PASO 2021: el oficialismo buscaba el empate, pero recibió un KO
Hacía rato que los sondeos pronosticaban más votos para la oposición que para el oficialismo, una disconformidad abrumadora con el rumbo del país y una merma de la imagen presidencial. Datos incontestables, aunque también es verdad que hubo un veranito en la opinión pública a través de varias encuestadoras afines al oficialismo.
El gobierno nacional fue la variable independiente, ya que prácticamente la principal coalición opositora no se ha movido de su última cifra nacional obtenida en la segunda vuelta del 2019 (que milita a través de su hashtag #yosoydel41). Sin embargo, el Frente de Todos descendió algo así como 17 puntos y lo hizo parejo en todo el país.
Según Murray Edelman, “las creencias sobre el éxito y el fracaso se cuentan entre las más arbitrarias de las construcciones políticas”. En esta ocasión, el escenario electoral fue nefasto para el oficialismo, se mire como se mire. No hubo reválida para su apuesta por la reconstrucción y el Congreso necesitará de nuevas aritméticas ante la probable pérdida legislativa del oficialismo en noviembre, porque las leyes que estaban en carpeta no son nada chiquitas: hidrocarburos, justicia, salud, reforma impositiva, entre otras.
El oficialismo buscaba el empate, porque así la corona queda para el que la tenía. Pero no, recibió un knock-out. Así se lo espetó la sociedad. El Frente de Todos ya no tiene a la franja central del país para culpar de un voto conservador: es el propio país en toda su geografía que se le ha revelado.
Populismo, autoritarismo y fracaso
No comprendió los clivajes, esas posiciones exageradamente dicotómicas en torno a temas. Desde esos seductores planteos, la oposición machacó hasta el cansancio y el gobierno quedó atrapado en el extremo negativo de esos clivajes: populismo, autoritarismo y fracaso.
En sistemas de amplias coaliciones, los clivajes son garantía de supervivencia, pero el oficialismo salió a dar batalla con la racionalidad de las vacunas (sin haber estudiado los resultados en el mundo respecto a que ellas no garantizan voto premio) o con la economía, precisamente el punto más débil de la valoración pública. Los escándalos, aunque hayan movido poco, sí fungieron como un verdadero techo electoral. Tampoco comprendió que esta elección necesitaba de candidaturas con mayor volumen político.
El Presidente no se cuida, ni lo cuidan. Como orador único y mariscal de la derrota, se ilustró eso. Pero es un debate menor comparado al primero y más grande los dilemas para el oficialismo: entender que el peronismo es mayor al antiperonismo; pero que el antikirchnerismo es abrumadoramente mayor que el kirchnerismo.
Terremoto electoral
Juntos por el Cambio puso primera y se tornó amenazante para ganar gobernaciones en 2023, no solo ser competitivo a nivel presidencial. Esto es un terremoto electoral nacional que no conmovía al peronismo desde hace rato.
La falta de visión estratégica tras nacionalizar lo que sucedía en Buenos Aires por parte del oficialismo, hizo tiritar una gran cantidad de gobernaciones en el interior, en el que esta elección legislativa fue como una especie de gran ariete que golpea la comodidad de esos oficialismos provinciales.
Por primera vez Juntos por el Cambio, agrupando el voto antipopulista, mucho del voto conservador y mucho del enojo público, ha federalizado su performance, a la vez que el Frente de Todos ha pecado de una macrocefalia sin precedentes. La Argentina no es solo Buenos Aires.
Pero el voto opositor se repartió entre varios y produjo resultados electorales llamativos. Algunos oficialismos provinciales, como los de Río Negro o Neuquén por caso, se revitalizaron con un discurso anti grieta con sendas victorias y otros, como Córdoba, aún sin ganar, se impusieron con comodidad al kirchnerismo y sirvieron de refugio a un voto filo peronista desencantado con lo nacional.
El efecto “spoiler”
Aquí vienen las dos estrellas de la noche: las candidaturas “spoilers”. El efecto spoiler se da cuando los partidos menores que participan en la contienda pueden generar consecuencias decisivas en una elección. Un “spoiler” es un candidato sin posibilidades reales de vencer en la contienda, pero cuya presencia en la misma puede condicionar el resultado final de la votación porque detrae votos desproporcionadamente de uno de los candidatos con chances verdaderas.
El acumulado del voto de izquierda, siempre significativo para captar algo del descontento en elecciones intermedias fue la tercera fuerza del país. Cerca de 7 puntos es lo que habría obtenido nacionalmente, siendo tercera fuerza en varias provincias, entre ellas Buenos Aires. Loable. Y ese voto es, en gran parte, fuga del Frente de Todos.
Pero las opciones liberales conservadoras, también arañando el 7%, fueron la otra novedad. No es sencillo encasillar lo que representan: enojo convertido en ira antisistema; un neo cualunquismo (predominio de un sentido común descontextualizado); algo de expresión de intolerancia; y también un modo estético (llamativo, espectacular y estigmatizante) en que el neonconservadurismo se presenta.
Su poder es tal que, cuando hay mucha superposición ideológica, estas posturas extremas suelen ser las que ordenan al resto. Muchas veces eran las izquierdas el mojón de referencia que ubicaba al resto, ahora, al menos desde el centro a la derecha, el mojón ideológico de referencia está ubicado en la ultraderecha y también afectará el discurso de Juntos por el Cambio, que podría haber crecido en votos, pero no lo hizo porque esta fuerza lo spoileó duramente.
Un detalle de color: lo bizarro, electoralmente, fue un lindo divertimento, pero, por el bien de la democracia, cotizó poco en votos.
* El autor es director de la Maestría en Comunicación Política, Universidad Austral.
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