“Peronismo chino”: por qué la principal fuerza de oposición defiende la base espacial de Neuquén pese a la inquietud estadounidense
Sus principales referentes rechazan el alineamiento de Milei con Washington; el rumbo de Kicillof en el plano internacional y el papel de su “mano derecha”; el otro gobernador con vínculos chinos
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“Si Estados Unidos está preocupado, que haga lo mismo que los chinos. El problema es que ellos bloquean todo y no te dan nada”. La frase pertenece a un dirigente kirchnerista que, diez años atrás, participó de la gestación del acuerdo que habilitó a China a instalar una base espacial en Neuquén, y que ahora observa como un retroceso la política de alineamiento del gobierno de Javier Milei con Washington, que esta semana sumó un nuevo capítulo con la llegada al país de la jefa del Comando Sur del Ejército norteamericano, Laura Richardson.
No es una opinión aislada la de este referente kirchnerista. Distintas vertientes del peronismo desarrollaron en los últimos años una estrecha relación con el PC chino, que demuestra estar muy atento a los movimientos partidarios del PJ y de otros sectores aliados, como el Frente Renovador massista. Desde la segunda presidencia de Cristina Kirchner –y también durante el mandato de Alberto Fernández-, el peronismo profundizó su acercamiento con Beijing. La activación del swap para reforzar las escuálidas reservas del Banco Central, ya en el final del fallido gobierno del Frente de Todos, fue la demostración más contundente de esa alianza.
En la actualidad, hay dos gobernadores que siguen esa línea de política internacional. Uno de ellos es el bonaerense Axel Kicillof; el otro es el fueguino Gustavo Melella. No casualmente el primero –a quien distintos grupos del peronismo miran como su potencial candidato a presidente para 2027- tiene en sus filas a Carlos Bianco, su mano derecha en la gestión de la Provincia. “Carli”, como lo llaman en el seno del kicillofismo, era secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería cuando se redactaron los convenios con China para el emplazamiento de la estación espacial en Neuquén.
Según recuerdan los memoriosos del Palacio San Martín, Bianco participó de la redacción de esos papers que luego votó el Congreso, en el aspecto referido al “financiamiento concesional”. Se trata un mecanismo por el cual si un país le otorga a otro ese tipo de financiamiento, entonces el beneficiario devuelve gentilezas a través de un proyecto de infraestructura sin licitación internacional. Así alumbró el kirchnerismo las represas Kirchner y Cepernic en Santa Cruz. También la reactivación del ferrocarril Belgrano Cargas.
Bianco era un funcionario de segunda línea en la Cancillería que comandaba Héctor Timerman en aquel momento. Pero ya actuaba en sintonía con Kicillof, que había experimentado un ascenso meteórico de la mano de Cristina Kirchner hasta convertirse en ministro de Economía. Tal vez por eso en La Plata consideran ahora una “ridiculez” que la administración libertaria le haya prometido a la generala Richardson una inspección a una “base de exploración científica cuyos resultados son abiertos y compartidos” con la Argentina.
Otras fuentes peronistas son menos complacientes con el “emprendimiento” y afirman que “la base se comenzó a construir a toda velocidad antes de la aprobación parlamentaria del acuerdo”, el 23 de abril de 2014, y aseguran que “las obras se hicieron bajo conducción china y con presencia de militares chinos”. Para que no queden lugar a dudas, agregan: “El convenio es con un ente que depende del Ejército chino”.
Por el “acuerdo de cooperación” del que está por cumplirse una década, el país tiene acceso al 10 por ciento del tiempo de trabajo de la base espacial, aunque los críticos de la iniciativa hacen notar que los chinos retacean tanto la información como el ingreso de científicos argentinos a las instalaciones, ubicada sobre la ruta 33, a la altura de Bajada del Agrio. “Los científicos de la CONAE sólo pueden acceder por 2.40 horas al día, con previo aviso”, explicaron fuentes que trajinaron la Cancillería.
A su vez, los estadounidenses -entre ellos el embajador en Buenos Aires, Marc Stanley- directamente sospechan que la estación tiene usos de tipo militar. Pero desde el kirchnerismo alineado con Beijing lo desmienten: “Los chinos avanzan geopolíticamente en paz y con inversión en el extranjero, no necesitan conflictos”.
Cristina Kirchner, su hijo Máximo y Kicillof adhieren a ese encuadramiento de política internacional. De hecho, el gobernador recibió en febrero al embajador de la República Popular China, Wang Wei, con “el objetivo de potenciar la relación entre ese país y la Provincia”, según informaron oficialmente en la Gobernación, en un encuentro donde también estuvieron Bianco –ahora ministro de gobierno y con atribuciones similares a la de un canciller pero bonaerense-; el asesor general Santiago Pérez Teruel y el intendente de La Plata, Julio Alak. La imagen fue observada –y pensada también- como la contracara del alineamiento de Milei con Washington.
El otro gobernador que no comulga con la política exterior del presidente libertario es el fueguino Gustavo Melella, cuyo posicionamiento siguen de cerca en Washington a raíz del proyecto chino para financiar y operar un puerto multipropósito en Río Grande. La propia Richardson dijo, en su audiencia de confirmación como jefa del Comando Sur en el Senado norteamericano, que le preocupaba la presencia de China en esa región que es considerada como “un puente hacia la Antártida”. Melella avisó ahora que no recibirá a la generala porque los norteamericanos “realizan prácticas militares junto a Gran Bretaña en el Atlántico Sur”. De hecho, este jueves no lo hizo pese a que Richardson -y más tarde el propio Milei- aterrizaron en Ushuaia.
Melella habló en esos términos el 2 de abril, justamente en el acto de homenaje a los caídos en el conflicto bélico de 1982. El mandatario provincial se considera un portavoz del sentimiento malvinero que predomina en la población fueguina y llevó esa agenda al foro de gobernadores patagónicos que preside el chubutense Ignacio Torres. Pero en el fondo no faltan los que piensan que Melella está comprometido con una empresa china que prometió inversiones y puestos de trabajo en una región del país donde no abunda el empleo.
En el kirchnerismo piensan que Milei ingresó en una “nueva era de relaciones carnales” con Washington, siguiendo la lógica de su venerado Carlos Menem y profundizando, incluso, lo que hizo la administración de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. A tal punto, que desempolvan con sorna política un viejo comunicado de la Cancillería en 2016, bajo la gestión de Susana Malcorra, que no solo “no denunció el acuerdo con China” sino que celebró “el uso pacífico de la estación espacial de Neuquén”. En rigor, fue una adenda del acuerdo original en la que se estableció que la base “no se puede usar para fines militares”.
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