Luis Majul: "Por qué Cristina Kirchner está insaciable"
Cristina Kirchner tiene hambre, y parece insaciable. Ella tiene hambre de impunidad, y todo lo que hace lo hace para garantizársela. Por ejemplo, la sesión urgente que acaba de pedir en el Senado para pasar el control de las escuchas legales de la órbita de la Corte Suprema a la de la Procuraduría General de la Nación. Esta iniciativa tiene, al final de todo, ese propósito: salir impune de varias causas.
Tanto ella como Oscar Parrili usan esas escuchas -que son legales- para victimizarse. Sin embargo, la difusión de esos diálogos no tuvo, ni para la expresidenta ni para el senador Parrilli, ninguna consecuencia legal, personal o privada. Sí política porque los mostró, a cada uno de ellos, tal como son.
Cuando las difundimos, no nos metimos en su intimidad ni publicamos ningún tramo de las conversaciones que no consideramos de interés público y periodístico.
Les pido a los medios y colegas que no sean hipócritas. En su momento se cansaron de reproducirlas y ahora hacen mutis por el foro. Consiguieron más lectores, oyentes, televidentes y audiencia reproduciéndolas y lavándose las manos con una expresa cita de la fuente original. Si pensaban que eran reprochables, hubiesen ignorado el tema y a otra cosa mariposa.
Esto va también para los medios hiperkirchneristas que mientras criticaban la publicación de las escuchas legales mantenían el tema muy visible, porque también les aportaba audiencia en sus respectivos medios. ¿Habrá sido porque el interés público y periodístico de esa material era innegable?
La victimización le sirve como excusa a Cristina para pasar el control de las escuchas legales desde un lugar que sienten que no controlan (la Corte) a otro que están seguros que tarde o temprano van a controlar (la Procuración). En la Procuración tienen como candidato a Daniel Rafecas, quien podría reemplazar al actual, Eduardo Casal. Se trata del mismo Rafecas que, como juez federal, consideró que la denuncia del exfiscal Alberto Nisman contra Cristina y Carlos Zannini, entre otros, no tenía sustento.
Por otro lado, el ruido alrededor de las escuchas -o la toma de líneas de manera legal- les permitiría, a quienes continúan procesados por el encubrimiento en el Memorándum de entendimiento con Irán insistir en el pedido de anulación de la causa. Esto es porque argumentarían que las escuchas que se presentan como prueba en ese juicio fueron amañadas. Quieren pulverizar la causa en la que están procesados, por ejemplo, Cristina, Zannini, Parrilli, Luis D’Elía y Fernando Esteche.
En el llamado a sesión urgente de Cristina al Senado también quieren imponer la aprobación del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que le otorga al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, la posibilidad de hacer, con los recursos de la emergencia por la pandemia del coronavirus, prácticamente lo que se le da la gana.
Con independencia de la personalidad de Cafiero, a quien no considero un insaciable, a los senadores de la oposición, nucleados en Juntos por el Cambio, les parece un despropósito. Rompería con el acuerdo no escrito de discutir solo los proyectos urgentes vinculados con el Covid-19.
Como si esto fuera poco, acaba de ingresar al Senado un proyecto de Adolfo Rodríguez Saá: otro hiperkirchnerista furioso que, en algún momento de su dilatada vida política, fue un antikirchnerista recontrafurioso. El proyecto pretende ampliar el número de miembros de la Corte Suprema de Justicia.
¿Para qué querría Cristina una ampliación de la Corte? Ella sabe que es muy difícil que, con esta composición, logre borrar o sacarse de encima -una por una- todas las causas por corrupción que la atormentan, y la van a seguir atormentando si no pasa nada raro o espectacular. ¿Y cómo lo sabe? Porque ya probó cómo reaccionan cada uno de sus miembros, al haber pedido una declaración de certeza para que el Senado pueda sesionar de manera virtual. En el fondo, lo que estaba haciendo era medirlos o semblantearlos, como dirían los jugadores de cartas.
Sin embargo, lo que resulta de verdad desopilante es la serie de argumentos del senador Adolfo Rodríguez Saá para justificar la ampliación. Machirulo de la primera hora, aparece preocupado "por la igualdad de género, el federalismo y la real igualdad de oportunidades de los profesionales del derecho de las distintas regiones de nuestro país".
Y como los Rodríguez Saa no dan puntada sin hilo propuso que, además de contemplar la igualdad de género, se le otorgue, a cada una de las cinco regiones del país, la posibilidad de tener un representante en la Corte Suprema. Es decir: en la Patagonia, en la región de Cuyo, en el centro del país, en el Norte y en Buenos Aires. Los Rodríguez Saá fuman debajo del agua.
Saben tanto sobre los asuntos del poder que hace más de 37 años que gobiernan la provincia de San Luis alternativamente, excepto por un interrregno en el que se la alquilaron a Claudio Poggi. ¿Qué quiero decir con esto? No creo que Rodríguez Saá se haya cortado solo sino que es muy probable que haya consultado con Cristina, antes de presentarle semejante proyecto.
También es posible que, si no está consensuado con ella, desde el primer hasta el último punto bien lo podrían usar como punta de lanza para empezar a discutir otros proyectos, siempre pensando en una ampliación de la Corte, ya que hoy a Cristina no le satisface. Repito: la vicepresidenta sabe que esta Corte no le va a permitir alcanzar la impunidad.
¿Por qué ahora? Cristina quiere hacer polvo sus causas en este momento, en el que una pandemia nos tiene a todos pendientes de la vida y de la muerte. Ella sabe que es ahora o nunca y que es en el medio de este desbarajuste cuando puede imponer, sin demasiada resistencia por parte de la opinión pública, proyectos o medidas que podrían evitar una presunta condena.
Mañana, pasado o pasado mañana, cuando el poder pueda cambiar de manos y ella se quede sin capacidad para modificar nada, ya no va a tener semejante oportunidad. Es por eso que Cristina parece insaciable, y no le alcanza nada de lo que viene haciendo hasta ahora. Está muy apurada. Y se le nota demasiado.
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