Otra polémica por los contratos en la supervisión del SUBE
Steve Beer y Marcela Ashley nunca trabajaron para la supervisión de la tarjeta SUBE. Sus nombres -y sus salarios- no sólo aparecen en la planilla de empleados del contrato; también están en los comprobantes mensuales presentados ante el Ministerio de Planificación como certificación de sus tareas.
En esos documentos se detallan sus salarios en dólares. Al pie, una firma de Stephen Chandler, ex jefe de las operaciones, avala el pago de los empleados fantasma. Pero el consultor inglés, ex jefe del control del SUBE, niega haberlos firmado y argumenta que no estaba en el país en las algunas de las fechas indicadas en esos comprobantes.
"Nunca firmé esa documentación ni puse ese sello. Jamás pasé facturas por Ashley y Beer. Esa no es mi firma", replicó Chandler, en diálogo con LA NACION. La suma por el servicio de los tres empleados extranjeros alcanza hasta los 67.000 dólares mensuales. "Todas mis facturas fueron emitidas en pesos a la UTE. Iatasa e IRV eran los encargados de facturar por el trabajo de la supervisión a la Secretaría de Transporte. Ellos tienen que dar explicaciones", explicó Chandler desde Londres.
Según Chandler, sus facturas nunca superaron montos equivalentes en pesos a 23.000 dólares. "Aparecen documentos firmados en junio y en octubre de 2011, cuando Chandler no estaba en Buenos Aires", dijo Joaquín Otaegui, su abogado.
Chandler acercó a Beer y a Ashley al SUBE, pero el trabajo no se concretó. El inglés reconoció el contacto, pero asegura haber avisado a las autoridades y a sus socios que los empleados "no estaban disponibles" al momento de la ejecución del contrato (ahora suspendido por el Gobierno). Sus socios, en cambio, lo hacen responsable de esas contrataciones.
Consultados por este medio, los socios locales evitaron hablar sobre el tema. Sin embargo, Iatasa publicó ayer una solicitada en Página 12, en la que calificaron la investigación de La Nacion sobre el SUBE como un caso de "acoso mediático".