Primer Tiempo: Mauricio Macri presenta su libro, rodeado de dirigentes y exfuncionarios
Invitó a unas 700 personas al Centro de Convenciones de la ciudad; Larreta, Marcos Peña, Cornejo y Bullrich estarán en el auditorio y conectará virtualmente con Vargas Llosa y otros intelectuales; los párrafos centrales de las memorias
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El expresidente Mauricio Macri presentará esta tarde su libro Primer tiempo, en el que repasa sus cuatro años de gestión en la Casa Rosada. Lo hará con un acto en el Centro de Exposiciones de la Ciudad de Buenos Aires, al lado de la Facultad de Derecho, ante 700 invitados entre los que se mezclarán dirigentes de primera línea de Juntos por el Cambio y exfuncionarios de su gobierno.
Marcos Peña, el jefe porteño, Horacio Rodríguez Larreta; la presidenta del Pro, Patricia Bullrich; y el titular de la UCR, Alfredo Cornejo se cuentan entre quienes confirmaron asistencia. En principio, no se espera a Elisa Carrió. Por videoconferencia, Macri conectará con Mario Vargas Llosa, el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti, el director de cine Juan José Campanella y el filósofo español Fernando Savater.
El libro se publicó ayer, en medio de una polémica por las librerías que anunciaron su intención de no venderlo o no exhibirlo en sus mesas. En la preventa por vías digitales Primer Tiempo agotó su primera tirada de 25.000 ejemplares, lo que obligó a imprimir otra edición de 30.000.
A lo largo de 303 páginas y trece capítulos, el expresidente revisa distintos aspectos de su mandato para hacer un balance de su legado.
Primer tiempo comienza la noche del 9 de diciembre de 2019, con un relato de Macri sobre su último encuentro con su equipo de gobierno. Luego, Macri repasa distintos ejes de su gestión y analiza la “herencia” que recibió de Cristina Kirchner, su relación con la Iglesia y el papa Francisco, los sindicatos, y los referentes del PJ. A su vez, habla de su vínculo con los jueces federales de Comodoro Py y el denominado “círculo rojo”, y el impacto de la derrota de las PASO de 2019.
A continuación, un repaso de las principales definiciones políticas y económicas de Macri:
¿Por qué no contó la “herencia”?
La primera es que, en efecto, nos habían dejado una bomba sin explotar cuya mecha era verdaderamente corta. Quien mira los números en detalle puede ver que con ese déficit, ese atraso cambiario, ese Banco Central con reservas netas negativas y esa inflación contenida artificialmente, con cepos de todo tipo, la bomba ahí estaba. Pero mi responsabilidad como piloto del avión era convencer a los argentinos y a los mercados de que la bomba no iba a explotar. Me habían entregado un avión en problemas que requería maniobras urgentes para ser estabilizado. Si en lugar de calmar a los pasajeros y decirles que la situación estaba bajo control, los asustaba diciendo que teníamos una bomba a punto de explotar, la situación podría haberse vuelto caótica.
Cristina Kirchner
La expresidenta no está bien. No sé si alguna vez lo estuvo. Ya durante sus mandatos notaba un padecimiento interno muy grande. Tiene una verdad de sufrimiento muy dura, una serie de cosas no resueltas desde muy atrás que sólo ella debe saberlas. La psicología de cada ser humano es muy compleja. En mi caso, después de la experiencia de haber estado secuestrado opté por el psicoanálisis, precisamente, para alejarme de todo tipo de construcciones artificiales y poder entenderme todo el tiempo.
Pero ella es una persona que hoy es toda una construcción artificial o irreal. Ella cree de verdad, se ha convencido, de que todos sus problemas con la Justicia son producto de decisiones arbitrarias de los medios y los jueces. Jamás en mi vida me preocupé por una sola causa de ella, no hablé con ningún juez acerca de sus causas.
Tal vez esto explique su permanente deseo de venganza.
La Iglesia, en rol opositor
Hoy creo que al menos un sector importante de la Iglesia tomó partido en contra de nuestras políticas y se convirtió de manera activa en parte de la oposición. Esta situación causó mucho dolor en el enorme número de católicos que nos manifestaban su apoyo, aún en los momentos más duros. Y también en ministros, funcionarios y en mí mismo, que sintiéndonos parte de la Iglesia por nuestra fe y nuestro compromiso vimos con mucha tristeza cómo esta se alineaba con la crítica más dura al gobierno.
