Pese a la campaña electoral, continúa el ajuste del gasto público
El déficit primario es de solo el 1,5% del PBI al tercer trimestre del año, cuando el presupuesto preveía el 4,5%; los aumentos de precios licúan los gastos e incrementan la recaudación
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No es frecuente que, en un año electoral, el Gobierno contenga el gasto público. Es más bien excepcional. Pues bien, Martín Guzmán lo hizo, aunque tuvo ayuda: por obra y gracia de la inflación, que licuó el gasto y subió los ingresos, en estos nueve meses del año el déficit primario apenas alcanzó el 1,5% del PBI, muy por debajo del 4,5% presupuestado. Una buena noticia para exhibir ante el FMI pero pésima a los ojos de Cristina y Máximo Kirchner, que le endilgan a Guzmán y a su ajuste del gasto la derrota electoral del oficialismo.
Durante los primeros seis meses, en efecto, el déficit fiscal se mantuvo a raya y no hubo desbordes del gasto; esto le costó a Guzmán un buen tirón de orejas por parte de la vicepresidenta en su célebre carta pública tras las elecciones. Este comportamiento se prolongó durante el tercer trimestre del año y de ello da cuenta el último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC): entre enero y setiembre la administración nacional redujo el gasto primario en un 3,4% en términos reales, mientras que los ingresos subieron en 25,4% también en términos reales, siempre respecto del mismo período de 2020. Ergo, el déficit primario se redujo en un 68,8% respecto de igual período del año previo.
Según el ministro Guzmán, no hubo ajuste del gasto; al rebatir las críticas de Cristina Kirchner sostuvo que, por el contrario, este año “ha habido una política fiscal expansiva” y explicó que la reducción del déficit obedece a dos motivos: al alza de la recaudación –por el rebote en la actividad económica tras la pandemia- y por la reestructuración de la deuda, lo que permitió bajar el pago de intereses. “Pero el gasto aumenta”, se defendió Guzmán.
En efecto, según los datos presupuestarios de la OPC el gasto público aumentó durante este año (en un 42,5% interanual), pero lo hizo en un nivel inferior a la de la inflación, que en lo que va del año –de enero a setiembre- registró un alza del 52,5% interanual.
En síntesis, en términos reales el gasto cayó en estos primeros nueve meses del año gracias, en buena parte, al impacto de la inflación. De acuerdo al informe de la OPC, uno de los rubros que más retrocedió fue el de las jubilaciones y pensiones, que decreció en términos reales un 7,4% interanual debido a los efectos de la fórmula de movilidad que aprobó el Congreso a fines del año pasado, que no logró compensar el alza de los precios.
Las asignaciones familiares, cuyos montos se definen según el índice de movilidad, también cayeron, en este caso un 3,1%; el impacto no fue tan profundo por el refuerzo de $15.000 que recibieron los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo y por Embarazo en abril pasado.
También cayeron fuerte los programas sociales: un 45% en términos reales, una reducción que se explica por la eliminación de los planes de emergencia que se instrumentaron el año pasado (IFE y ATP) para amortiguar el impacto económico que implicó la pandemia y las restricciones impuestas por el Gobierno.
“Dicha incidencia negativa fue compensada parcialmente por el impulso de la ejecución en otros programas sociales, tales como Potenciar Trabajo, Progresar y Políticas Alimentarias, que representaron más de la mitad de los fondos ejecutados en programas sociales”, detalla el informe de la OPC.
Las transferencias corrientes a las provincias también cayeron respecto del año pasado (-33,3%), cuando recibieron del Tesoro desembolsos excepcionales por la pandemia. El giro de recursos a las universidades, en tanto, tuvo una contracción del 3,1% debido a que la actualización de los salarios de los docentes no llegó a compensar la suba en el nivel general de precios.
Por el contrario, hubo dos rubros que sí experimentaron una fuerte expansión en estos nueve meses: los subsidios energéticos, que aumentaron casi un 57%, y los subsidios al transporte, que crecieron un 7,1%, ambos respecto del mismo período del año pasado. Dichos incrementos se vieron parcialmente compensados por la reducción de los subsidios que el año pasado se destinaron a empresas para aminorar el impacto de la pandemia, como el Fondo Nacional de Desarrollo Productivo (Fondep) y el Fondo de Garantías Argentino (Fogar).
También experimentaron un fuerte incremento los gastos del capital: casi un 72% en términos reales respecto del año pasado. Esto obedece a la mayor inversión realizada en Vivienda y Urbanismo y en Transporte, explica la OPC.
Mayores ingresos
Como se dijo, mientras los gastos se reducen en términos reales por efecto de la inflación, los ingresos experimentaron una fuerte suba. En efecto, estos crecieron un 25,4% en términos reales básicamente por una mejor recaudación del IVA y los $427.401 millones provenientes de la asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG) que recibió Argentina de acuerdo con su cuota de participación en el FMI.
El Tesoro también se vio beneficiado con la recaudación del impuesto a la riqueza (que el oficialismo denominó Aporte Solidario y Extraordinario) creado este año para morigerar los efectos de la pandemia. En estos nueve meses acumuló $197.000 millones, según la OPC.
Además de la mejora en los ingresos tanto tributarios como no tributarios, la reestructuración de la deuda le permitió al ministro Guzmán ahorrar varios millones de dólares en el pago de intereses de la deuda. En lo que va del año este ahorro fue de $540.607 millones, un 25% en términos reales respecto del año pasado. Esto permitió que el déficit financiero cayera un 57,3% en términos reales y que se ubique en 2,7% del PBI, cuando el presupuesto 2021 pronosticaba 6 puntos del PBI.
Tras la derrota electoral, y luego de la reprimenda pública de Cristina Kirchner, el ministro Guzmán abrió el grifo del gasto público. Desde entonces dictó tres decisiones administrativas para ampliar el presupuesto; lo hizo por un total de $161.831 millones, mayormente destinado a las partidas de asistencia social y empleo. Sin embargo, no parece ser suficiente. La inflación, así como licúa gastos e incrementa los ingresos, termina por carcomer todos los anuncios de aumentos y mejoras que realiza el Gobierno. El impacto es mayor en los sectores de menores ingresos, y de ello dan cuenta las masivas movilizaciones de los últimos días.
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