Personajes e historias de la protesta en contra de la reforma judicial
Un hombre vestido con un traje diseñado por él mismo con los colores de la Argentina; otro, que llegó desde Mar del Plata especialmente para la manifestación
Parece una postal de otro tiempo. Con un bastón elegante, un traje muy particular diseñado por él mismo con los colores celeste y blanco de la Argentina, Jorge Williams camina por la plaza de los Dos Congresos. Está allí para manifestarse en contra de la reforma judicial impulsada por el Gobierno. Con sus bigotes blancos característicos, dos anillos en su mano derecha y uno en la izquierda, es una de las pocas veces que asiste a una convocatoria política.
"Hay que participar sino no te podés quejar después", dice este sastre, de 71 años, con una sonrisa dibujada en su rostro. No puede dar más de dos pasos, literales, sin que alguien quiera sacarse una foto con él. Su atuendo que, además está acompañando de un sombrero negro con una cinta también con los colores del país, despierta, de inmediato, la atención.
Williams, al igual que la mayoría de los manifestantes, que no son más de 100 al mediodía, participó de la manifestación masiva del 18A. Está a pocos metros de la "Carpa por la Justicia Independiente", instalada por los dirigentes opositores para "impedir que se puedan convertir en ley la reforma del Consejo de la Magistratura y la regulación de las medidas cautelares de la justicia".
Adentro del toldo, en rigor, sólo hay aproximadamente diez personas. De hecho, las sillas dispuestas en el lugar alcanzan para apenas 21 personas. Los manifestantes, prefieren quedarse afuera, aunque las personas mayores son la excepción ya que aprovechan para sentarse. Alcanzan 19 pasos para recorrerla de punta a punta.
Es el caso de María, de 83 años que prefiere no dar su apellido, y que llegó especialmente para la ocasión desde Tapiales, localidad del partido de La Matanza. Tengo bronca. "Estoy cansada de la corrupción y ahora encima del avance del Gobierno sobre la justicia", señala.
Allí, cerca, se escucha el ruido en soledad de una cacerola. Alejandra Gorostiza la golpea con fuerza. "No sirve que adentro de la carpa den clases de educación cívica, cuando en el Congreso ya están votando las leyes para subordinar la Justicia al Gobierno. No es momento de instruir, es momento de hacer", asegura mientras expresa ininterrumpidamente su malestar con el Gobierno.
El caso de María, Williams y el de Gorostiza representan el de todos aquellos que están más cerca de la Carpa que del Congreso. Arturo Velazco, de 51 años, es otro de los personajes de este día. Vino especialmente desde Mar del Plata, para hacer oír sus reclamos. Con una máscara que puede ser identificada con Anonymous, se define como un indignado argentino.
"Acá está mi libertad. Y no voy a dejar que nadie la toque", reza el cartel que lleva Velazco. No son pocos los mensajes que se ven. Mari, de Avellaneda, de 56 años, exhibe uno, perteneciente al pensador francés Montesquieu: "No existe peor tiranía que la ejercida a la sombra de las leyes y con las apariencias de la Justicia.
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