Pintadas políticas, las historias detrás del cacerolazo
Manifestantes anónimos relatan cómo se expresan a través de esténciles con consignas variadas en toda la ciudad; las redes sociales los unen en la lucha por una causa en común
A las doce de la noche de un día viernes, cuatro horas después de atender a su último paciente, una doctora sale de su consultorio y con lo último que le queda de voluntad, se encuentra con otra mujer en el barrio de Caballito. Ambas llevan consigo dos bolsas con aerosoles, guantes y radiografías recortadas con distintas consignas. Una vez juntas, caminan algunas cuadras y se detienen en una esquina. Ya apostadas allí, advierten que no haya gente al pasar y en cuestión de segundos estampan sobre una rampa peatonal un esténcil que dice : "El 18 de abril a la plaza, basta".
Mientras pintan, hablan de su vida. Julieta, la doctora, que se resguarda con unos guantes para no ensuciarse, dice que hay días en los que sale a las cinco de la mañana para pintar, antes de ir al hospital. En el cruce de una avenida, una joven de no más de veinte años consulta desorientada adónde queda una calle. Mónica, la otra mujer, esconde su mano, en la que sostiene un aerosol y amablemente contesta la pregunta. De a ratos circula alguna persona y sólo por momentos el tránsito se vuelve más acaudalado. "Esto es una forma de expresarse, de hacer algo –dice con la mirada encendida– de no quedarse con los brazos cruzados".
MILITANCIA VIA LAS REDES SOCIALES
Julieta y Mónica, que prefieren mantener el anonimato, empezaron a interactuar por medio de la red social Twitter , hasta que se conocieron en persona. El 13 de septiembre las dos dejaron de lado sus tareas cotidianas y se encontraron unidas por un reclamo común en Plaza de Mayo. Después la unión perduró y se acrecentó con la multitudinaria marcha del 8 de noviembre. "La idea de pintar esténciles con consignas arrancó con la movida del 8N como una forma de mantener vivo el espíritu de ese día. Varios veníamos con charlas y coincidencias de opiniones y a partir de ahí lo empezamos a pensar como algo serio", cuenta a LA NACION Mónica.
La organización del grupo, que brega por un cambio de conciencia ciudadana y se autodenomina "los chicos de la patrulla", comenzó por Twitter y su confluencia fue creciendo gracias a las redes sociales, entre las que también se destacó Facebook. "Mi acercamiento fue por Twitter, empecé a encontrar gente que pensaba similar a mí y cuando fui a la marcha del 13S dije, 'somos un montón, no soy yo sola la que piensa que se puede hacer otra cosa'", relata durante una charla de café Julieta –pelo corto, flequillo al costado y blusa blanca–. Y agrega: "Mi única relación con la política era informarme e ir a votar cada dos años. Me parecía que desde mi trabajo no alcanzaba".
LAS CONSIGNAS
Entre los esténciles que pintan, las consigas son variadas. Algunos apuntan contra el vicepresidente Amado Boudou y otros rechazan la re-reelección. También están los que reclaman justica por la tragedia de Once. También hay pegatinas para aquellos que no se animan a pintar.
En varias partes de la conversación Mónica se encarga de dejar en claro que el grupo no responde a ningún partido político y que es autofinanciado. Tal vez por esa razón determinaron que el esténcil era el camino más económico y viable para mantener su reclamo vivo. "En esto somos todos y no es nadie, no buscamos sobresalir o reclamar méritos individuales, por eso es que tampoco estamos muy cerca de los que se autodenominan 'organizadores de las marchas', aunque ayudemos a convocarlas y difundirlas".
Interactúan a través de charlas por medio de reuniones o vía mail. Así fue que, tras intercambiar varias ideas en una reunión, un día surgió la posibilidad de pintar esténciles. Sin tener del todo claro cómo lo iban a hacer, comenzaron a pensar las consignas: tenían que ser cortas, visibles y claras. Algunos se ocuparon del diseño y otros de pasarlo al modelo. Luego juntaron dinero y compraron la pintura. Y así se lanzaron a la acción. "Para salir a pintar el mejor horario es la noche, muchas trasnochadas y al otro día siguiente ir a trabajar, todo a pulmón", asegura Mónica.
La única consigna implícita es no dañar la propiedad privada. "Pintamos mucho el piso y bajadas peatonales", indica Julieta. Y agrega: "Las repercusiones las ves cuando pintás un paredón y a los dos días fueron y lo taparon o cuando pasó La Cámpora y al lado del esténcil escribió su nombre, es la lucha de David contra Goliat".
"decir al Gobierno que nosotros también estamos"
Luis es otro integrante del grupo, quien pide también mantener el anonimato. Tiene más de cuarenta años, ojos celestes y una camisa beige que combina con sus facciones. Al hablar de cómo comenzó la idea, refiere que en parte fue para decir "acá estoy, no me creo el relato". "La pintada es decirle a la gente que estuvo en las movilizaciones o se enteró, que estamos y resistimos. Al que se informa viendo Fútbol para Todos, la idea es decirte te están engañando y a los del Gobierno, que nosotros también estamos", expresa.
Más tarde enumera algunos reclamos del grupo –más seguridad, respeto a la constitución, a las leyes, al que no está de acuerdo –. Y dice: "Toda la efervescencia de las marchas y toda la artillería que pusieron para desprestigiarlas no hizo más que reforzarlas, lo que pide la gente son cosas básicas que deberían darse por sentado". "Yo no estoy con ustedes, soy un ciudadano independiente, tengo mi propia opinión y la expreso. Queremos decirle a la gente que ese espíritu no se perdió", señala.
Poco después expresa que el mensaje no es que se vaya Cristina. "Lo que queremos decir es que esto no es normal y no es sano. Hasta acá llegamos es: me di cuenta y no quiero esto, lo que no quiere decir que se vaya el Gobierno", afirma. Y agrega: "Me preocupa que haya gente que diga, bueno no es tan grave… tengo miedo al acostumbramiento".
Los tres aseguran que su reclamo tiene que ver con el hoy. "Somos ciudadanos que quieren que se respeten las leyes y otra forma de hacer política", dice Luis. "Esto es una forma de no quedarse dormido y de que no todo pase al olvido", lo secunda Mónica. Y Julieta concluye: "Somos todos y no es nadie. Quiero hacer algo más. Que la gente de despierte y vea que hay gente que está pensando".
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