Por qué el Papa aludió a una pobreza en la Argentina más alta que la oficial
El Papa dijo que llega al 52% y la última medición de la UCA señalaba que era del 43,8%; la clave del cálculo del pontífice apunta a los planes sociales
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La mirada de Francisco sobre el impacto de la inflación y el crecimiento desmesurado de la pobreza en la Argentina se asienta más en una visión de la realidad que en las estadísticas. Los datos más recientes del Observatorio de la Deuda Social Argentina, creado en 2008 por el entonces cardenal Jorge Bergoglio en la Universidad Católica Argentina (UCA), muestran que en el último trimestre del año pasado el índice de pobreza ascendía al 43,8 por ciento. Sin embargo, en la entrevista con AP el Papa dijo que la pobreza llegaba al 52 por ciento.
“Francisco mostró las diferencias con la Argentina de 1955, cuando él terminaba el colegio secundario. La última medición del Observatorio es del 43,8%, con una indigencia (pobreza extrema) del 8%, siempre en función de los ingresos. Pero si no existieran los programas sociales, como la Asignación Universal por Hijo (AUH), el Potenciar Trabajo, las pensiones no contributivas, las becas Progresar y otros planes, muy probablemente la medición de la pobreza llegaría al 52%”, explicó a LA NACION el director del Observatorio de la Deuda Social, el sociólogo Agustín Salvia.
El Papa es consciente de que se trata de un tema sensible para los argentinos. Ya en 2009, su antecesor –Benedicto XVI– había advertido, en una nota a los organizadores de la colecta Más por Menos, sobre “el escándalo de la pobreza en la Argentina”, pocas semanas después de la visita de una delegación de obispos de nuestro país, encabezada por Bergoglio.
Otras voces de la Iglesia coincidieron con el diagnóstico de Francisco y mencionaron que el problema principal del país es “la falta de acceso al trabajo y a un proyecto de vida a partir del propio esfuerzo”. Más que entrar en los números, en el Episcopado tomaron nota de la “mala administración y las malas políticas” que denunció el pontífice.
Destacaron que el Papa se dirigió esta vez a los argentinos, en un mensaje directo y realista. Insistieron en que la inflación afecta principalmente a los que menos tienen y puntualizaron, quizás como anécdota, que Francisco ratifica en su mensaje que no debe esperarse un viaje a la Argentina, por lo menos en 2023.
“Esta vez no hay duda de que el Papa habló de la Argentina. Si bien en otros temas uno se siente obligado a aclarar que no se refiere directamente a la Argentina, en este caso es evidente que se trata de un asunto nuestro bastante específico: pocos países tienen semejante nivel de inflación”, rexlexionó un obispo, consultado por LA NACION.
Para el sociólogo Salvia, la comparación de Francisco es correcta. “Hace 70, 60 y 50 años esos planes no existían en el país, porque no eran necesarios. El Papa describió el proceso de empobrecimiento sistemático y estructural que ocurrió en la Argentina en las últimas décadas”, señaló.
En aquellos tiempos de la juventud de Bergoglio, acotó, había empleo, con remuneraciones que permitían superar la línea de pobreza, que hoy afecta a más de 18 millones de personas.
El Papa hizo referencia al 5% de inflación que había en el país en 1955, en alusión al período posterior a los gobiernos de Juan Domingo Perón. Una realidad que dista del cuadro social que impera en el cuarto gobierno kirchnerista. En ese proceso de 70 años quedaría diluida las explicaciones que le atribuyen exclusiva responsabilidad de los cuatro años del gobierno de Mauricio Macri, como señaló la portavoz oficial, Gabriela Cerruti.
Tres preocupaciones
Fuentes del Episcopado señalaron que el mensaje refleja tres preocupaciones de Francisco que caracterizan su pensamiento sobre estos temas:
“No se pueden relativizar las cosas que afectan directamente la vida de la gente, porque si no pierde sentido la política”, mencionó la fuente, apuntando a la dirigencia del país.
Estimó que la alta inflación afecta seriamente la vida de las personas, especialmente a los que tienen menos recursos. “Afecta la vida cotidiana, el día a día y muchos detalles de la existencia concreta, como la alimentación correcta de los niños, e incluso la paz familiar”, añadió.
Los obispos entienden que cuando se relativiza la inflación se transmite a la población la idea de que tienen que esperar. “Pero no hay ningún plan para lograrlo. Las promesas son vacías y las personas tienen que seguir esperando indefinidamente las condiciones adecuadas, mientras la vida se les va”, sostuvo una fuente episcopal.
Dios y los argentinos
En tanto, el director del Observatorio también reflexionó sobre el viejo chiste que recreó Francisco, al contar que Dios puso a los argentinos en la Argentina para compensar otras ventajas naturales.
“Nos quiere decir que el país tiene todas las condiciones para no experimentar estos niveles de pobreza. Los factores que explican esta realidad social se resumen en la falta de trabajo que genera nuestra economía, a raíz de políticas públicas erradas, especialmente en materia de desarrollo económico y generación de empleo”, explicó Salvia.
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