No sé cuáles fueron las razones de este alineamiento. No sé por qué la Iglesia agitó el tema del hambre en plena campaña electoral o cuál fue el objetivo de sus hombres al hacerlo. Tampoco sé si desde el Vaticano esto fue estimulado en las numerosas reuniones que el papa Francisco mantuvo con sindicalistas y opositores. Hay quienes dicen que sí.
Sergio Massa, una decepción
En esas primeras semanas también viajé a Davos, donde el recibimiento de los líderes políticos y empresarios fue de mucho entusiasmo hacia el proceso que estábamos empezando. Invité al viaje a Sergio Massa, como representante de una oposición sensata dispuesta a apoyar las medidas centrales de normalización de la economía. Quería mostrarle el mundo a Sergio y a Sergio frente al mundo, para que vieran que había peronistas racionales, democráticos y con visión de largo plazo, tan convencidos como yo de lo que había que hacer. Lamentablemente, el tiempo demostró que esa caracterización de Massa era más una ilusión mía que una realidad.
Mercado Libre y el reino del revés
Mientras escribo estas líneas leo con una enorme tristeza que Marcos Galperín, el fundador de Mercado Libre, la empresa más valiosa de la Argentina, decidió radicarse en Uruguay. Si un hecho resume todo lo que está mal en nuestra vida económica es difícil de encontrar uno que sea peor. Necesitamos muchos Galperin, muchas compañías como la suya, que combinan innovación, trabajo joven, creación de valor, talento. Y de pronto, en lugar de cuidarlos y multiplicarlos…los expulsamos. El reino del revés.
La relación con Hugo Moyano
Con todos los actores de la vida política, social y económica intenté transmitir siempre una visión diferente. Con Hugo Moyano también. Su fuerte antikirchnerismo durante el segundo mandato de Cristina Fernández provocó que tuviéramos un diálogo más cercano y llegásemos a compartir el escenario en el acto de inauguración del monumento a Juan Domingo Perón, frente al edificio de la Aduana.
Al principio, Moyano parecía estar de acuerdo con mi visión. Era evidente que la cantidad de beneficios arbitrarios y privilegios que él y el gremio de Camioneros habían obtenido se volvieron contraproducente para la productividad del país. Y, como un perro que quiere morder su propia cola, menor producción significa siempre menos trabajo y menos camiones.
El ”plan V”
Estuve dispuesto a considerar seriamente el Plan V si se demostraba que el cambio incrementaba nuestras chances de continuar. En abril, dos noticias parecían alentar la alternativa de una candidatura presidencial para María Eugenia. Por un lado, había presiones desde el mundo financiero reclamando un cambio de timón, o más bien de timonel. Por el otro, Alejandro Catterberg, uno de los más respetados encuestadores del país, le había hecho saber a Marcos que las chances de mi reelección, de acuerdo a lo que observaba en sus estudios, se estaban extinguiendo.
Me llamaba la atención que Felipe González (expresidente de España) no hiciera ninguna mención del famoso «Plan V» del que tanto se estaba hablando. Como no me decía nada, antes de concluir nuestro encuentro le pedí su opinión. Su posición fue muy clara y contundente. Me dijo que era absurdo dar un paso al costado en ese momento. Si yo aceptaba como un hecho mi propia derrota iba a ser imposible empoderar a alguien para que tuviera chances de éxito. Y, como si esto fuera poco, esa decisión nos debilitaría ya definitivamente y nos impediría llegar al final del mandato.
El “error” con Lopetegui y Quintana
Con ellos, además, cometí un error grave a finales de 2016 cuando dije en una reunión de Gabinete ampliado, en el CCK, que eran “mis ojos, mis oídos y mi inteligencia”. No fue una frase premeditada ni un mensaje indirecto contra nadie: simplemente quise manifestar mi satisfacción por el vínculo que habíamos formado. Pero me arrepentí casi instantáneamente después de haberla dicho, porque con esa frase les di un protagonismo y una relevancia que generaron un contraataque inevitable, dentro y fuera del gobierno.
