Coronavirus. Padre Pepe Di Paola: "La pandemia marcó un antes y un después en nuestros barrios"
Para el padre José María "Pepe" Di Paola, uno de los principales referentes de los curas villeros, la llegada del coronavirus marcó un antes y un después, incluso en los barrios más vulnerables. "Hay mucha necesidad de generar modos nuevos de relacionarse y vincularse. Enfrentamos este problema, al igual que el dengue, en forma comunitaria", expresó, en un diálogo con LA NACION, al explicar las particularidades con que conviven las familias de las villas y asentamientos populares.
"El que tiene changas no puede llevarse trabajo a su casa. En nuestros barrios hay problemas que no se pueden resolver por Internet, como ocurre con el trabajo a distancia. La gente ve con preocupación el parate laboral", dijo, al trazar un diagnóstico que amenaza con prolongarse en el tiempo.
El miércoles de la semana pasada, el padre Pepe y varios curas villeros conversaron con Alberto Fernández en la residencia de Olivos, por una invitación del Presidente, y pusieron sus parroquias y comunidades a disposición para colaborar en el combate para frenar la pandemia. Un problema que los habitantes de los barrios populares –unas 80.000 personas solo en las villas La Cárcova, 13 de Julio y Villa Curita, de la diócesis de San Martín- veían como lejano y hoy se les presenta como una amenaza diaria a la subsistencia, por la falta de empleo.
-¿Cómo afecta la epidemia a los vecinos de las villas?
-La gente tiene poco espacio en sus casas y la mayoría vive de changas. A pesar de las complicaciones cotidianas, se toma cada vez más conciencia de la necesidad de permanecer más en casa y cumplir los cuidados sanitarios. Hay una aceptación de que es un problema grave. La cuarentena obligatoria ayudó. Al principio se lo veía como un problema más lejano, que afectaba a China, a Europa, a la gente que viaja. Hoy hay más conciencia y más cuidados en las poblaciones más pobres.
-¿Qué dificultades principales encuentran?
-Lo que más cuesta es no tener el dinero que se necesita para lo cotidiano y que habitualmente surge de las changas. Hoy no hay trabajo, ni formas de ganar ese dinero. El que tiene changas no puede llevarse trabajo a su casa, como se decía cuando empezó la epidemia, cuando se recomendaba el trabajo a distancia, por Internet. En nuestros barrios hay problemas que no se pueden resolver por Internet. Es parte del problema estructural de la Argentina: la falta de empleo en blanco hace que mucha gente tenga que vivir de changas. Viven con lo que ganan en el día.
La cuarentena obligatoria ayudó. Al principio se lo veía como un problema más lejano, que afectaba a China, a Europa, a la gente que viaja
-¿Es posible cumplir la cuarentena en las villas y barrios populares?
-La cuarentena es necesaria para privilegiar la salud. Hay que ver cómo la adaptamos a cada contexto. No es lo mismo Flores, Palermo y Caballito que las barriadas del Gran Buenos Aires. Por eso nosotros les decimos a nuestros vecinos: "Quedate en tu casa, quedate en tu barrio". Por ejemplo, es importante que puedan sacar la silla a la vereda. Es un espacio en el que se prolonga la casa y se ayuda a evitar el hacinamiento. Por supuesto, tienen que habituarse a mantener la vereda limpia, cumplir las condiciones de higiene…
-¿Qué estrategias desarrollan desde las parroquias en las villas?
-En las parroquias no hacemos ahora reuniones, ni misas. Organizamos distintas ayudas. Mantenemos los comedores, con la entrega de viandas a quienes se acercan. Pusimos camas en una capilla para invitar a los abuelos, que tienen un factor de riesgo mayor, Pueden pasar la cuarentena aquí, dormir, mirar TV, tienen un baño, alquilamos una casa para la gente en situación de calle, cuidamos a los jóvenes que se recuperan de sus adicciones en los Hogares de Cristo. Tenemos que pensar también en el día después.
-¿Qué nuevas demandas surgen en los barrios?
-El coronavirus marcó un antes y un después en nuestros barrios. Hay mucha necesidad de generar modos nuevos de relacionarse y vincularse. Enfrentamos este problema, al igual que el dengue, en forma comunitaria. Como dijo Francisco, estamos todos en el mismo barco, frágiles y desorientados, pero al mismo tiempo importantes y necesarios. Al igual que el municipio y los movimientos sociales, la Iglesia colabora en la entrega de alimentos. Acá, en las villas de José León Suárez, entregamos por lo menos 1000 viandas más por día. Ayudamos también para que los vecinos tengan acceso a la tarjeta alimentaria, los beneficios de la Anses.
-¿Cómo afecta a los vecinos la caída del trabajo informal?
-Los golpea directamente. Cae el ingreso único que tienen. La tarjeta alimentaria y la Asignación Universal por Hijo ayudan. La gente entiende la necesidad de cuidar la salud, pero ven con preocupación el parate laboral.
-¿Temen que crezcan los despidos en el sistema laboral formal?
-Acá es muy poca la gente con empleo formal. La mayoría son obreros de la construcción, cuentapropistas.
-¿Qué respuestas encuentran en los sectores políticos?
-La respuesta es buena. Nos sentimos bien en la reunión del otro día con el Presidente. Le contamos lo que estamos haciendo, pusimos las parroquias y nuestras comunidades a disposición de la emergencia sanitaria. Nos reunimos también en San Cayetano con el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, para ver cómo abordamos estos problemas, junto con los municipios y los movimientos sociales.
El coronavirus marcó un antes y un después en nuestros barrios
-¿Surgen mezquindades o intereses contrapuestos?
-Los funcionarios nacionales, provinciales y municipales trabajan y quieren hacer las cosas bien, cada uno desde su lugar. Podemos hablar, discutir, pero todos están detrás del mismo objetivo. Lo mismo ocurre en La Matanza, Quilmes, Lanús, Tres de Febrero, donde inauguramos con el intendente Diego Valenzuelaun centro barrial en Fuerte Apache. El Ejército también colabora. Todos tenemos que ayudar para dar una respuesta más eficaz.
-¿Se avanzó en el reclamo que hicieron para instrumentar medidas sanitarias especiales para villas y asentamientos?
-Todos pudieron entender que el cumplimiento de la cuarentena es distinto. Las dificultares y las carencias responden a un déficit estructural. A veces no es fácil entender la lógica de los barrios.
-¿Cómo evalúa la decisión de algunos municipios de cerrar las calles para aislar el distrito?
-A primera vista, es una medida que genera rechazo. Pero no sé si es bueno o malo. Habría que ver si desde el punto de vista epidemiológico es una política de aislamiento acertada. Lo tienen que decir los especialistas.
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