Presupuesto 2023: una jornada frenética, cargada de tensas negociaciones
El ministro Massa se instaló en la presidencia de la Cámara de Diputados para monitorear los cambios al proyecto; Máximo Kirchner no aportó al quorum, pero sí lo hicieron varios opositores
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Después de mucho tiempo, las negociaciones frenéticas volvieron a la Cámara de Diputados para darle marco a una maratónica sesión al término de la cual, en plena madrugada, el oficialismo terminará con el presupuesto 2023 aprobado, pero al costo de haber dejado en el camino algunos artículos que habían despertado polémica y el fuerte rechazo de casi toda la oposición.
La tensión llegó al extremo que el ministro de Economía, Sergio Massa, se instaló en las oficinas de la presidencia de la Cámara baja, con Cecilia Moreau como anfitriona, para participar de manera activa en las negociaciones, que podría extenderse hasta bien entrada la madrugada.
No fue sólo el oficialismo el que vio su nave sometida a la presión de los vientos huracanados políticos. En Juntos por el Cambio también se vivieron momentos de recelos y nervios durante toda la jornada.
Si bien no alcanzó el nivel de crisis, en los sectores más radicalizados de la alianza no cayó bien que hayan sido los radicales de Evolución, liderados por Emiliano Yacobitti, los que ingresaron al recinto para dar quorum.
No hicieron más que cumplir con su palabra, ya que el sector que se referencia en el senador Martín Lousteau (Capital), había adelantado que no iban a entorpecer la aprobación del presupuesto.
Sin embargo, en el momento en que Yacobitti irrumpió en el recinto sólo había 114 diputados oficialistas y la figura de Máximo Kirchner brillaba por su ausencia. Esa fue una de las cuestiones que molestó a algunos de los socios macristas de la coalición, que pretendían que quedara más en evidencia las divisiones internas que atraviesan al oficialismo.
El hijo de la vicepresidenta había llegado temprano al edificio del Congreso, pero no apareció por el recinto en el transcurso de toda la tarde. “Está. Ya bajará”, respondieron fuentes cercanas a Máximo Kirchner ante la consulta de LA NACION cuando el debate llevaba ya algunas horas.
El camino que finalmente adoptará el diputado es objeto de rumores encontrados. En algunas usinas se sostiene que bajaría para rechazar el proyecto, en línea con el resurgir de sus cuestionamientos al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y el alineamiento con ese documento que tiene el presupuesto, tal como lo reconoció el propio Massa cuando lo presentó en la Cámara baja. Sin embargo, otros voceros legislativos indican que Cristina Kirchner le habría pedido que evitara la abierta confrontación con el Gobierno que implicaría su voto negativo, por lo que dudaban de que fuera a estar a la hora de la votación.
El tablero marcó el quorum de 129 diputados presentes a las 13.44, apenas quince minutos después de la hora pactada por los jefes de bloque en una improvisada reunión de labor parlamentaria que habían celebrado poco antes del mediodía y en la que se decidió postergar para las 13.30 la hora señalada para el arranque del debate.
Los radicales de Evolución no fueron los únicos en colaborar al quorum. Poco después de Yacobitti también pusieron un pie en el recinto los socialistas santafesinos Enrique Estévez y Mónica Fein, seguidos de cerca por los radicales Miguel Angel Bazze, Jorge Rizzotti y Víctor Romero.
Con la sesión abierta, el resto de la oposición entró en tropel, con los diputados de la izquierda trotskista Romina del Plá y Nicolás del Caño a la cabeza.
La tensión oficialista por alcanzar el quorum no impidió que un grupo de diputados se tomara su tiempo para cantarle el feliz cumpleaños en pleno recinto a la entrerriana Blanca Osuna. Mientras tanto, la secretaria del bloque, la ultrakirchnerista Paula Penaca, trajinaba su teléfono celular convocando diputados para que vinieran a ocupar sus bancas. Lo mismo hacía el jefe de la bancada, Germán Martínez, mientras sus compañeros seguían celebrando el onomástico de la legisladora.
Fue ese el único momento de distensión en la previa al inicio de la sesión que, tras las tradicionales cuestiones de privilegio, inició con una retahíla de discursos. Más de 140 diputados se anotaron para hablar, proyectando la hora de la votación bien entrada la madrugada.
En gran parte de la tarde, el recinto lució semivacío. Lo más atractivo estaba afuera. En las negociones que se celebraban en pasillos y despachos de la Cámara baja, que se extendieron durante toda la jornada y que volvieron a convertir a la Cámara baja en un hervidero político que hizo recordar aquellos viejos tiempos en los que los presupuestos terminaban tomando forma al filo de la chicharra, apenas unos minutos antes de la votación.
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