Omar "El Caballo" Suárez: "Me ofrecieron arrepentirme para que denuncie a Cristina Kirchner"
"Estoy vivo. Estoy entero". Así se presenta Omar Suárez, 69 años, ícono del sindicalismo más cercano a Cristina Kirchner, después de haber pasado tres años y nueve meses detenido con prisión preventiva. Del otro lado de la grieta, "El Caballo" corporiza "la mafia sindical" que Cambiemos dice haber combativo desde que la Justicia lo detuvo. Esos dilemas poco le interesan al líder del sindicato de marineros. Liberado la semana pasada, Suárez no pierde tiempo: "Vuelvo al gremio en 2020", desafía.
24 de diciembre, 9 horas. "El Caballo", como lo conocen todos en el sindicalismo, espera a LA NACION con un café americano de una cadena estadounidense en pleno Palermo. Chomba sport, zapatillas deportivas y una gorra que combina con una colita de pelo. "Podría haber sido mi cuarta Navidad preso", se lamenta cuando los vecinos salen del centro comercial desbordados de regalos.
Cuenta historias de sus años en la cárcel, pero se guarda nombres por los "códigos" tumberos. Y desnuda otros con la picardía que lo caracteriza. A pesar de su tiempo en prisión, en su casa de Villa Devoto mantiene dos cuadros colgados: una foto junto a Cristina Kirchner y otra con el Papa Francisco. A la espera de la sentencia en el juicio oral por extorsión, Suárez asegura que le ofrecieron convertirse en arrepentido, pero lo rechazó, y que ya trabaja en una contraofensiva judicial contra exfuncionarios macristas.
-¿Cómo resume sus casi cuatro años en la cárcel?
-Los primeros cuatro meses de aislamiento en el penal de Marcos Paz fueron muy difíciles. Y lo hicieron a propósito. Hasta me negaban la asistencia médica. Ellos decían que yo era cocainómano y alcohólico, entonces pensaban que capaz me iba a suicidar en la cárcel, pero eso no ocurrió. Acá me ves: estoy vivo. Estoy entero.
-¿Qué relación mantenía con los presos por causas de corrupción?
-Hice muchos amigos. Conocí una raza de hombres que solo se encuentran en la cárcel con códigos que son irrompibles. Tenía relación con casi todos: estuve con [Amado] Boudou, Cristóbal [López], [Fabián] De Sousa, [Roberto] Baratta y muchos más. Con todos me llevé muy bien, pero yo no hago sociales. Los marineros somos duros, espinosos.
-Ninguno de los arrepentidos. ¿Era una especie de cofradía kirchnerista?
No. También estuve con [Víctor] Manzanares, el contador de la expresidenta [un arrepentido]. Jugábamos al ajedrez con el contador y él me contaba cosas de su profesión que yo no voy a repetir acá. Algunos allegados suyos me habían preguntado si yo tenía pensado arrepentirme. Me lo ofrecieron para que denuncie a Cristina.
-¿Cómo fue ese ofrecimiento?
-Me decían que si me arrepentía mi proceso judicial iba a ser más fácil. Pero yo no tengo nada de qué arrepentirme. Lo que hicimos con Néstor y Cristina fue totalmente transparente.
-La Justicia sostiene que usted formó parte de la asociación ilícita. ¿Por qué sostiene que no hay pruebas en su contra si hubo empresarios que lo denunciaron por extorsión?
-Son pruebas impostadas. La Corte Suprema hizo un peritaje que dice que no he desviado fondos, no saqué plata y dejé más de 300 millones de dólares en la cuenta del sindicato. Y cuando yo me fui el cuñado del juez federal [Rodolfo Canicoba Corral] se transformó en el presidente de nuestra obra social y el cuñado del exministro de Trabajo [Jorge Triaca] también entró en la intervención. Hubo muchas violaciones en la intervención.
