Pese al clamor por Cristina, La Cámpora presiona en forma subterránea por la candidatura de Axel Kicillof
Ese sector del kirchnerismo pretende que el gobernador reemplace a la dama si ella no acepta competir por la Casa Rosada; así, Máximo Kirchner marca la cancha en territorio bonaerense
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Para afuera le dan aire al “operativo clamor” para que “se rompa la proscripción” y Cristina Kirchner sea la candidata presidencial del peronismo. Pero puertas adentro operan en otra dirección: Máximo Kirchner y otros dirigentes de La Cámpora y del PJ bonaerense pretenden que la postulación principal del kirchnerismo recaiga en Axel Kicillof. “Los chicos lo quieren de candidato”, revela un dirigente de la primera línea del Frente de Todos. Y anticipa que viene una “pulseada por la lapicera” en la Provincia.
Con esa frase, el referente oficialista consultado por LA NACION interpretó el tirón de orejas que le propinó el hijo de Cristina Kirchner al gobernador bonaerense el fin de semana pasado en Avellaneda, donde desde una tribuna partidaria le pidió que “suba a la militancia a los lugares de decisión”. El reclamo cayó como una bomba de profundidad en La Plata, donde aseguran que Kicillof sigue aferrado a la idea de competir por la reelección y no quiere saber nada con una candidatura presidencial.
Al indagar por la motivación de Máximo Kirchner -que no es nueva- para impulsar a Kicillof, no faltan los dirigentes que especulan con que necesita despejar el sillón principal de la provincia de Buenos Aires para instalar allí a un dirigente propio en el próximo período de gobierno. Tampoco faltan los admiten, dentro del kirchnerismo, que los postulantes “muletto” de Cristina, como podrían ser el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, o el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, no mueven el amperímetro.
Solo Kicillof aglutina al núcleo duro de votantes del kirchnerismo, según reflejan las encuestas que manejan en el Frente de Todos, un dato que en La Cámpora utilizan para inflar su candidatura. La jugada, que se comenta en voz baja en los quinchos peronistas del conurbano, no tiene puntos de contacto con la intención del presidente Alberto Fernández de competir en las PASO eventualmente contra un candidato kirchnerista. Al mandatario ya no lo incluyen en estas conversaciones, porque no lo consideran competitivo.
“Alberto tiene que ordenar el Frente de Todos y para ordenar, se tiene que correr, porque si no se va a romper”, dijo en la semana Juan Grabois desde el Vaticano, donde sigue oficiando como uno de los dirigentes preferidos del Papa Francisco. En una entrevista con este diario, dejó otro concepto en línea con lo que piensan en La Cámpora: solo bajaría su candidatura presidencial si aparecieran otros postulantes “de izquierda”, entre los que mencionó en primer lugar a Kicillof. Y en segundo, a “Wado” de Pedro.
Ese sector progresista del Frente de Todos lucía más incómodo con el posicionamiento del ministro de Economía, Sergio Massa, que muchos dirigentes promovían aún sin su aprobación explícita, hasta que los números de la inflación -un 6,6% en febrero- y un reciente comunicado de La Cámpora que cuestionó en duros términos el acuerdo con el FMI -sin nombrar al tigrense- sembraron dudas sobre la proyección de Massa, pese al aval público de dirigentes como Andrés “Cuervo” Larroque y Jorge Ferraresi.
La postura de Kicillof
Kicillof no quiere ni que le sugieran la posibilidad de ser candidato a Presidente. Argumenta en su círculo de confianza que necesita otro mandato como gobernador para dejar una huella en la Provincia, pero en el fondo teme que sus propios compañeros tramen para él un destino como el que tuvo Daniel Scioli en 2015, cuando el “pichichi” era el “candidato natural” del PJ y terminó padeciendo una derrota que, pasados los años, aún lo sumerge en un laberinto para tratar de regresar a la vidriera política argentina.
El recelo de Máximo Kirchner con Kicillof tiene, a su vez, otra explicación a largo plazo: si al gobernador lo reeligen este año podría convertirse prácticamente en la única referencia kirchnerista en el país, en un escenario que se preanuncia desfavorable para el Frente de Todos a nivel nacional. En ese marco político, un Kicillof empoderado podría ser más reacio a “subir a los militantes a los lugares de decisión”. Esto es, a darle cargos y espacios de poder a La Cámpora, como por ejemplo la vicegobernación.
“Está bien lo que dijo Máximo. Es lo que venimos haciendo desde el comienzo de la gestión. Estamos 100% de acuerdo”, sostiene ante LA NACION un funcionario de confianza de Kicillof. Aunque cuando se le hace notar que el hijo de Cristina pudo haber hecho ese planteo en privado, responde: “No puedo hablar por Máximo”. En La Plata no saben hasta dónde podría llegar la presión del jefe camporista sobre Kicillof y se preguntan si estará dispuesto a arriesgar incluso la continuidad del peronismo en el gobierno bonaerense.
Tanto el Gobernador como sus colaboradores, entre ellos el asesor Carlos Bianco, llaman a “trabajar para que Cristina sea candidata”. No lo dicen públicamente, pero solo así dejarían de presionar al Gobernador para que tome su lugar. Con una lógica inversa, también arribó a esa conclusión Martín Insaurralde, el jefe de gabinete bonaerense y hombre fuerte de Lomas de Zamora, cuando afirmó que “si Cristina es candidata a presidenta y considera que Axel sea el candidato en la Provincia, voy a ser el primero en acompañarlo″.
Si se lee bien, el mensaje de Insaurralde -el candidato que algunos intendentes del PJ quieren llevar desde hace mucho al sillón de Dardo Rocha- lleva implícito un condicionante: ¿Qué pasaría si Cristina no fuera candidata a presidenta? ¿El peronismo bonaerense aceptaría sin chistar el proyecto reeleccionista de Kicillof? Un razonamiento idéntico aplicó Jorge Ferraresi desde Avellaneda: “Si Cristina es candidata, Axel es gobernador”, dijo. Tanto Insaurralde como Ferraresi suelen actuar en sintonía política con Máximo Kirchner.
El doble jefe del PJ bonaerense y de La Cámpora tiene otro motivo de discordia con el economista devenido gobernador en 2019: Kicillof mantiene un vínculo directo con Cristina y no necesita de intermediarios en su relación con la vicepresidenta. A tal punto, que sus encuentros reservados incluyeron la semana pasada, en La Plata, a un invitado especial: el ministro Sergio Massa. Los voceros de los tres se esforzaron por desmentir la cumbre, a la que también rastrearon desde la Casa Rosada, pero hay fuentes que la confirman.
En La Cámpora minimizan el cortocircuito de su jefe con Kicillof. “La de Máximo para Axel fue una chicana semántica. No es como con Alberto, a quien le plantea una cuestión terminal”, dicen. Y agregan: “Si Kicillof fuera el candidato a presidente, tendría que salir a las provincias y hasta ahora no lo hizo”. Otra fuente, legislativa, afirmó: “Máximo se lleva bien con Axel, son amigos y no se lo dijo como reproche”. Pero en verdad, a todos les hizo ruido el planteo que se interpretó como una forma de marcarle la cancha a Kicillof.
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