Pese a la nueva embestida, el kirchnerismo no cambia su estrategia a la espera del “fracaso” de Guzmán
Las críticas que lanzó hoy Larroque sorprendieron en La Cámpora; Cristina y Máximo Kirchner aguardan el momento para una nueva escalada en el conflicto interno
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Las nuevas críticas lanzadas hoy por Andrés Larroque no son parte de una estrategia organizada, sino arrestos individuales que buscan empujar una convivencia reducida a lo mínimo indispensable para que se doble, pero no se rompa. Cristina Kirchner y La Cámpora decidieron replegarse las próximas semanas a la espera de lo que creen será el “fracaso” del plan que puso en marcha el ministro de Economía, Martín Guzmán.
La decisión del presidente Alberto Fernández de avanzar con el titular del Palacio de Hacienda como principal referente económico, blanco de los principales cuestionamientos del kirchnerismo duro, es objetada por la vicepresidenta y su hijo Máximo Kirchner. Pero a diferencia de lo que ocurrió durante los dos primeros años de la gestión, la quejas ya no generan efectos en la toma de decisiones del jefe del Estado.
“En dos meses hablamos de nuevo”, exageró un funcionario de La Cámpora. El Presidente, según la visión que comparten los líderes de la agrupación, “va a resultado”.
Si Guzmán logra domar la inflación y estabiliza la economía habrá ganado la batalla. Si los próximos meses la aceleración de los precios mantiene niveles como hasta ahora, se desatará una nueva rebelión interna.
Es en este escenario que los dichos de Larroque sorprendieron a la conducción de “la orga” que lidera el diputado Kirchner. Cuando nadie lo esperaba, el ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense volvió a castigar a la administración nacional. “Más allá de las buenas intenciones creo que es muy necesario que se resuelvan los problemas de fondo porque si no hay política social que alcance”, resaltó Larroque.
Las buenas intenciones, según la mirada camporista, son las últimas decisiones que adoptó el gobierno nacional bajo presión. Entre ellas la suba del mínimo no imponible de Ganancias, que exigió Sergio Massa; el adelantamiento de los aumentos del salario mínimo, pedido de Máximo Kirchner, y los bonos para los trabajadores informales.
Ante la negativa rotunda del Presidente a convocar a una mesa de conducción con Fernández, Cristina Kirchner y Massa, Larroque sostuvo que hay conversaciones “permanentemente”. En esos diálogos se cruzan, entre otros, ministros nacionales como Juan Zabaleta (Desarrollo Social), Gabriel Katopodis (Obras Públicas) y Jorge Ferraresi (Hábitat) con Máximo Kirchner, Larroque y el jefe de gabinete bonaerense, Martín Insaurralde.
En medio de la crisis política interna –pasado mañana se cumplirán tres meses del último diálogo personal entre el Presidente y la vicepresidenta– Larroque dejó en claro que mantener la unidad como único objetivo ya no alcanza. Además, la convocatoria al diálogo debe partir de Fernández, caso contrario profundizaría la debilidad del Gobierno.
“Sin la unidad no se puede y con la unidad no alcanza. Lo que venimos planteando es cómo dotamos de sentido a la unidad, porque no es una cuestión mágica que la simple reunión [solucione]… Hasta por una cuestión moral hay que resolver y alivianar las dificultades que atraviesa nuestra sociedad, sobre todo los sectores más postergados”, advirtió Larroque.
Hoy, el problema de fondo, según advierten desde el kirchnerismo, no es político, sino de gestión. Es por eso que ya no hay pedidos para que el mandatario entregue en bandeja de plata las cabezas del equipo económico.
Como contó LA NACION, Cristina Kirchner plantea tres puntos de diferencia, todos sobre el abordaje estratégico para resolverlas: recuperación del poder adquisitivo, la lucha contra la inflación y la administración del comercio internacional.
La respuesta del Presidente no dejó espacio para negociar. “A los compañeros que duden, los hechos les van a demostrar que estaban equivocados”, dijo la última semana en la sede del PJ, donde no hubo ningún invitado del kirchnerismo duro.
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