Crítica al Gobierno por la reforma jubilatoria
No tengo dudas de que el cambio fue el mandato que recibimos de la mayoría de los argentinos. Hoy me queda más claro que todos nuestros votantes querían un cambio político después de 12 años de kirchnerismo. Pero no todos querían el cambio económico. Esto nos debilitó al impedirnos contar con la autoridad necesaria para emprender las reformas económicas estructurales que el país necesita.
De hecho, y pese a todas las piedras -en este caso literales-, pudimos avanzar con una modesta reforma previsional cuyos efectos positivos se extinguieron con el cambio de gobierno. Fue otra de las tantas vueltas atrás que protagonizó el kirchnerismo. Como si se tratara de una monarquía, el dedo del Poder Ejecutivo se volvió amo y señor de las jubilaciones. Me resulta increíble que los mismos que se rasgaron las vestiduras ante nuestra fórmula sean los mismos que decidieron meses después meterle la mano en los bolsillos a nuestros jubilados.
Los empresarios
Los empresarios son miembros clave del círculo rojo. Los conozco bien. Al fin y al cabo, yo mismo vengo de ahí. Como en todo conjunto humano, existe una gran diversidad. Están los que quieren trabajar de verdad en un ambiente de reglas claras, sano y sin corrupción. Y, por supuesto, están los otros, los vivos, los que prefieren un entorno amañado, los que apuestan a la trampa y han aprendido a vivir a costa de los beneficios que se pueden obtener en un sistema que permite ese tipo de conductas.
Una parte importante de nuestro empresariado ha tenido comportamientos corporativos y proteccionistas y tiene su cuota de responsabilidad en nuestro estancamiento colectivo.
“Peña, Vidal y Larreta tienen un futuro enorme”
Muchas veces me preguntaron por qué no elegí tener un ministro de Economía más poderoso, que concentrara todas las decisiones económicas. De hecho, fue una crítica habitual en algún período de la gestión: se decía que la falta de un superministro de Economía generaba fallas de coordinación que dificultaban la ejecución de un plan económico integral. También escuché que yo había decidido no tener un ministro poderoso porque no quería que nadie compitiera conmigo.
Nunca lo vi de esa manera. Para empezar, nunca me molestó el crecimiento de las personas que tengo a mi alrededor. Al revés: siempre impulsé a la gente que trabajaba conmigo a asumir nuevos roles y convertirse en dirigentes importantes. Marcos, María Eugenia y Horacio, por ejemplo, crecieron a mi lado y me produce mucho orgullo ver los roles que han tomado y su recorrido en estos años. Y los tres tienen un futuro enorme por delante, que continuará más allá de lo que haga yo o de lo dure mi carrera política.
Dardo a Axel Kicillof
Este episodio muestra la diferencia de calidad humana y política entre María Eugenia Vidal y Axel Kicillof. María Eugenia, que realmente no tenía un peso para pagarle a nadie, hizo su mayor esfuerzo para no quejarse y salir adelante. Kicillof, que recibió más de 30000 millones de pesos en la caja, se quejó amargamente de la situación recibida, como si no le alcanzara ni para pagar una caja de fósforos.
La designación por decreto de Rosenkrantz y Rosatti
Creo ahora que fue un error haber promovido la designación en comisión de los jueces. Lo atribuyo a aquella urgencia por cubrir los cargos vacantes y a la gran cantidad de temas que debíamos resolver en los primeros días de gestión. El costado positivo es que nadie cuestionó a Rosenkrantz y Rosatti, que meses después fueron votados por muy amplias mayorías en el Senado.
Dura crítica a Horacio Rosatti
Cuando circulamos los nombres de ambos candidatos entre los miembros de la coalición, para obtener su aprobación y apoyo, Rosenkrantz fue aceptado unánimemente. Sesín (Domingo), sin embargo, fue cuestionado por algunos dirigentes importantes de Cambiemos y se llegó a a un acuerdo para nominar en su lugar a Horacio Rosatti. Me arrepiento de haber cambiado a Sesín por Rosatti. Rosatti terminó fallando sistemáticamente en contra de las reformas y la modernización que impulsamos, favoreciendo así el stato quo populista.
