Por qué después de la corrida cambiaria es el dólar la variable que desvela al Gobierno
Las negociaciones que vienen y el número de importaciones récord; la explicación del Central y los próximos pasos del gabinete económico; el regreso del lobby y su impacto en la economía real
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Los precios globales son extraordinarios, la liquidación de divisas del campo en alza y las exportaciones de commodities están en un gran momento. Sin embargo, los dólares no alcanzan. Al menos no por ahora. Esta es tal vez una de las pocas afirmaciones en las que hay consenso absoluto entre todas las patas de la mesa del Frente de Todos. En dónde no lo hay es en las medidas que se deben tomar para revertir la realidad.
El dato que se revelará este miércoles será un aliciente para lo que viene. El INDEC tiene en su agenda el anuncio de las importaciones del mes de mayo. De ahí surgiría una cifra cercana a los US$ 7800 millones. Es decir, un número que de confirmarse quebraría un récord histórico desde agosto de 2011, en un contexto macro muy distinto. Un número que justifica también el fuego cruzado que se vive por estos días en el gabinete económico por más que la foto de familia los muestre unidos y sonrientes.
Aunque no lo admiten oficialmente el número de las importaciones servirá como excusa también para los nuevos controles que están en estudio. Algunos que se darán de hecho con postergaciones y priorización de determinados sectores y otros de derecho si se avanza con la hipótesis de un mayor cepo en el corto plazo.
Los datos son elocuentes: por mes se necesita en importaciones más del doble de las reservas netas de US$ 3500 millones que hoy tiene el país, según la forma en las que mide el Fondo Monetario Internacional. O lo que es más evidente: tenemos como país reservas netas para afrontar medio mes de importaciones. Odiosas comparaciones, sin dudas. La complejidad del faltante de dólares es mucho mayor que una batalla épica contra los especuladores que al kirchnerismo tanto le gusta construir y se combina por las arterias con otros efectos no deseados como la inflación y una cada vez mayor brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo.
Es que los dólares están por todos lados en la Argentina y cuando estos faltan se refleja que “el perro se termina mordiendo la cola”, como ironizó uno de los noveles ingresantes al gobierno de Alberto Fernández. ¿A qué se refiere concretamente? A que un mayor cepo ya no frena la salida de dólares del sistema sino que impedirá generar más. Algunas cifras de la economía cotidiana sirven de referencia:
- Siete de cada diez autopartes que se utilizan para la producción local de coches terminados vienen del exterior.
- Un 55% de las drogas que tienen como insumo las farmacéuticas para la producción de remedios no habla castellano.
- El 90% de los celulares y LCDs que dicen fabricado en Tierra del Fuego cuentan con tecnología externa.
- Los tubos de acero sin costura que fabrica Techint para exportar al mundo necesitan del mineral de hierro importado, Cabrales requiere de los granos de café y Arcor del cacao para sus chocolates. Ninguno tiene sustitución local por razones que exceden a la ideología. Es tan simple como las cuestiones climáticas y de fondo: la Argentina no tiene condiciones para producir esos insumos.
- Harry Styles no es sustituible por Fito Páez ni los diez recitales de Coldplay podrían producirse en River si el aliciente es cobrar en el devaluado peso argentino. “Es muy habitual por estos días que cada uno de los funcionarios de Economía mire su propio ombligo. Miguel Pesce, titular del Central, tiene que garantizar los dólares; Daniel Scioli será desde el martes el garante político -se reúne con directivos de CAME y CGERA, dos entidades tradicionales del mundo Pyme a las que conoce desde hace años- y Martín Guzmán está enfocado en la implementación del aumento de tarifas y en el seguimiento del acuerdo con el Fondo”, graficó uno de los integrantes de la mesa chica de Alberto Fernández. De reojo, lo miran los referentes de Cristina Fernández.
La necesidad de dólares puede reflejarse también desde otra perspectiva más clara.
- Seis de cada diez insumos que se importan no tienen un proveedor local que pueda abastecerlos, según la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA).
- Nueve de cada diez empresas grandes utilizan al menos un insumo importado y el 67% de las pymes requieren de un proveedor externo porque no tienen alguien que localmente pueda abastecerlos.
La “economía del dique” -como definen en la oposición al conjunto de parches para que la crisis no derrame- ya fracasó varias veces en la historia reciente. Es decir, un gabinete centrado en controlar la salida de dólares lo máximo posible, presionar a los exportadores y llegar a 2023 con lo justo y necesario no alcanza.
Las cuentas que hacen los economistas son contundentes. Por cuestiones estacionales habría que acumular US$ 5000 millones de reservas entre abril y agosto inclusive. Ya pasó la mitad de ese tiempo y se acumularon sólo US$ 600 millones. En 48 horas el Central vendió US$340 millones y en lo que va de junio se acumularon reservas cero.
La primavera no llegará con un verde bajo el brazo. Todo lo contrario. De septiembre a marzo es el período denominado coloquialmente como de escasez relativa y las reservas bajan estacionalmente como espejo de los tiempos de venta de cosecha. En la versión 2022 de las frases célebres de la economía local hay que aggiornar el “hay que pasar el invierno” por “habrá que pasar el verano”. Eso sin descuidar los ingredientes que supone un año electoral en el que las corridas cambiarias son moneda corriente. “Son tres meses los que tiene Fernández para tomar decisiones. Luego será demasiado tarde para acomodar el rumbo económico. Hace tiempo viene amagando con cambios en el gabinete pero estos finalmente nunca se producen”, dudó otro funcionario de extrema confianza del presidente.
