Procesan por complicidad a Lagomarsino, y a los custodios de Nisman, por encubrimiento
fallo. El juez Ercolini mantuvo la hipótesis de que el fiscal de la causa AMIA fue asesinado
El fiscal Alberto Nisman murió asesinado de un tiro y uno de sus hombres de confianza, el técnico informático Diego Lagomarsino , participó necesariamente de su homicidio al proporcionar el arma ilegal que sirvió para ultimarlo. Esa es la conclusión del juez federal Julián Ercolini, que además señala en su fallo que tres de los cuatro policías que debían custodiar al fiscal fueron encubridores, al demorar la intervención de las autoridades. El magistrado procesó a Lagomarsino por considerar que fue quien le dio al fiscal de la causa AMIA el "arma amiga" con la que luego se intentó simular un suicidio, y a los custodios Néstor Durán, Luis Miño y Armando Niz, por encubrimiento y violación de deberes de funcionario, cargo que alcanzó también al policía Rubén Benítez. "Estoy destruido, me shockeó, no me lo esperaba, podía pasar, pero igual no lo creía", dijo Lagomarsino, anoche, a LA NACION.
El técnico informático indicó que aún no había leído las 656 carillas del fallo y que se va a reunir con su abogado Gabriel Palmeiro en las próximas horas.
Esta es la primera vez que un juez dice que Nisman fue asesinado el 18 de enero de 2015 en su departamento de Puerto Madero y que señala a responsables por su muerte.
Los autores del crimen, de todos modos, siguen siendo desconocidos, pero la pesquisa avanza para determinar si se encuentran entre personajes del mundo del espionaje que rodeaban la investigación de la causa AMIA.
Por esta denuncia, la presidenta Cristina Kirchner tiene prisión preventiva, que no se ejecutó porque la protegen sus fueros de senadora.
El juez decidió que Lagomarsino siga en libertad, pero controlado con una tobillera electrónica con GPS que le impide alejarse 100 kilómetros de su casa, le prohibió salir del país, tener pasaporte, alejarse de su casa por más de 24 horas y presentarse en el juzgado cada 15 días. Lo mismo para los policías, pero sin la tobillera.
Además, el juez embargó a Lagomarsino hasta la suma de 15 millones de pesos e inmovilizó y congeló sus fondos al igual que los de los policías.
Ercolini sostuvo que Lagomarsino “fue la última persona que se comprobó que vio con vida a Nisman” y que se alejó de su departamento de las Torres Le Parc a las 20.30 del sábado 17 de enero de 2015. Esta hora es muy cercana a la hora de la muerte que establecieron los expertos de la Gendarmería Nacional que ampliaron el rango contemplado inicialmente. A partir de acá todo lo que se sabe es por explicaciones de Lagomarsino.
Para el juez está probado que la muerte de Nisman ocurrió de un solo tiro y que salió del arma registrad a nombre de Lagomarsino, una Bersa 22 de origen irregular, de una “prima de su suegro”, pero que para el juez, en verdad, no era de nadie.
Nisman volvió de Europa a la Argentina de improviso, para denunciar al gobierno, y murió un día antes de presentarse ante una comisión en el Congreso para explicar su denuncia.
Al único que dejó entrar a su casa fue a Lagomarsino.
Ercolini dijo en su fallo que está descartado que Nisman hubiera tenido una tendencia de personalidad suicida. “La muerte del fiscal Nisman no obedeció a un suicidio y habría sido producida por terceras personas y en forma dolosa”, escribió, sin dejar lugar a dudas.
“Habría existido una intencionalidad, cuando menos desde algún sector oficial, de instalar la idea de una muerte voluntaria, privada y en soledad de Nisman”, dijo Ercolini, sembrando sospechas sobre autoridades kirchneristas. A esto sumó el acompañamiento de declaraciones de funcionarios “abonando la idea de suicidio”, incluida la propia Cristina Kirchner en una carta publicada en Facebook, hipótesis de la que luego se desdijo. El propio Lagormasino abonó esta idea, según el juez. Ercolini dijo que Lagomarsino se victimizó todo el tiempo, mientras “consolidaba públicamente la imagen penosa” que exhibe. Al mismo tiempo, la entonces fiscal del caso Viviana Fein insinuaba dudas sobre la muerte de Nisman, pero anunciaba explícitamente que la autopsia no permitía inferir la participación de terceras personas.
Lagomarsino se presentó al día siguiente de la muerte ante la Justicia y no se lo tuvo como sospechoso de una muerte violenta. Dio allí su versión de que Nisman le había pedido el arma para protegerse. Esta versión, dijo Ercolini, sólo podría ser refutada por Nisman. “Sólo podría ser un sospechoso central en un caso de homicidio”, dijo el juez, pero en realidad se lo consideró “un desventurado que cándidamente le prestó su arma a un suicida y no como un sospechoso directo”, lo que es para Ercolini “algo insólito e inverosímil y sólo concatenable con una decisión de que se considerara que Nisman se quitó la vida”. Ercolini refutó los argumentos del técnico informático: “Es incomprobable, pero aparte debe ser tildado de inverosímil y como un intento defensista de quitarse responsabilidad, que el fiscal Nisman le haya pedido a Lagomarsino un arma de fuego para la seguridad de sus hijas. Ante todo, porque ninguna de sus hijas se encontraba en el país”, escribió el juez. Además sumó como indicios en contra de Lagomarsino la desprotección de los equipos informáticos que debía resguardar.
Al enumerar el rol de los custodio, el juez dijo que “a pesar de que pasaron horas sin saber de Nisman y sin que atendiera sus llamadas, permanecieron sin dar aviso a sus jefes”. “Nisman no atendía llamadas, no había recogido el diario en la puerta de su casa, no respondía el timbre y sin embargo ni los custodios Miño y Niz avisaron a sus superiores. Todo esto hizo que se dilatara el hallazgo del cuerpo, lo que sumado a que se pronunciaron por la idea de la muerte voluntaria se traduce en un claro intento por darle credibilidad a la versión del suicidio”, enumeró el juez. Y concluyó que los custodios “buscaron demorar la actuación policial y/o judicial en el homicidio”.
Como consecuencia, los procesó por encubrimiento.
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