El rol de Jaime Durán Barba
Muchos le atribuyeron a Jaime un poder que nunca tuvo. No participaba del día a día de las decisiones. Es más, mis encuentros con él, ya fuera como consultor o como amigo una vez llegado a la presidencia, se fueron espaciando cada vez más precisamente porque lo impedía la intensidad del ritmo cotidiano.
El debate por el aborto
Para mí fue un proceso traumático. Yo estoy a favor de la vida y lo he repetido en innumerables ocasiones. Por mi formación, por el colegio al que fui, por la influencia decisiva que tuvo mi abuela. Pero también sé que esto choca de frente con mi liberalismo. Existe una tensión porque, de acuerdo con mi visión, cada uno debe poder vivir de acuerdo a sus convicciones en tanto no dañe a los demás. Y la cuestión del aborto puso de manifiesto esas tensiones.
Más allá de las fuertes diferencias mantenidas por mi decisión de avanzar en el debate de la cuestión del aborto, el Episcopado sostuvo posiciones críticas sobre nuestro gobierno y llegó a alinearse con la oposición kirchnerista en más de una oportunidad.
El peronismo “te enrosca como una serpiente”
Por otra parte, no debemos sobreestimar la voluntad de negociación del peronismo, que te enrosca como una serpiente, te susurra al oído que quiere hacer reformas profundas mientras te va dejando sin aire. Los peronistas me decían que en la Argentina no se puede hacer nada sin el peronismo, que tenía que colaborar con ellos, que se necesitaban largas negociaciones. En ese proceso le iban quitando el entusiasmo, la frescura y la disrupción a lo que proponíamos.
Autocrítica
De todas formas, tengo una autocrítica para hacer sobre este tema y es respecto a la distribución de mi agenda como presidente: creo que dediqué demasiado tiempo a la gestión y poco a involucrarme de manera personal en llegar a acuerdos. Si pudiera empezar otra vez, trataría de lograr un equilibrio mayor.
La negociación política la delegué, sobre todo en Rogelio, que se ocupaba de los gobernadores, y en Emilio, a cargo de los acuerdos en el Congreso. Insisto en que no los responsabilizo a ellos de la falta de acuerdos más amplios, porque en definitiva la responsabilidad es mía. Pero no sé si alguien los podría haber conseguido.
Si no hay en el otro vocación de transparentar, de integrarse al mundo, de ser competitivos, de tener expediente electrónico, gobierno abierto y prensa independiente, ¿por qué alguien que está cómodo en su forma de manejarse va a cambiar sus hábitos ante el pedido de un presidente que no es de su partido y, encima, se encuentra en minoría?
Aun así, si pudiera volver el tiempo atrás, lo haría personalmente. Asignaría más tiempo a tratar de construir un camino para convencerlos de que valía la pena perder algunos de sus privilegios y beneficios a cambio de generar un país más grande.
El kirchnerismo
El kirchnerismo fue y lamentablemente sigue siendo el punto más alto de la resignación a la que pudieron llevarnos desde la política. No es casual que nuestro ¡sí se puede! haya sido capaz de movilizar a millones de personas entre septiembre y octubre de 2019 a lo largo de todo el país. Más que una consigna, se trató de la expresión de la rebelión contra la misma resignación a la que quieren llevarnos otra vez.
“Nunca hemos financiado trolls”
Algunos sectores de la Iglesia dejaron entrever que nosotros controlábamos las redes sociales, que digitábamos mensajes en contra de tal o cual persona, de tal o cual institución. Y eso es completamente falso. Y no solo es falso, es completamente imposible de llevar a cabo. Quien piense así desconoce el funcionamiento de las redes sociales. Nunca hemos financiado trolls.
El caso Maldonado
La presión venía de todos lados. Me acuerdo de que un día vino Bono a Casa de Gobierno y me reclamó por Santiago Maldonado. Le expliqué qué sabíamos, qué no sabíamos y por qué era injusto sancionar a los gendarmes. Se fue más tranquilo y, por suerte, al otro día, en el recital de U2 en La Plata, no dijo nada sobre el tema.
