Oro, diamantes y seis empleadas domésticas: la lujosa vida de un funcionario expuso la corrupción en los corredores viales
El juez Casanello procesó, embargó y prohibió la salida del país de Gustavo Gentili, extitular del Occovi, su esposa y su hermano; los vínculos con las causas Vialidad y Cuadernos
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Gustavo Gentili empezó a trabajar en Vialidad Nacional en 1992. Y se regaló una vida de lujos. Mansión en un country exclusivo, camionetas de alta gama, propiedades en Uruguay y viajes frecuentes en primera –para él, su segunda esposa y sus once hijos–, en tanto que el oro, los dólares y los diamantes fueron su disfrute diario. Pero su ostentación –que también incluyó una sociedad offshore y la sospecha de una cuenta en Suiza– le costó caro. Terminó por exponer cómo funcionaba la trama de corrupción que benefició con miles de millones de pesos a las concesionarias viales y algunas de las empresas de la construcción más grandes de la Argentina, con consecuencias que llegan hasta estos días.
Gentili (65) llegó al rango de gerente en Vialidad, pero su vida registró un giro decisivo en 2008, cuando asumió como subdirector y luego al frente del Occovi, el órgano a cargo de controlar las concesiones viales en todo el país. Es decir, el puesto que antes le granjeó el apodo de “el Señor de los Peajes” a Claudio Uberti, quien cayó en desgracia por el “caso Antonini” y se convirtió en uno de los arrepentidos de la causa de “los cuadernos de las coimas”.
Como número uno del Occovi hasta fines de 2015, Gentili negoció con los empresarios. ¿La premisa? Toda firma que quisiera una concesión vial debía contar con el aval técnico de una “consultora especializada”: Consular Consultores Argentinos Asociados.
Los rostros visibles de Consular fueron Jorge Pinto, Jorge Donnini y Ricardo López Naón, aunque luego pasaron por allí José María Gentili –su hermano– y Miguel Ducoté. Pero todos como actores secundarios. “La prueba obrante en autos conduce a afirmar que quien estuvo desde el año 2005 atrás de Consular fue Gentili”, concluyó el juez federal Sebastián Casanello al procesarlo días atrás por negociaciones incompatibles con la función pública y lavado.
Casanello concluyó así el primer tramo de una investigación junto al fiscal federal Federico Delgado, y que ahora buscará determinar cómo y dónde escondió Gentili el dinero corrupto, cuál fue el rol de los empresarios y quiénes fueron sus cómplices.
Gentili suma así otro traspié judicial. Antes fue procesado y enviado a juicio oral por su rol en Vialidad, pesquisa por la que la expresidenta Cristina Kirchner ya afronta un tribunal junto a otros acusados. Entre ellos, Lázaro Báez, quien habría asistido a la fiesta de casamiento de Gentili con su segunda esposa, Laura Andino (42), en el Hotel Alvear.
En la “Vialidad”, el fiscal Gerardo Pollicita concluyó que Gentili y otros funcionarios habrían sido “imprescindibles” para el desfalco público “desde el seno mismo de […] Vialidad, direccionando las licitaciones y promoviendo la inobservancia de los controles en cada una de las contrataciones perjudiciales”. Una trama en la que el financista Ernesto Clarens resultó decisivo.
Ingresos multimillonarios
En la trama delictiva del Occovi, en tanto, requerir los servicios de Consular fue determinante para los empresarios. “El requisito del aval técnico era sustancial”, recordó Casanello. Al punto que no podían cambiar de consultora sin la “expresa autorización del Occovi”, es decir, de Gentili. Además de que la consultora debía “elaborar los proyectos correspondientes a la ejecución de obras”. Las empresas que contrataron a Consular le pasaron el 1,5% de sus ingresos y Gentili se encargó de que todos –incluido él mismo– ganaran fortunas.
