Paola Barrita, hija del histórico jefe de la barra brava de Boca ahora conduce un gremio aeronáutico
Tiene 33 años, es abogada y ganó la elección de la Atepsa, a cargo del control aéreo en todos los aeropuertos del país; dice que su padre es su referente y que fue “estigmatizada”
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Paola Barrita es la hija del “Abuelo”, el histórico jefe de la barra brava de Boca durante los 80 y los 90 que fue pionero en blanquear los nexos entre la política, el poder y las hinchadas de fútbol. Tiene 33 años, es abogada y hace dos meses ganó en las urnas la conducción de la Asociación de Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad en la Aeronavegación (Atepsa), uno de los 12 gremios que integran el rompecabezas aeronáutico.
“No estoy acá por ser la hija del Abuelo. Es más, muchos de los afiliados ni siquiera lo saben”, dice Paola detrás de un escritorio que comparte con otro directivo de la Atepsa, en el cuarto piso de un edificio sencillo y venido a menos del barrio de Monserrat que funciona como sede gremial. Los recuerdos que tiene de su padre son de sus visitas a la cárcel de Villa Devoto. “Pasé ahí parte de mi infancia”, dice con una media sonrisa que esconde algo de nostalgia.
José Barrita fue el legendario líder de La 12, como se conoce a la barra de Boca. En 1997 fue condenado a 13 años de prisión por extorsión y asociación ilícita, en el marco de un juicio por el asesinato de dos hinchas de River ocurrido en 1994. El Abuelo murió en 2001, a los 48 años, luego estar dos meses internado en el sanatorio San Juan de Dios de Ramos Mejía por una neumonía que contrajo durante su estadía tras las rejas. Por entonces, Paola tenía 11 años.
“Fui estigmatizada. Soy la hija de un barrabrava, como si eso fuera un delito. Pero no me condiciona, me marcó”, argumenta Paola, quien teoriza que la caída de su padre estuvo relacionada con los cambios políticos de la época. “En la interna del PJ él apoyó a [Antonio] Cafiero y no a Menem. Y en Boca recién llegaba Macri”, conjetura sin dar otras precisiones. Lanza sus hipótesis mientras se ceba mate en un pocillo de cuero en cuyo borde se lee “Jugador N°12″. En su despacho no hay fotos de su padre y su ícono de WhatsApp es un escudo de Boca. Reconoce que mantiene vínculo con la jefatura actual de la barra, a cargo de Rafael Di Zeo, pero que dejó de ir a la Bombonera por el estudio, primero, y el trabajo, después. “Hace diez años que no voy a la cancha”, dice.
Paola Barrita vive en Ciudad Evita y se graduó en la Universidad de la Matanza. Trabaja en el Centro de Control de Area (ACC) del aeropuerto de Ezeiza, desde donde construyó sus cimientos sindicales. En abril pasado venció en las urnas con la lista Multicolor a dos agrupaciones que también se postulaban para gobernar Atepsa, el gremio de 1200 afiliados que representa a controladores de tránsito aéreo, servicio de información aeronáutica, búsqueda y salvamento, técnicos de equipamiento para la navegación aérea, personal ANAC, entre otros. “No es un gremio político. Acá hay de todo: peronistas, de izquierda y macristas”, dice para despejar las vinculaciones con la lista Multicolor con la que el trotskismo suele competir en diferentes sindicatos.
– ¿Tiene algún referente sindical, alguien en quien se referencie?
– Mi papá.
– Pero su padre no era dirigente sindical...
- No importa. Mi papá fue de todo. El es mi referente. Y mi mamá también.
Barrita ganó terreno en la Atepsa durante la pandemia. Se puso al frente de los reclamos para recomponer los salarios y conseguir que la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA) mantuviera los pagos adicionales que estaban vigentes antes de la crisis sanitaria. “Había pagos en negro por refrigerio que se dejaron de hacer”, denuncia.
Hace tres semanas que la EANA están en la mira por la retención del avión venezolano-iraní que está frenado por orden judicial en Ezeiza. “No había restricciones para no dejarlo aterrizar”, se atajan en la Atepsa. Barrita, que trabaja en la torre de control de Ezeiza, cuenta que por el episodio se reforzó la seguridad en el aeropuerto. Les llama la atención el número de tripulantes: los aviones de carga suelen viajar con no más de cinco pasajeros. En el vuelo de la polémica venían 19.
La Atepsa funcionó primero como mutual de la Fuerza Aérea y se consolidó como gremio después de un decreto presidencial de 2007, cuando se creó la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac). Hoy las fuerzas ya no tienen injerencia. El sector aeronáutico es particularmente sensible a la conflictividad gremial porque basta con que adhiera una sola rama para que la actividad se detenga. Por convenio, el personal que presta servicio de navegación aérea no puede paralizar por completo su actividad. Siempre debe funcionar como mínimo al 45 por ciento. “No somos un gremio conflictivo porque somos un gremios que presta un servicio esencial”, agrega Marcelo Chávez, el número dos de Barrita y delegado en San Rafael, Mendoza. La Atepsa tiene presencia en 54 aeropuertos del país y está en condiciones de afiliar a empleados que están hoy nucleados en ATE-Anac o UPCN.
En su primera gestión al frente de la Atepsa, Barrita cerró una paritaria con una novedad: firmó una cláusula de aumento anual no menor al Índice de Precios al Consumidor (IPC) que mida el Indec. Es decir, se garantizó al menos igualar a la inflación. Por ahora, acordó un aumento al básico por cuatro meses del 30%.
No son muchas las mujeres que están al timón de gremios. Noemí Ruiz en Modelos; Lorenza Benítez, del personal de la Unión Personal Auxiliar de Casas Particulares; Carla Gaudensi, de la Federación de Trabajadores de Prensa; Andrea Aranda, en el Sindicato de Choferes Particulares, y Graciela Aleñá, del Sindicato de Trabajadores Viales y afines. A ellas se les suma ahora Barrita, que espera ansiosa su primera reunión como miembro de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (Catt), el poderoso brazo sindical que manejan los Moyano.
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