El caso Maldonado desapareció enseguida. Vinieron las elecciones, que ganamos con comodidad -fue la mejor elección intermedia de un oficialismo desde 1985-, y aquellos que invocaban la memoria de Santiago pronto se olvidaron de él, lo que demostró que su indignación no era completamente genuina, sino que en parte tenía que ver también con una estrategia para debilitar al gobierno, y con una intencionalidad ideológica mezquina y perversa por parte del kirchnerismo.
Su vínculo con Comodoro Py
Pero el caso (Panama Papers) sirvió para mostrarles a los jueces penales federales de Comodoro Py cuál iba a ser mi actitud con ellos. No iba a interferir ni los iba a demonizar ni iba a comentar su trabajo como hacía el gobierno anterior. La denuncia de los Panama Papers era descabellada, pero yo dije: “Soy un ciudadano más, como cualquier otro, si me quieren investigar que me investiguen”. Y ahí Comodoro Py empezó a hacer su camino. Cualquier juez en nuestra gestión no tenía que andar preguntando qué hacer.
Ahora es el kirchnerismo el que está convencido de que yo presionaba a los jueces para investigar a Cristina y sus funcionarios -están convencidos de que sus presos y condenados son “presos políticos”-, pero en aquel momento los que me preguntaban si tenía un pacto con Comodoro Py eran algunos de nuestros aliados. También muchos periodistas. Me decían que yo tenía un pacto de impunidad con Cristina, que había arreglado con los jueces para que no fuera presa.
Lo que quiero decir es que nunca tuve nada que ver con lo que hacía Comodoro Py, ni para mandar a Cristina a la cárcel ni para salvarla de ir presa. Lo mismo se aplica a sus funcionarios denunciados o condenados en estos años. No me metí nunca, dejé trabajar libremente.
Prisiones preventivas
Quizás debí ser más enfático y dejar más clara mi posición –sí lo hizo Germán Garavano- de que los jueces debían tener cuidado con las prisiones preventivas, que no deben servir para ocultar la lentitud del proceso normal.
La designación de Gustavo Arribas y la AFI
En ese momento Gustavo vivía en Brasil, y cuando lo convoqué, le mentí, piadosamente: le dije que lo necesitaba para intervenir la Asociación del Fútbol Argentino. Cuando llegó a Buenos Aires, le aclaré: “Me equivoqué por una letra. No te quiero para la AFA, te quiero para la AFI”.
No sé cómo era antes de nuestra llegada, pero en los años que estuvimos nosotros jamás la AFI movió un dedo sin autorización o pedido de los jueces a cargo.
El efecto del caso Cuadernos
Decía que a mí me costó disfrutarlo por dos razones. La primera es que nunca me interesaron las noticias policiales, ni en mi vida civil ni como dirigente político. La segunda razón es que enseguida me empecé a preocupar por el efecto que el caso iba a tener en la economía, que ya venía sacudida desde hacía varios meses por la devaluación, la sequía y la incertidumbre.
Los mercados no vieron una diferencia en que, al revés que en el Lava Jato, los cuadernos de Centeno hablaran sobre el gobierno anterior y no sobre el actual, y el dólar pegó otro salto.
La causa por el Correo
Quiero que queden claras dos cosas sobe este tema. La primera es que en ningún momento aproveché mi posición para lograr un beneficio para mi familia. Todo lo contrario. No intervine y no me involucré en el proceso.
La segunda cosa que quiero dejar clara es que el “caso Correo” solo existe porque así lo ha querido el kirchnerismo: lo inventaron ellos, lo alimentaron ellos y son ellos los que lo mantienen vivo, con el objetivo de dañar económicamente a un grupo empresario y las pretensiones políticas de su principal adversario de los últimos 15 años.
La economía
A modo de síntesis, dos cosas que revisaría si pudiera volver atrás son, al principio, no haber tenido consistencia entre la política monetaria y la política fiscal, y, después de mediados de 2018, no haber encontrado la manera de convencer al FMI de que nos permitiera intervenir en el mercado de cambios para controlar al dólar.
Su rol
Mi trabajo como expresidente es silencioso. Consiste en ayudar a que sigamos juntos y en empujar el crecimiento de todos los nuevos liderazgos políticos y sociales que compartan nuestros valores. Pero cuidado: mi silencio no es complacencia. Voy a seguir levantando mi voz cuando los arrebatos del gobierno lo hagan necesario.