Preocupa en el oficialismo la demora en la llegada de las inversiones extranjeras
El tema genera ansiedad en despachos oficiales; inquietud por los efectos de la crisis en Brasil
A la euforia generalizada que se desató en el Gobierno con el récord de venta de bonos y la salida del default sucedió ahora una preocupación reservada sobre un dato clave del futuro inmediato: el tiempo que tardará el país en recibir inversiones y dinero fresco de fondos extranjeros.
Éste es uno de los temas de análisis reiterados que se dan en varios ministerios y en embajadas argentinas en el exterior. Según pudo saber LA NACION, hasta el presidente Mauricio Macri se muestra ansioso por conocer los detalles de fechas y números de eventuales inversiones externas. La explicación de tanta premura oficial es simple: la Casa Rosada necesitará de fondos frescos e ingreso de divisas inmediatos para sus arcas a fin de compensar tanto ajuste y programación de obra pública.
Macri inaugurará hoy el Encuentro Empresarial Iberoamericano, que reunirá a funcionarios, banqueros y empresarios de la Argentina y España para analizar las posibilidades de acuerdos comerciales y de inversión. Pero nadie espera que de allí salgan anuncios concretos. Se trata de una nuevo road show argentino con empresarios extranjeros.
¿Cuántas visitas de presidentes y viajes oficiales más harán falta para que lleguen en lo inmediato los fondos de inversión? La pregunta aún no tiene respuesta. Sólo recibe ansiedad oficial.
"Por ahora sólo hay veedores de empresas extranjeras y clima de optimismo. Pero en el Gobierno los funcionarios que vienen del sector privado se tienen que acostumbrar a que los tiempos del Estado son otros", dijo ayer a LA NACIN un destacado diplomático argentino. Basta un ejemplo de los tiempos del Estado y de los privados: el presidente Carlos Menem asumió en 1989 y la primera ola de inversiones europeas llegó recién a fines de 1992.
El ex ministro de Economía Roberto Lavagna agregó ayer un dato inesperado: el cierre tan oneroso de bonos crea el riesgo de volver a entrar en la etapa de endeudamiento y observó que "quedan todavía posibles litigantes".
La Cancillería se ilusiona con un aumento de las exportaciones a Estados Unidos que inflen las arcas estatales de dólares. El embajador argentino en Washington, Martín Lousteau, trabaja a destajo por ello. Pero la ecuación no parece fácil de resolver. El presidente del Senasa, Jorge Dillon, dijo ayer que se están adaptando las técnicas en laboratorio para la detección de la bacteria Escherichia coli acorde con las normas de Estados Unidos, y estimó que recién "en el segundo semestre" de este año la Argentina podrá estar operativa en el mercado de carnes de ese país.
El ministro de la Producción, Francisco Cabrera, se reunirá hoy con su par de Desarrollo de Brasil, Armando Monteiro, para analizar la marcha de la economía de los dos países y la situación del comercio. La crisis que rodea a Dilma Rousseff llena de interrogantes a los funcionarios argentinos: ¿en cuántos puntos se verán resentidas las exportaciones argentinas a Brasil?, se preguntan. Las ventas a Brasil tuvieron el peor marzo de la última década. En el primer trimestre la balanza comercial entre ambos países arrojó un déficit para la Argentina de US$ 1112 millones.
El Gobierno sabe que necesita pasar de inmediato de las bienaventuranzas a los libros de contabilidad para mejorar la economía. Pero hasta ahora la realidad se encarga de impedir esa estratagema.
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