Procesaron a la anarquista que atentó en la Recoleta
delito. Anahí Salcedo había quedado herida y ahora está detenida en Ezeiza
El juez federal Julián Ercolini procesó con prisión preventiva y embargó por $1 millón a la militante anarquista Anahí Salcedo, por la colocación de un explosivo casero en el cementerio de la Recoleta, el 14 de noviembre de 2018, y por integrar el grupo que, además, procuró atentar contra el juez Claudio Bonadio en su domicilio del barrio de Belgrano.
El día del atentado, Salcedo había entrado al cementerio en silla de ruedas y, tras la explosión, quedó con lastimaduras graves en la cara y sufrió la amputación de tres dedos de su mano. Tras el suceso, la anarquista estuvo internada en grave estado en el Hospital Fernández de la ciudad de Buenos Aires hasta el 10 de enero. Luego fue trasladada a la cárcel de Ezeiza, donde se encuentra detenida.
Debido al estado de salud, el juez no había resuelto la situación procesal de la anarquista y, hasta ayer, era la única de los acusados que no estaba procesada.
Sí lo estaban los integrantes del grupo que se encontraba detrás de los hechos. La Cámara Federal porteña había procesado a Hugo Rodríguez -pareja de Salcedo-, Gastón Cárdenas, Julieta Fernández, Clarisa Cárdenas, Juan Manuel Rodríguez, Ernesto Marinageli, Roberto Medina, Álvaro Godoy, Marcelo Medina y Marco Viola.
"Formaron parte de una organización, la cual dispusiera de distintos objetos, entre ellos material explosivo y elementos para su fabricación e instrumentación, con el fin de utilizarlos para la comisión de delitos contra la seguridad común; ello con el objeto de infundir temor público como modo de imponer sus ideas y utilizarlos para la comisión de delitos contra la seguridad común", concluyó el juez.
El atentado en el cementerio de la Recoleta no solo hirió gravemente a la anarquista: también provocó daños en el lugar y en sectores adyacentes. Para el magistrado "se puso en peligro la integridad física de personas indeterminadas".
La finalidad del ataque era colocar una bomba en la sepultura del excomisario Ramón L. Falcón, de quien ese día se cumplían cien años de su muerte, por una bomba que colocó el anarquista Simón Radowitzky.