Paro de transporte: el último intento de Pablo Moyano por empujar a la CGT a otra huelga general
El camionero condiciona su futuro en el triunvirato de mando de la central obrera a que se avance con otra protesta contra el Gobierno
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Pablo Moyano, el máximo impulsor del paro de transportes y uno de los tres jefes que tiene hoy la CGT, condicionó su futuro en el triunvirato cegetista a la espera de una reacción corporativa en contra del Gobierno. El número dos de los camioneros, que logró involucrar a Hugo, su padre, en el reclamo sectorial de hoy contra la gestión de Javier Milei, intentará la semana próxima romper el letargo en el que entró la CGT después de haber pactado con la Casa Rosada más recursos para las obras sociales, una reforma laboral más light y el freno en el Congreso a los proyectos de ley que buscaban limitar el poder de caja y representación de los gremios.
“Los gremios que no adhirieron al paro se ve que están felices con el Gobierno”, ironizó Pablo Moyano en Radio 10 al ser consultado por la pasividad del sector mayoritario de la CGT. “Mitad de la CGT quiere dialogar con el Gobierno y la otra mitad quiere estar en la calle para defender los derechos de los trabajadores. No se puede mirar para otro lado”, señaló.
El ala dialoguista de la CGT, que reúne por ahora una mayoría, está lejos de aceptar ser guiados por Moyano hacia un conflicto con Milei. Mucho menos ahora, cuando el Presidente saca pecho por la caída de la inflación, el control del mercado cambiario y un repunte en las encuestas de imagen y aceptación.
“No hay un clima generalizado para avanzar con otro paro ni una reacción popular masiva en contra del Gobierno”, interpretó ante LA NACION un histórico que integra el sector más influyente de la central obrera. Los sindicalistas suelen tener un termómetro especial para detectar las crisis. A ese don, adquirido por la experiencia de estar en sillones de mando en los que el recambio no se produce con frecuencia, algunos dirigentes lo conservan para definir sus alineamientos políticos. Los dialoguistas se guían de esa sensación para no confrontar hoy con Milei. Se alinean con esta estrategia desde “los Gordos” (grandes gremios de servicios) hasta los autodenominados “independientes” (los estatales de UPCN y Aysa, y la Uocra). Prima entre ellos la postura de tomar distancia de ese pesado estigma del sindicalismo antropófago, capaz de engullirse a cualquier gobierno que no sea peronista. En la vereda de enfrente, dispuestos a las protestas en repetición, están el moyanismo y los gremios más identificados con el kirchnerismo. En los hechos, la CGT está fracturada. Otro logro de los libertarios, que también celebran las divisiones en Pro, la UCR y el peronismo.
“Después del 30 de octubre se decidirá la situación del sector que representamos, si continuar en la CGT o proponer una profundización del plan de lucha que arrancó con el paro de enero. No hay otra alternativa que un paro general”, presionó Moyano al consejo directivo, que por ahora dilata una convocatoria para debatir los pasos a seguir. Sin embargo, el camionero hizo una distinción: “Los que nos cagaron fueron los diputados, la clase política. Fueron ellos los que votaron la vuelta del impuesto a las ganancias, los que le cagaron un aumento a los jubilados y los que votaron la Ley Bases”. Moyano dejó así una puerta abierta para sumar a sus colegas de la CGT que mantienen abierta una negociación con el Gobierno.
Después del desafío a Milei con los transportistas, Moyano presionará por otra huelga, la tercera contra la gestión de Milei en menos de un año de gestión. De no reunir el apoyo necesario, el camionero trazó un plan alternativo: construir una alianza con los gremios más combativos, las dos vertientes de la CTA, universitarios, piqueteros y la izquierda. Con ellos ya planifica una masiva marcha para diciembre, aunque no se descarta que para antes de eso surja un nuevo paro general. “La conflictividad social va a ir creciendo. La gente va a salir a reclamar un pan dulce, un cacho de carne”, agitó el camionero, dispuesto a reciclar el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) con el que su padre enfrentó al menemismo en la década del 90.
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