Pablo Moyano, atrapado en una disputa que va más allá del fútbol
Cuando Hugo Moyano resolvió, en octubre de 2017, competir por otro mandato al frente del Club Atlético Independiente, había un argumento netamente político: el fútbol era por entonces un atajo para mantener vivo su canal de comunicación, casi directo y exclusivo, con el presidente Mauricio Macri .
Hoy, casi dos años después, Moyano no solo está abiertamente enfrentado al Gobierno , sino que su gestión en Independiente se convirtió en la amenaza judicial más inquietante para su hijo Pablo , vicepresidente del club y su heredero en Camioneros.
En la causa, Pablo Moyano está demasiado expuesto en calidad de imputado. Pablo "Bebote" Álvarez , que fue jefe de la barra brava de Independiente durante 10 años y cayó preso en octubre de 2018, involucró desde la cárcel a los referentes del gremio de los camioneros en un presunto circuito ilegal de negocios vinculados con la venta de entradas y futbolistas.
La confesión de Álvarez, cuya estrategia es aportar información para alivianar su pena judicial, en la que es investigado como miembro de una asociación ilícita, se volvió una preocupación para los Moyano. Jamás pensaron que Bebote rompería los códigos del subterráneo hilo que une a los barras con la política.
Cuando el binomio Moyano-Noray Nakis se impuso, en 2014, por primera vez en Independiente, a la cúpula de la barra se le levantó especialmente el derecho de admisión para poder participar de los comicios. El voto de los barras, entre los que había afiliados de Camioneros, estaba cantado.
Con los Moyano y Nakis al mando del club, se avanzó en una suerte de acuerdo por la colonización de la tribuna a cambio de frenar una feroz interna entre dos facciones que por entonces se disputaban ese poder. La dirigencia creyó neutralizar a Bebote cuando el liderazgo recayó en Roberto "Polaco" Petrov, quien en el día a día oficiaba de guardaespaldas de los Moyano y estuvo conchabado en el sindicato de camioneros. Hoy, Bebote, Nakis y Petrov están presos en el marco del mismo expediente.
Los nexos de los Moyano con la barra de Independiente no son nuevos. Compartieron tribuna y hasta un safari turístico en el Mundial de Sudáfrica 2010 y coincidieron en Brasil 2014 en un partido que la Argentina jugó contra Nigeria en Porto Alegre. Bebote estuvo ese día en el estadio tras haber burlado los controles de Migraciones, ya que tenía prohibido el ingreso al país vecino.
Los Moyano intentan demostrar que el avance de la causa vinculada a Independiente está orquestado desde la Casa Rosada como respuesta al paro que activaron el 30 de abril y por su rechazo a la reforma laboral. Refuerzan su argumento con un descargo del juez Luis Carzoglio, ahora suspendido, que sostuvo en el Ministerio Fiscal que dos funcionarios de la Agencia Federal de Inteligencia le transmitieron el interés de Macri en el "trámite de la investigación en torno a la familia Moyano".
Como parte de la misma estrategia, los Moyano evalúan embestir contra Daniel Angelici, el presidente de Boca Juniors y operador judicial del oficialismo. Argumentan que Angelici zafó en una causa judicial similar, en la que el juez Manuel de Campos investigaba una asociación ilícita de la cúpula de la barra brava de Boca que creció amparada por la dirigencia del club.
La causa de Angelici y la de Moyano tienen similitudes: ambas pusieron la lupa sobre el lucrativo mercado negro de las barrabravas y su connivencia con las dirigencias de los clubes. En Boca fue procesado un directivo por entregarle carnets a la barra. En Independiente cayó preso Nakis, el vicepresidente que acompañó a Moyano en su primer mandato, e imputaron a Héctor Maldonado, uno de los asesores más cercanos al camionero.
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