Pierde impulso la agenda oficialista en el Senado y Cristina Kirchner se focaliza en el frente judicial
El sector kirchnerista fracasó en su intento de ampliar la Corte Suprema y en la iniciativa de consultas populares; incomodidad por la situación económica
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Como no ocurrió en los dos años y medio desde que volvió al poder, el kirchnerismo se encuentra sin rumbo en el Senado. Con Cristina Kirchner ocupada, y preocupada, por la mala praxis económica del gobierno de Alberto Fernández y por el frente judicial, el oficialismo en la Cámara alta se muestra desorientado, sin conducción y sin discurso.
El panorama se complica con las señales que llegan desde el Poder Ejecutivo. El optimismo que acompañó a la entronización de Sergio Massa como ministro de Economía parece haberse agotado en apenas dos semanas ante la evidencia de que no habrá buenas noticias para dar, al menos por un buen tiempo.
Más aún, en algunos despachos oficialistas mascullan bronca por anticipado por el ajuste a jubilados y asalariados que implica una inflación que se muestra como indomable y por el golpe a la clase media que se viene con la recomposición de las tarifas de los servicios públicos que más temprano que tarde tendrá que aplicar Massa.
En este escenario, es cada vez más evidente la dispersión de la tropa oficialista en la Cámara alta, que prefiere poner la atención en sus provincias, donde empieza a calar hondo la preocupación por la campaña electoral del año próximo, antes que en lo que pueda discutirse en las comisiones o el recinto de la Cámara alta.
Esto se ha traducido en los evidentes movimientos erráticos del Frente de Todos en las últimas semanas, que dejaron expuesto que perdió el control de la cámara a pesar de que enfrente tiene a una oposición sin la capacidad numérica de infligirle daño político alguno.
Así, en las últimas dos semanas el oficialismo fracasó en su intento por aprobar el proyecto de ampliación de la Corte Suprema, presentado por los gobernadores peronistas con el aval de la vicepresidenta, aún cuando cuenta desde hace más de un mes y medio con el dictamen de comisión que habilita su discusión en el recinto.
Además, por la evidente falta de interés de sus propios senadores en sostener esa agenda, ya van dos intentos fallidos de tratar en comisión de Asuntos Constitucionales los proyectos de modificación de los mecanismos de consulta y de iniciativa populares.
La discusión de esas iniciativas es impulsada por el ultrakirchnerista Oscar Parrilli (Neuquén), quien hasta no hace mucho alineaba al bloque oficialista detrás de las estrategias que todos daban por descontado que partían del despacho de la vicepresidenta.
Pero los tiempos parecen haber cambiado y, ahora, la voz del senador neuquino ha perdido predicamento en muchos de sus compañeros, que encuentran la agenda de Parrilli no sólo incómoda, sino alejada de la realidad política que vive el oficialismo.
Lejos de lo que se vivía hasta no hace mucho tiempo atrás, los números han comenzado a mostrarse esquivos para el oficialismo. “Todo cambió con la crisis que desembocó en la renuncia de Martín Guzmán”, se sinceró una senadora kirchnerista en un breve diálogo que sostuvo con este diario en los pasillos de la Cámara alta.
Si bien hay un importante factor fortuito en el hecho de que un par de legisladores del Frente de Todos sufren problemas de salud, lo que mermó la ya de por sí endeble mayoría hilvanada por Cristina Kirchner con la colaboración de senadores de fuerzas provinciales; no es menos cierto que varios senadores peronistas se sienten incómodos con la discusión de temas que consideran alejados de la realidad económica y política que atraviesa el Gobierno.
“Se acabaron los tiempos en que teníamos 41 senadores y algunos siguen, como autistas, hablando del ‘lawfare’ y planteando una agenda legislativa que solo le interesa al Instituto Patria y que nunca va a ser ley en Diputados”, se quejó en diálogo con LA NACION un senador oficialista, cansado de aprobar proyectos que terminan olvidados en la Cámara baja. “Es agotador”, agrega.
La crisis del Frente de Todos no solo repercute en la capacidad de alineamiento de la tropa propia que suelen tener los tiempos de bonanza política. Los aliados provinciales también empiezan a mostrar juego propio y a tomar distancia del oficialismo.
El caso emblemático de esta situación es el de la peronista disidente Clara Vega (La Rioja). Dos meses atrás, la legisladora que ingresó a la Cámara alta por las listas de Cambiemos, en reemplazo de la radical Inés Brizuela, participaba de las actividades y reuniones del bloque y votaba junto al Frente de Todos. Ahora, su reticencia a aprobar el proyecto de los gobernadores es uno de los factores que mantiene bloqueada la ampliación de la Corte Suprema con la que Cristina Kirchner pretende incomodar a los jueces del tribunal. Una muestra de pensamiento propio impensado en otras circunstancias, cuando ante un simple gesto de la vicepresidenta el oficialismo ponía en marcha el rodillo legislativo que aplastaba cualquier tipo de resistencia en el Senado.
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