Pintar paredes en tiempos de Facebook: un submundo donde todavía pelean la militancia y un negocio millonario
Partidos políticos y "empresas" se dedican a instalar los nombres de candidatos en muros de la Capital y el conurbano; el costo durante una semana puede llegar a $100.000
Mercedes empuja el chango de supermercado y no le importa mancharse un poco con la mezcla de agua y cal. El pullover a rayas, la calza a tono y las zapatillas rojas ya están sucias desde hace tiempo. No es la primera vez que sale a pintar con Joaquín, Alejo y Lautaro. En época de elecciones, lo hacen todas las noches.
El grupo camina por avenida Córdoba al 5600. Apenas cruzan la esquina con Bonpland, se detienen en una pared a mano derecha. Al instante se suman Renzo, Chelo, Iván y Ana.
-Tiremos "Salario mínimo igual a la canasta básica" -sugiere alguien y comienza la acción ante los ojos de este cronista, en plena medianoche del miércoles.
Mientras tararea un tango de Discépolo bajo la capucha de su buzo gris, Lautaro pasa por la pared un rodillo bañado en la mezcla de cal con agua. Atrás lo sigue Alejo, que alguna vez trabajó en publicidad y se confiesa amante del dibujo. Escribe las letras con un cepillo cargado de ferrite color rojo, un polvo que mezclado con agua da una pintura que en segundos se seca en la pared. Luego es el turno del resto: con negro y amarillo delinean y dan sombra. También "reviven" las letras de "Frente de Izquierda", que estaba de una pintada anterior, en el costado derecho.
En los retoques finales, Alejo despunta su vicio y dibuja un puño izquierdo. Renzo pone la firma: Brigada Tu trosko favorito. Hace un año una sola pared podía llevarles una hora; hoy, toda la acción ocurrió en poco más de diez minutos. Aunque dos días después, el muro estará tapado por un "Recalde" de enormes letras azules.
"En las elecciones tenemos disputas, pero después las paredes son nuestras", asegura a LA NACION Joaquín, 29 años, militante del Partido Obrero (PO) desde 2012. "Somos los reyes del barrio", completa Ana, de 21.
El PO está en campaña, como tantos otros partidos. Más allá de las gigantografías y los afiches, los spots radiales y televisivos, los videos y tuits que pueden viralizarse en Internet, los candidatos aún apelan a la propaganda en paredes de concreto.
¿Cómo comenzaron las pintadas en la Argentina? "El primer registro que se tiene de una pintada política es de una imagen de Rivadavia de 1822", apunta el historiador Daniel Balmaceda, autor del reciente libro Estrellas del pasado (2015, Sudamericana), entre otros. "Es una caricatura donde aparece junto al general Martín Rodríguez y a un mulato, que está de espalda escribiendo en una pared."
Balmaceda agrega que una segunda pintada histórica corresponde a noviembre de 1840, de Sarmiento: "Cuando parte al exilio a Chile, escribió en una roca: «Bárbaros, las ideas no se matan». Lo escribió en francés y mucha gente no lo entendió."
Con el tiempo, la exposición de ideas y frases en muros se popularizó en la política argentina. "Los socialistas pintaron mucho en 1920, y a partir de ahí se convirtió en costumbre", señala el historiador. A mitad del Siglo XX, el peronismo dominó las paredes. Y fue tal el uso y abuso que se hizo de las pintadas que en 1973, con el retorno de Juan Perón al país, se dispuso un "Operativo limpieza", donde muchas mujeres y hasta bomberos salieron a las calles con tachos para blanquear las paredes de Buenos Aires.
Patita y las empresas de pintadas
Tandil al 6100, Mataderos. Lunes. El reloj marca las 8 y la sensación térmica es de casi cero. Seis personas bajan de una furgoneta blanca chocada, sin una puerta y con parte de la chapa salpicada de negro. Empieza la pintada y este cronista enciende el cronómetro. Primero se pasa el blanco, luego se hacen las letras, después se rellenan con amarillo y se sombrean. En el muro de unos 120 metros, "Patita", "Pro" y "Horacio Jefe de Gob." tapan a "Beto", "FPV" y "Recalde" en apenas 9.59.84 minutos. Al final, la marca registrada: el dibujo de un pie dentro de un círculo.
