Pablo Moyano, entre el banquillo y la prisión
A Pablo Moyano lo espera el banquillo o la prisión. De zafar, caería Héctor Maldonado, un ladero histórico en el Sindicato de los Camioneros y número tres en el Club Atlético Independiente.
Atrapado en una disputa que poco tiene que ver con el fútbol, el heredero principal de Hugo Moyano ganó ayer tiempo al suspender la indagatoria. Su apuesta es que el caso prescriba o empujarlo hacia la nulidad por "falta de pruebas". O también demostrando que el expediente fue urdido por "la mesa judicial de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires". Pero es muy probable que sea enviado a juicio, según dos fuentes judiciales con acceso al expediente, y hasta podría ser detenido por liderar una asociación ilícita en Independiente junto con la cúpula de la barra brava. De comprobarse su rol, le correspondería una pena de cinco a diez años de cárcel.
Pablo Bebote Álvarez, que fue jefe de la barra de Independiente durante 10 años y estuvo preso 14 meses por esta causa, involucró desde la cárcel a los referentes del gremio de los camioneros en un presunto circuito ilegal de negocios vinculados con la venta de entradas. Apuntó a Maldonado, pero también a Pablo Moyano, a quien llamaba "El Salvaje".
Alvarez se acogió al régimen de imputado colaborador para alivianar una futura pena y está hoy en libertad, a la espera de un posible juicio abreviado. Vive en su casa de siempre en Palermo, reflotó un negocio de comida rápida en Avellaneda y sabe que su testimonio sirvió de prueba para complicar al número dos de los camioneros. "A Hugo [Moyano] lo saco del caso, no tiene nada que ver", le dijo Bebote a un hombre que habló con él en los últimos días. Alvarez es uno de los barras que creó en 2010 Hinchadas Unidas Argentinas, un polémico proyecto impulsado por un sector del kirchnerismo que consistió en reclutar barrabravas para llevarlos al Mundial a cambio de apoyo político y territorial.
Los Moyano jamás pensaron que Bebote rompería los códigos del subterráneo hilo que une a los barras con la política. En noviembre de 2018, cuando Pablo Moyano fue citado por primera vez a indagatoria negó por escrito las imputaciones, no respondió preguntas y recusó al fiscal del caso, Sebastián Scalera, acusándolo de haber armado un expediente a pedido del gobierno nacional, por entonces a cargo de Mauricio Macri.
El camionero apeló a dos argumentos de defensa. Uno reivindicativo, diciendo que Macri lo quería preso por haber activado una huelga en rechazo al intento de una reforma laboral. El otro, tal vez más fáctico, fue el testimonio del exjuez de Garantías de Avellaneda, Luis Carzoglio, que tuvo originalmente el caso y que denunció a dos funcionarios de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) por hacerle llegar un mensaje de que Macri estaba "interesado en la investigación en torno a la familia Moyano". El polvo del espionaje nubla aún más al lucrativo mercado negro que se monta alrededor del fútbol, del que participan barras, dirigentes deportivos y también políticos.
Moyano no quiso hablar con LA NACION. Calló sobre la causa, pero también sobre temas salariales del gremio y sobre de la agitada interna de la CGT. Tampoco habló sobre los históricos nexos que lo unen con barras de Independiente.
Cuando el binomio Hugo Moyano-Noray Nakis se impuso, en 2014, por primera vez en Independiente, a la cúpula de la barra se le levantó especialmente el derecho de admisión para poder participar de los comicios. El voto de los barras, entre los que había afiliados de Camioneros, estaba cantado. Fue una primera estrategia conjunta para desplazar a Javier Cantero, un expresidente del club que intentó combatir los negocios que se cocinaban desde el paraavalanchas.
Con los Moyano y Nakis al mando del club, se avanzó en una suerte de acuerdo por la colonización de la tribuna a cambio de frenar una feroz interna entre dos facciones que por entonces se disputaban ese poder. La dirigencia creyó neutralizar a Bebote cuando el liderazgo recayó en Roberto "Polaco" Petrov, quien en el día a día oficiaba de guardaespaldas de los Moyano y estuvo conchabado en el sindicato de camioneros. Bebote, Nakis y Petrov estuvieron presos en el marco de la misma causa en la que fue citado Pablo Moyano. A Petrov lo defiende una abogada vinculada al sindicato, según fuentes judiciales.
Los nexos de los Moyano con la barra de Independiente son viejos. Compartieron tribuna y hasta un safari turístico en el Mundial de Sudáfrica 2010 y coincidieron en Brasil 2014 en un partido que la Argentina jugó contra Nigeria en Porto Alegre. Bebote estuvo ese día en el estadio tras haber burlado los controles de Migraciones, ya que tenía prohibido el ingreso al país vecino, donde estuvo once días en calidad de fugitivo.
Como vicepresidente de Independiente, Pablo Moyano se respalda en Maldonado, secretario general del club. Maldonado, que es el más complicado en la causa de los barras, es secretario de Prensa, Cultura y Turismo de Camioneros. No es un cargo menor. Tiene bajo su órbita 52 campings y unos 7 hoteles, apenas algunos de los casi 300 bienes que son propiedad del gremio. Fue antes tesorero y estuvo a cargo de la rama de correo postal, donde conserva hoy su influencia, sobre todo desde que el gremio coadministra junto con el Estado OCA, la compañía postal privada más grande del país.
La gestión de Alberto Fernández no es ajena a la suerte de Moyano, uno de sus aliados sindicales. Se sigue el curso del caso con preocupación, sabiendo que una eventual detención paralizaría el país.
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