Así, al repasar los expedientes del Occovi, Casanello detectó que al menos “dos grandes grupos de empresas, asociadas en UTE que se presentaron a las referidas licitaciones, contaban en sus ofertas con el aval técnico de Consular”. El corredor vial 4 quedó para el consorcio “Carreteras Centrales de Argentina”, integrado por tres empresas que luego figuraron en la causa “Cuadernos” -Corsan Corviam, Luis Losi y Lemiro Pietroboni-, y una cuarta, CCI Construcciones, cuya quiebra se declaró en 2018. Y el corredor vial 8 fue para el consorcio “Corredor Central S.A.” –formado por otras tres empresas de los “Cuadernos” –Supercemento Luciano SA, y Petersen, Thiele y Cruz, de la familia Eskenazi–, y Polan SA.
Los negocios de Consular, sin embargo, fueron mucho más amplios. Al punto que se estima que cobró al menos $300 millones de Vialidad Nacional, además de abrirse a otros flujos de negocios con la firma Roggio –también en “Cuadernos”–, Yacyretá y Vialidad de Santa Cruz, entre otros, según reconstruyó LA NACION.
El rol de su esposa
Su esposa participó en toda la operatoria, según la Justicia. Laura Andino trabajó durante años para Consular al mismo tiempo que en Iecsa, la constructora de Angelo Calcaterra, primo del luego presidente Mauricio Macri, de acuerdo a los registros laborales que cotejó LA NACION. Y después pasó a trabajar en Vialidad, como interventora de Autopistas del Sol (Ausol), a las órdenes de su marido.
Aunque ambos se desempeñaban en el Estado, la pareja y sus hijos disfrutaron de estándares de vida excepcionales. Desde vivir en el country San Jorge Village, y enviar a sus hijos al St George’s College North y a universidades privadas, a ostentar lapiceras Mont Blanc de oro macizo con rubíes o regalarle diamantes a su hija de 3 años.
Como parte de su dinámica diaria, además, la pareja vivía asistida por seis empleadas de limpieza, tres niñeras y personal trainers, mientras que se movía en camionetas y autos BMW y Audi, uno de las cuales, al menos, estaba a nombre de un socio de Consular –una consultora ajena a ellos, en teoría–, pero con póliza de seguro a nombre de Gentili.
Para acceder al dinero espurio, Gentili acumuló operaciones simuladas, según reconstruyeron Casanello y Delgado. Entre otras, un préstamo simulado de la Cooperativa Credinver, la “compra enmascarada” de las acciones de Consular, un contrato de mutuo por US$100.000 entre Gentili y Ducoté, la constitución de la firma Rocma Equities Corp en las Islas Vírgenes Británicas, como reveló LA NACION en 2016 como parte de los Panamá Papers, y otro falso préstamo con el que intentó justificar el ingreso de US$1 millón desde una sociedad uruguaya, Aspen Trading Corp, a la sociedad Febaro SA, que también controló junto a su esposa a través de terceros.
Allí no se acabaron sus enjuagues. Gentini también permutó varias propiedades con su hermano José María, tanto en Buenos Aires como en Chaco. Y giró fondos a empresas dedicadas a la maquinaria de campo, el ganado y la agricultura, y estaría detrás de la compra de dos departamentos en los edificios Sequoia y Diamantis en Montevideo, a través de dos de sus hijos, Santiago y Federico.
Con las pruebas acumuladas, Casanello procesó, embargó y le prohibió salir del país a Gentili, su esposa, su hermano y todos los demás involucrados con la excepción de Ducoté, quien reside en Estados Unidos. Debe declarar en indagatoria el 5 de mayo, por videoconferencia.
El juez también ordenó rastrear a los financistas uruguayos que participaron en la trama, Daniel Pérez Montero y Ribeiro Ricci, y ordenó indagar otra vez a Gentili y varios de sus partícipes. Esta vez para avanzar sobre su enriquecimiento ilícito.
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