Pablo Javkin, intendente de Rosario: “Está en riesgo la subsistencia del sistema de transporte en el interior”
El jefe municipal dice que lo más grave es la “discriminación” del gobierno nacional, que solo subsidia a la ciudad de Buenos Aires y su conurbano; reclama diálogo a Javier Milei
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El intendente de Rosario, Pablo Javkin, es una de las caras visibles del reclamo de los jefes comunales del interior por la eliminación del fondo compensador que se aplica sobre el precio del boleto de colectivos en esos territorios, definida por el gobierno de Javier Milei. Considera que la decisión deja en evidencia una “discriminación” porque las compensaciones se sostienen en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Dice que el sistema de transporte público del interior está en riesgo y pide diálogo al Gobierno.
En una entrevista con LA NACION, durante su paso por Buenos Aires para evidenciar el reclamo junto a varios de sus pares del país, el jefe comunal rosarino dijo que por el momento no cuentan con un intercambio abierto con el gobierno nacional.
Además, mostró esperanzas en la lucha contra el narcotráfico en su ciudad y opinó sobre la supervivencia del espacio político que, hasta el año pasado, se aglutinaba bajo el sello de Juntos por el Cambio y cuya versión santafesina integra.
-La quita del subsidio al transporte público generó una fuerte reacción de los intendentes del interior, ¿Cómo analiza el tema y en qué otros ítems tienen diferencias con el Gobierno?
-Nosotros tenemos un pensamiento, que es que los municipios estamos en el primer nivel de atención al vecino. No hay mejor manera de usar bien un recurso que descentralizarlo hacia los municipios. Venimos hace muchos años, en la Argentina, en el camino contrario de concentrar recursos en el primer nivel y no en quienes después estamos prestando el servicio en forma directa. Y eso se da en todos los órdenes: obras públicas, financiamiento de programas sociales, programas de urbanización barrial. Imaginar que desde una oficina de Buenos Aires se puede entender la vastedad de la Argentina es muy difícil. Puntualmente, el tema del transporte nos pone en una situación de riesgo de subsistencia del servicio en el interior y esto, contra lo que muchas veces se menciona, no es un castigo a los gobiernos, es un castigo a la actividad productiva. En definitiva, estaríamos hablando de que un trabajador, para cumplir con su horario de trabajo, debería pagar una tarifa de transporte público cinco veces mayor a lo que paga hoy. Y eso, por supuesto, es impracticable.
-¿Cómo ha caído en la sociedad rosarina la decisión de quitar el subsidio al transporte público?
-Es una decisión que impacta cuando cambia la tarifa, que es a lo que no queremos llegar, porque ese día va a ser el día en que los pasajeros se bajen. No podemos empujar a millones de trabajadores a que tengan que comprarse un vehículo particular, o una moto. Además, tiene un montón de colateralidades ambientales, de tránsito, de infraestructura. El punto grave acá es la discriminación. El AMBA [Área Metropolitana de Buenos Aires] tiene un sistema de transporte subsidiado, que va a seguir siendo subsidiado. Antes era 86 [por ciento de subsidio para el AMBA] a 14 [para el interior]; ahora va a ser 100 a 0. En ese 100 a 0 hay una gravedad mayor. Todos los argentinos y argentinas pagamos un impuesto cuando cargamos combustible en cualquier lugar de país, de ese impuesto, a los sistemas de servicio de transporte del interior les llega cero; al AMBA le llega. Esas son las cosas que no podemos aceptar.
-¿Tienen algún interlocutor en el Gobierno los intendentes de las ciudades grandes del interior?
-Las ciudades hemos participado de un encuentro con el secretario de Transporte [Franco Mogetta], pero en la reunión planteó una cosa muy diferente a lo que estamos viendo ahora. Y hemos tenido algún contacto hace unos días con el ministro del Interior [Guillermo Francos] y vamos a pedirle una audiencia formal.
-¿Ven predisposición en el Gobierno, o les ha cerrado los canales de diálogo?
-Lo que yo creo es que no se termina de dimensionar a quién se daña. Acá se daña no solo el bolsillo de la gente, sino el bolsillo del empresario que emplea a trabajadores en el interior del país. Por ahora, no hemos encontrado ningún canal de diálogo. Esperamos tenerlo porque, si se plantea el subsidio a la demanda, estamos de acuerdo, pero sobre una base: un ciudadano argentino es igual a otro más allá del lugar donde viva. A una enfermera del AMBA el boleto no le puede valer un quinto de lo que le vale a una enfermera de Córdoba, de Neuquén, de Comodoro Rivadavia o de Rosario, porque lo que hacen todas es ir y curar enfermos en los hospitales. Eso se tiene que cortar.
-Usted tiene un tema central en Rosario que es el de la necesidad de trabajar con las fuerzas federales por el narcotráfico, ¿puede trabajar aceitadamente con el Gobierno?
-Sí, trabajamos. Conozco muy bien a la ministra [por la titular de la cartera de Seguridad nacional, Patricia Bullrich], estuve reunido con fuerzas federales. También con la Provincia, que tiene un rol de conducción en el esquema de la seguridad que es el correcto y está mostrando resultados, y también tenemos el aporte de las fuerzas federales, es imprescindible. Hace muchos años que venimos diciendo ‘Ojo con creer que el problema de Rosario es de Rosario, es un problema de toda la Argentina’. Dijimos muchas veces también que el problema está muy concentrado en lo carcelario. Se han tomado estas dos cosas y, lamentablemente, van a ver cómo en el resto de la Argentina empiezan a aparecer cosas que antes parecían fenómenos rosarinos, pero también medidas muy positivas en relación a endurecer el trabajo penitenciario a la hora de la inteligencia criminal para evitar que en las calles se produzca lo que en la cárcel se planifica. Y esas son las primeras luces que empiezan a aparecer.
-¿Cómo ve usted hoy el espacio que era en su momento Juntos por el Cambio?
-Nosotros estamos consolidando nuestro frente en Santa Fe, funcionando bien en la amplitud que entiendo que tiene que tener y en las responsabilidades de gobierno que nos tocan. Veo un debate nacional muy desordenado, con más agresividad que respuestas. Y soy de los que piensan, hace mucho tiempo, que a lo mejor hay cosas que emocionan y sirven para eso, para canalizar el debate político e incluso para juntar votos, pero para arreglar problemas no sirven para nada. Ojalá el debate nacional sea sentarse a una mesa para buscar respuestas concretas, más prácticas. Lo otro dura un tiempo, pero después la gente se da cuenta de que no le arreglaste ningún problema y reacciona. De ese círculo que venimos hace muchos años transitando hay que salir.
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