Pese a las diferencias por Venezuela, en EE.UU. esperan una relación "pragmática" entre Biden y Fernández
WASHINGTON.- La Argentina está lejos en el mundo de Estados Unidos. Ya de por sí América latina aparece rezagada en la lista de la política exterior de Washington, y la Argentina, en ese universo, dista de ser una prioridad. Dentro de ese contorno, la relación bilateral inicia una nueva etapa con la llegada a la presidencia de Joe Biden, y en Washington confían en un buen vínculo, pero ese horizonte de afinidad dista de ser una garantía para cerrar con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Desde ambos lados coinciden en que el primer contacto entre Biden y el presidente Alberto Fernández dejó un buen punto de partida. Hubo señales alentadoras, buen clima –la charla se extendió por más de media hora– y pinceladas de sintonía. Un arranque positivo, aunque se trató de un contacto más protocolar que sustancial: el trabajo real, los pedidos de uno y otro lado, y la definición de una agenda y de un eventual encuentro cara a cara deberán esperar hasta el próximo 20 de enero, cuando Biden jure.
El equipo de transición de Biden se ha manejado con mucha cautela y hermetismo, trabajo a puertas cerradas, e intercambios mínimos con las embajadas en Washington. "Está todo verde", resumió una fuente diplomática. Ese encapsulamiento tiene un motivo: evitar cualquier percepción de doble comando o de una posible injerencia externa que despierte comparaciones con el Rusiagate, el escándalo que contaminó la última campaña presidencial y la transición de Barack Obama a Donald Trump.
Ante esa realidad, la relación atraviesa un compás de espera. Una vez que tome las riendas de Estados Unidos, Biden reconstruirá las alianzas históricas con Europa y el multilateralismo, un giro respecto de la filosofía "Estados Unidos, primero" que impuso Trump. Un análisis de Eurasia indicó que Biden probablemente priorizará su política exterior en las tensiones con China, la lucha contra el cambio climático, el comercio, Europa, Rusia, Irán y Corea del Norte. América latina aparece relegada, y la atención apunta a ir primero a América Central por la cercanía y la migración. La política exterior, un área donde Biden se mueve con comodidad, tendrá otro tono, más previsibilidad: no habrá anuncios por Twitter, y el Departamento de Estado recuperará su rol tradicional.
Un exfuncionario del gobierno de Barack Obama que conoce la región dijo que espera una "relación productiva" entre Biden y Fernández –dos líderes pragmáticos– con coincidencias en algunos temas, como el cambio climático, y "diferencias de enfoques" manejables, como es el caso de la crisis en Venezuela.
"Ya tuvieron una llamada telefónica, lo cual es bueno, y salieron delante de México y Brasil, lo cual es notable. Hay países que ya están comenzando su involucramiento, y eso será útil apenas comience la nueva administración. México y Brasil están muy atrás", evaluó el exfuncionario.
La relación con Cristina Kirchner fue difícil –recordó después–. Macri transformó la relación en beneficio de ambos países. Hay potencial con Fernández, que es más pragmático que Cristina ""
"La relación con Cristina Kirchner fue difícil –recordó después–. Macri transformó la relación en beneficio de ambos países. Hay potencial con Fernández, que es más pragmático que Cristina, y hay problemas que ambos países verán de la misma manera, como el cambio climático, los refugiados. Habrá diferencias de enfoque, como en Venezuela, pero serán manejables. Espero una relación productiva, claramente más de la que teníamos durante Obama".
Las divisiones en el Frente de Todos despiertan dos lecturas en Washington. Algunos creen que se trata de un problema interno, que pasa en todos los gobiernos y la Casa Rosada deberá manejarlo. Otros advierten que la grieta frentista puede contaminar la política exterior.
"Las divisiones dentro del gobierno argentino son relevantes en la medida en que embrollen la política exterior argentina, como es más evidente en el enfoque incoherente de la Argentina a la crisis de Venezuela", apuntó Benjamin Gedan, director del Argentine Project del Centro Wilson, quien trabajó en el gobierno de Obama. Gedan destacó la larga conversación entre Biden y Fernández como una señal alentadora, pero remarcó que "el futuro de la relación diplomática dependerá menos de su admiración por el papa Francisco, y más de la política exterior en la tierra del Papa".
Esa lectura sirve para abordar la principal prioridad de Alberto Fernández con la Casa Blanca: el respaldo para el acuerdo con el Fondo.
Una buena relación con Biden es una condición necesaria para lograr el visto bueno del board del Fondo, pero, en última instancia, la mirada unánime en Washington es que el éxito de la negociación dependerá de si el Gobierno logra tejer los consensos necesarios para enhebrar un plan potable para Estados Unidos, el G-7 y el staff del Fondo. Habrá una actitud más benevolente, más receptividad y flexibilidad en Washington, nadie espera que el gobierno de Biden ponga palos en la rueda, y la llegada de Janet Yellen en el Tesoro fue más que bienvenida en Buenos Aires, pero, a la larga, todo dependerá de ese plan.
"No hay balas de plata", sintetizó en Washington una fuente que conoce los entretelones del FMI.
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