Senado cercanos a Cristina Kirchner, en los que ven en la decisión del Gobierno de resucitar el debate sobre el aborto mucho más que la palabra presidencial empeñada en la campaña.
Para más de un kirchnerista el eventual envío del proyecto tiene por objeto entorpecer la reforma de la ley del Ministerio Público Fiscal que la vicepresidenta planea tener aprobada, al menos en el Senado, antes de fin de año.
Con un tema tan importante en la mesa de debate público, razonan en el ecosistema kirchnerista, difícilmente la vicepresidenta pueda distraer los esfuerzos legislativos para discutir una cuestión que incomoda al Poder Ejecutivo.
En otras palabras, algunos seguidores de Cristina Kirchner ven en el repentino interés por el aborto una jugada de Alberto Fernández para obligar a la expresidenta a dejar de lado su intención de modificar la mayoría necesaria para designar al procurador general de la Nación.
El candidato propuesto por Alberto Fernández, el juez federal Daniel Rafecas, ya advirtió que no está dispuesto a aceptar el cargo si se relaja la mayoría de dos tercios que exige la normativa vigente.
La respuesta del kirchnerismo fue contundente. Martín Doñate (Río Negro) le dijo a Rafecas que nadie le impone condiciones a los senadores oficialistas. Su compañera de bloque, María de los Ángeles Sacnun (Santa Fe), confirmó que el pliego del postulante, que duerme desde marzo en la Comisión de Acuerdos, que preside la oficialista Anabel Fernández Sagasti (Mendoza), se tratará después de que se modifique la ley. Los tres legisladores responden sin cortapisas a las órdenes de Cristina Kirchner.
Pero las lecturas desconfiadas en el Instituto Patria van más allá de la oportunidad. También apuntan a la persona elegida por el Gobierno para dar luz verde al debate del aborto. A muy pocos les pasó por alto el esto de que la elegida para confirmar la noticia, ya que Dora Barrancos les había estropeado la primicia, fuera Vilma Ibarra.
La secretaria de Legal y Técnica es una vieja adversaria de Cristina Kirchner. Autora de un libro que puso al descubierto las contradicciones de la entonces presidenta ("Cristina versus Cristina", publicado en 2015), Ibarra tiene asegurado, junto a Sergio Massa, un lugar especial en la lista de cuentas pendientes de la vicepresidenta.
Mensajes
Estas lecturas no hicieron más que agudizar el malhumor de la vicepresidenta con Alberto Fernández y se suman a un escenario de comunicaciones cortadas, confirmadas desde ambas puntas de la línea telefónica, y de cartas abiertas con quejas por "funcionarios que no funcionan".
Por eso a nadie extrañó que, desde que Ibarra irrumpió en un canal de noticias para hablar del aborto, desde la presidencia del Senado le hicieran llegar mensajes poco alentadores a la Casa Rosada.
No están los votos en el Senado para sancionar el aborto fue la principal advertencia que allegados a Cristina Kirchner le enviaron, a través de los medios, al Gobierno.
Si bien se basan en datos reales, las advertencias tienen más que ver con la molestia por haberse enterados por los medios del envío del proyecto que con un escenario real.
Sobre 71 senadores activos (el peronista antiabortista José Alperovich está de licencia, denunciado por violación), el rechazo al aborto reúne 35 votos en contra, en tanto que 32 respaldarían la propuesta.
Esto deja un universo de cuatro votos sin definición que definirían la votación. Lo que parece haber aprendido el kirchnerismo, y que el Gobierno no ha tomado nota, es que detrás de quienes no adelantan posición se esconde un rechazo.
Sin embargo, Cristina Kirchner sabe que el fracaso es un lujo que no puede darse ahora que es vicepresidenta. Por eso, llegado el momento de la verdad, van a estar los votos necesarios para legalizar el aborto. Más aún, no son pocos los kirchneristas que se entusiasman con un voto de desempate salvador.
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