“No es con vos”. Así le hizo saber Cristina Fernández de Kirchner a Miguel Pesce que su cruzada no tenía que ver con el titular del Banco Central sino con la matriz económica que lidera Martín Guzmán. De hecho, Cristina recibió de antemano el informe que difundieron esta semana con el pago de deuda del sector privado y por eso Pesce subrayó ayer en declaraciones radiales que “cualquier duda que ella tiene me consulta”.
“Es cierto que tendríamos que estar acumulando reservas. Pero en nuestra visión las cuentas no dan mal. Tenemos US$700 millones de aportes de organismos internacionales que hoy están atrasados y unos US$2500 millones de liquidaciones de soja que también están demoradas”, justificó una alta fuente del Central. No obstante, admitió que hay un problema de expectativas que presiona sobre el mercado de cambio y que todas las hipótesis de nuevas restricciones de esta semana no colaboraron a generar mayor previsibilidad.
“Vamos a jugar como prestamista de última instancia y vamos a defender tanto el sistema financiero y el ahorro de la gente como la deuda del sector público”, agregaron.
Por lo bajo Pesce ya tuvo reuniones individuales con líderes de varias empresas. A Arcor, Unilever, Procter & Gamble e YPF se le sumaron otras tres en los últimos días. El diálogo suele ser de escucha activa. Les cuenta que el foco del Banco Central está dado por potenciar la producción local especialmente en los rubros de consumo masivo y alimentación.
El tema -según reveló en sus reuniones- es que, según su entender, a mayor cantidad de producción menor será la presión sobre los precios y que él desde su lugar buscará colaborar de esta forma para combatir la inflación. De ahí que les pide propuestas concretas para despejarles trabas en importación de insumos y bienes de capital. Esta misma estrategia llevará adelante Scioli, aunque delegará en el Central la implementación concreta del raid de pedidos de reuniones que ya recibió.
En el gabinete económico se escucha también por estos días una creciente recriminación al hoy exministro de Desarrollo, Matías Kulfas. “Basta ver las importaciones para darse cuenta quién quiso irse como el ministro de Desarrollo Productivo y que no hizo una lectura fina de lo que sucedía. Él es parte de esos US$7800 millones. Pagamos todas las cuentas del primer semestre y no recibimos lo que corresponde por las commodities”, afirmó una fuente del gabinete de Fernández.
El Secretario de Industria, Ariel Schale, que continúa tras la salida de Kulfas sería el responsable de revisar la letra chica de los avales firmados por su anterior jefe. Por estos días hay una intención marcada de no hablar de la energía, por donde se evaporarán unos US$ 6000 millones este año, un número que entra dentro de la gestión económica de las espadas de Cristina Fernández. “El vivir con lo nuestro se transformó en agradecer los US$ 4000 millones del Fondo Monetario Internacional y la soja a US$ 640 dólares la tonelada con la que hoy deberían estar pensando en cómo relajar el cepo en lugar de cerrarlo más. Pero es tal la pérdida de confianza que hasta la última corrida se la hacen entre ellos”, disparó un exministro de Economía.
Se refiere así a la crisis del mercado de bonos en pesos que reveló Carlos Pagni el lunes en su programa Odisea Argentina.
Por su parte, Hernán Lacunza, el último exministro de Economía de la gestión Macri, agregó: “Cuando el sistema no funciona no es responsabilidad de una de las partes. Si te la pasas dos años gastando más de lo que te ingresa y emitiendo sin cesar tu cosecha no será de dólares sino de problemas”.
Otro de los exministros que se mueve con muy bajo perfil por estos días es Roberto Lavagna, quien hace casi dos meses no ve al presidente de la Nación. Sin embargo, en su último encuentro al que los participantes calificaron de cordial y en el que le volvieron a insistir con tomar Economía, le dejó varias sugerencias a Fernández. La primera era la de recuperar de manera urgente el autoabastecimiento energético y para ello la necesidad de lanzar el Gasoducto Néstor Kirchner en todas sus etapas. No sólo la primera. “O enfrentás la realidad o tenés una crisis. No existen caminos alternativos”, resumió un empresario que asegura haber dicho sin anestesia su diagnóstico al presidente. De hecho, por cada punto que crece el producto bruto interno (PBI) se necesitan entre US$2500 y US$3000 millones adicionales para crecer.
“Llegó la hora de elegir. Los dólares no alcanzan y tampoco se podrá complacer a todos. A un gobierno populista ya no le queda nafta para relato ni mucho menos gasoil pero sí tiempo hasta la elección”, concluyó otro de los empresarios que paradójicamente fue convocado por el flamante ministro de Producción.
“En el segundo semestre se va a cerrar el grifo. El patrimonio del Banco Central es prioritario y también lo será el impacto de las subas de alimentos, las tarifas y la brecha entre tipos de cambio”, añadió Rodrigo Álvarez, economista y socio de Analytica.
En la industria descuentan el regreso de la discrecionalidad. En los tiempos de Guillermo Moreno aparecieron las notas de pedido, las Declaraciones Juradas Anticipadas, algún que otro llamado intempestivo y hasta los bizarros planes uno a uno para tener luz verde. Hoy se estudian restricciones, matrices, formularios, declaraciones, plazos y cupos pero todavía se desmienten. Sólo un ejemplo más de una economía en blanco y negro.
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