-Listo, muchachos. Vayanse para Pompeya y a la vuelta hagan Lugano 1 y 2. Yo después voy para allá -indica Patita, y se cubre su pelo rasurado con la capucha de un buzo. Tiene 38 años y empezó en el rubro con la primera candidatura de Mauricio Macri. Todos lo conocen por su apodo, o pueden decirle Pata, pero pocos saben su verdadero nombre. Incluso él pidió a LA NACION mantenerlo en secreto.
Muros de Mataderos, Lugano, Chacarita, avenida General Paz, Dellepiane, acceso Oeste y autopista Richieri son parte del radio que abarca la tropa de Patita: unas sesenta personas divididas en ocho camionetas. El primer grupo sale a las 5.30, el último, a las 22.
"Empezamos sin nada. Éramos un grupo que militaba para Macri y la primera camioneta la alquilamos. Después se empezó a sumar gente, amigos, familiares, y compramos una camioneta, y después otra y así. Vos viste que no son ningún lujo, están detonadas, pero nos sirven para llevar la cal con agua y las pinturas. Ahora esto es una empresa", afirma Patita a LA NACION.
Así como la de Patita, son varias las "empresas" que pintan paredes: en Capital están El Chino, Beto, Chelo y Los Irrompibles, mientras en algunos distritos del conurbano pueden verse pintadas de Los Gurkas, Los Homeros, Buca, Los Simpson o Los Mauros. Cada grupo tiene su cliente y en estos días de campaña, la demanda es incesante.
"Beto pinta para el kirchnerismo. En mis camionetas nunca vas a ver otro color que no sea el amarillo", dice Patita. Y agrega: "Mi teléfono suena cada dos minutos, loco. De todos lados me llaman y me preguntan qué hacer o cómo viene la mano. Me levanto a las seis y llego a mi casa tipo once. Todos los días".
Según confió a este diario un dirigente partidario, la "instalación" por primera vez del nombre del candidato en todas las paredes disponibles puede rondar entre 80.000 y 100.000 pesos. La "garantía" expira a la semana. El "refuerzo", que significa mantener la pintada una semana más, cuesta unos $ 30.000. Y los que se desempeñan en estas empresas de pintadas puede cobrar por quincena $ 400 pesos, sin cargas sociales. Algunos trabajan hasta ocho horas.
Los valores distan bastante de los que se manejan en la publicidad reglamentaria: las gigantografías en autopistas y avenidas cuestan hasta $ 150.000 por mes y una campaña de 45 días con afiches puede rondar los $ 600.000. ¿Quién los financia? Hay aportes desde el Estado, aunque la mayor parte de los fondos provienen de los propios partidos y de empresarios ligados a los postulantes.
¿Cuan efectivas son las pintadas? Según Patita, él "instaló" a Macri ya en la elección de 2005 como candidato a diputado. Renzo, responsable del local del PO en Palermo, asegura que la pintada "es una agitación". "Si no va acompañada por una fuerte propaganda y una volanteada, no sirve".
Las historias de los militantes del PO y de Patita alguna vez se cruzaron. "Nosotros arrancamos en 2009, 2010... hasta el año pasado íbamos con pinceles. Podíamos tardar una hora", recuerda entre risas Renzo. "Hasta que un día lo vi al Patita que nos tapaba una pintada al toque. Me indigné, pero ahí vi cómo hacían. Ahora mejoramos y somos más rápidos. Perfeccionamos la técnica."
Patita asegura que "los troskos" no tiene con qué competirles: "Un día vi a los de Caballito pintando una pared; los dejé que terminen y cuando se fueron la fuimos a tapar. Aparecieron casi pidiendo por favor que se la dejemos. Así que se las terminé arreglando yo".
Ya sea en casi nueve minutos o en poco más de diez, pagas o por la simple actividad militante, las pintadas siguen aún vigentes en tiempos de Internet y se multiplican por doquier cuando falta menos de un mes para las elecciones generales porteñas y 54 días para las PASO nacionales. Como dice un dirigente muy ligado a una de las empresas de pintadas: "Las paredes no son de nadie y son de todos; el que pasa pinta."
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