Orden de no reprimir, acampes y cantos polémicos: cómo se vive la vigilia por Cristina Kirchner en Recoleta
Hace cuatro días que los militantes kirchneristas tomaron la intersección de las calles Juncal y Uruguay; algunos, incluso, duermen allí; quejas de los vecinos
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Todavía es de noche. Sobre la vereda de la calle Uruguay, cinco jóvenes duermen en hilera con sus abrigos como almohadas. No son personas en situación de calle, sino militantes kirchneristas que decidieron pasar la noche cerca del domicilio de la vicepresidenta Cristina Kirchner. Hasta hace unas horas, junto a una multitud que superaba las 200 personas, agitaban banderas, armaban pogos y arengaban “Borombombom, Borombombom, la Recoleta es de Perón”. Pero ahora son las 6:30 y descansan.
A las 8 empezarán a llegar más personas, que cortarán la calle e interrumpirán la circulación de autos y colectivos. Para las 9, ya serán unos 100, y comenzarán a cantar y a amontonarse por orden de llegada, como si esperaran el comienzo de un recital, con la mirada fija en la puerta de madera de Juncal 2166. Los cinco que pasaron la noche allí tendrán asegurado su lugar en primera fila. Serán los primeros en saludar a la titular del Senado cuando, cerca del mediodía, ella salga, salude a sus admiradores, y, acompañada por sus custodios, ingrese a su auto. Si tienen suerte, quizás logren darle la mano.
La misma secuencia se repite día tras día, aunque con pequeños matices, desde el lunes pasado, cuando, en su última jornada de alegatos por la causa Vialidad, los fiscales federales Diego Luciani y Sergio Mola pidieron 12 años de prisión para Cristina Kirchner y su inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Desde entonces, la esquina de Juncal y Uruguay, en el centro del barrio más privilegiado de la capital porteña, se ha convertido, según una vecina, en “tierra de nadie”.
Los manifestantes han cometido diferentes delitos y contravenciones, como orinar en la vía pública, hacer asados en las veredas, subirse a los balcones de los departamentos de la zona y hasta tirar bengalas y fuegos artificiales. Todo ante la pasiva mirada policial. Y es que actualmente, los efectivos que custodian la zona se limitan a redirigir el tránsito cuando los manifestantes cortan la calle.
“Es una cuestión política -confiesa un efectivo de seguridad-. El lunes, cuando se enfrentaron los bandos anti y pro Cristina, Cristina sacó un tuit diciendo que la Policía de la Ciudad estaba reprimiendo. A partir de ahí, nos dieron la orden de no intervenir. Nos prohibieron el uso de gas pimienta y de balas de goma”.
Desde la Policía de la Ciudad, afirman que la falta de intervención se debe a que no se han detectado actos violentos. “Como bien dijo Larreta, el límite es la violencia. Si hay agresiones, ataques o situaciones de violencia, se restablecerá el orden”, suman.
Lo único que le faltaba a Rodríguez Larreta para ser Macri: la policía de la ciudad reprimió con palos, gas pimienta y gases lacrimógenos a ciudadanos y ciudadanas que se acercaron a Juncal y Uruguay como muestra de apoyo frente a los insultos de un grupo de energúmenos macristas
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) August 22, 2022
Mientras, los vecinos y comerciantes se debaten entre la indignación y el temor. “Es una tortura. Lo más duro es la impunidad que tienen para cortar la calle y decirme: ‘por acá no pasás, hija de p…’, o ‘por acá no pasás, cheta’”, cuenta María Elena, docente, de 42 años, que vive a pocos metros de la vicepresidenta. “Me tengo que poner la capucha de la campera para que no me tiren del pelo; tengo que bajar a buscar a mi hija, de 20 años, que viene de la facultad y le da miedo entrar sola a casa. A mi madre también”, suma ella. “Se quedan todo el día. Hasta duermen la siesta acá, en la calle”, añade la cajera de la cafetería de la esquina, que ya se cansó de calentar termos con agua caliente para el mate de los manifestantes.
La situación impacta de diferentes maneras a los distintos negocios de la zona. Mientras que el diariero se ve obligado a abrir solo de 6:30 a 9, y afirma que no vende ni un solo diario ni revista desde hace una semana, el almacenero dice estar registrando un récord de venta de cervezas. “Estamos vendiendo, por lo menos, el triple de latas de lo normal”, dice, asombrado, aunque destaca que le incomoda el hecho de tener manifestantes tomando alcohol en su vereda durante casi todo el día.
Lo que más sorprende a los comerciantes es la continuidad de la movilización. “Yo tengo 73 y tengo que seguir trabajando, y ellos están acá todo el día, no se entiende”, comenta, en voz baja, un empleado del puesto de diarios. Entre los manifestantes, que a las 8:30 de hoy ya eran unos 50, Juan (40), de Boulogne, miembro de la Unidad Básica 13 de Abril, explica que él y la mayoría de sus compañeros viven en changas. “Yo hago obras y trabajos de electricidad, pero manejo mis horarios para poder venir”, dice. “Vengo para apoyar a Cristina. Fueron ella y Néstor los primeros que nos dieron importancia, que nos empoderaron”, suma otro, que no quiso dar el nombre.
Por las noches, cuando los locales ya están cerrados -algunos eligen bajar las persianas una hora antes- se conglomera la mayor cantidad de gente, y los cánticos, acompañados de bombos, empiezan a resonar cada vez más. Más allá de los ya clásicos “Cristina presidenta”, “Si se meten con Cristina, qué quilombo se va a armar” y “Dónde están las cacerolas de Callao y Santa Fe”, sorprende que durante al menos dos días consecutivos, miércoles y jueves, los manifestantes hayan sumado al repertorio la versión montonera de la marcha peronista, que modifica la canción original agregando la estrofa: “Montoneros patria y muerte, los soldados de Perón”.
Con excepción de ayer, cuando las multitudes se callaron a eso de las 23:00, el resto de los días los manfiestantes mantuvieron los cánticos hasta pasada la medianoche. Actualmente, la policía de la Ciudad sabe cuantos días más durará la movilización ni si los protestantes planean marcharse cuando empiecen las lluvias pronosticadas para esta noche y todo el día de mañana. Aunque los propios militantes les han hecho saber que la idea es instalarse allí hasta el lunes.
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