-Pero los empresarios entregaron distintas pruebas a la Justicia
-No sé, fíjate que los empresarios ya retiraron la querella. Quiero ver qué dicen los empresarios cuando declaren ahora en febrero en el juicio. A mí me condenaron antes del juicio. Y si he cometido algún delito ya he cumplido la pena. Pero no me condenó la Justicia, me condenó un partido político amarillo.
-¿Cuál es su patrimonio hoy?
-Mi casa de Monte Caseros (Corrientes) y otra casa en Villa Gesell.
- (Silencio)
-Bueno, somos de clase media. Los marineros trabajamos mucho, tenemos buenos sueldos, pero no tiramos manteca al techo.
-¿Cómo le pagó a su grupo de abogados?
-Yo respondí legalmente por dirigentes del gremio que son gente común, que no tiene dinero. Tuve que vender la casa de Villa Gesell antes de caer preso para pagar los abogados. También mis hijas vendieron bienes y me prestaron dinero. Alguien tiene que reparar estos daños.
-Más allá de su defensa en el juicio oral, ¿prepara alguna contraofensiva judicial?
-Sí, claro. Me hicieron mucho daño. Mis hijas merecen reparación psicológica. Tuvieron que retirar a los hijos del colegio porque sus compañeros los señalaban y le decían que su abuelo era un ladrón. Cuando termine el juicio voy a reclamar lo que me corresponde, pero también van a pagar desde [Mauricio] Macri para abajo todo lo que hicieron con el gremio. No van a poder tapar la verdad por más que Omar Suárez se muera o lo mate una moto.
-¿Cómo fue el momento de la intervención?
-Me acuerdo que estábamos comiendo un jamón con queso y llegó Gladys González [primera interventora del Poder Ejecutivo en el sindicato] acompañada por José Luis Lingeri [titular del gremio de Obras Sanitarias]. Entonces Lingieri me dijo que me tenía que ir. Yo le respondí que no había problema, pero que quería antes hacer un inventario de todo lo que había. Linigieri me dijo que no, que el Presidente Macri no quería problemas, y me pidió que me vaya porque si no me iban a meter preso.
- ¿Volvió a hablar con Lingieri?
- No lo vi más, pero era un hombre frecuente en la Casa Rosada en ese momento. Cuando asumió Alberto estaba escondido atrás de la cortina, no estaba en el balcón [del Congreso]. Fijate que las causas que lo podían involucrar nunca avanzaron. Cosas de la vida.
-¿Cuáles fueron las supuestas violaciones de la intervención del SOMU?
-Para empezar, Gladys González lo apretó al juez Canicoba Corral de parte del presidente Macri. Le dijo: "O lo metés preso al Caballo [Suárez] o mañana tenés un juicio político en el Consejo de la Magistratura". Amenazó al juez delante de un testigo, que va a declarar ante la Justicia.
- Usted sostuvo que el SOMU se utilizó como un botín político para financiar una campaña electoral. ¿Cómo era la metodología?
-El botín del SOMU se repartía en la casa del exministro Triaca. Se robaron la plata para la campaña a senadora de Gladys González. Pero también sacaron para enriquecerse. Se llevaron la plata del gremio, de la obra social, de la mutual, de la fundación. Capitalizamos el gremio en más de 300 millones de dólares. Le dejamos 15 años de superávit consecutivo. No lo digo yo, lo dice la Corte Suprema. ¿Qué dejó la intervención? Nada.
-¿Todas esas pruebas ya están en la Justicia?
-Sí, ya hicimos la denuncia. Como dice el Presidente [Alberto Fernández]: "Nunca más una Justicia sucia. Justicia para todos".
- ¿Se comunicó con algún funcionario de este gobierno?
- Sí, claro. Hablo con dirigentes que trabajan en el área sindical, pero también de otras áreas. Ellos me dicen que crea en la Justicia, pero que sea justicia para todos.
-Ahora que está libre, ¿a qué se va a dedicar?
-Voy a presentarme a elecciones en el SOMU, aunque esté procesado. Si Macri asumió como presidente procesado, porque yo no puedo presentarme a elecciones en el gremio.
-Pero faltan dos años para la elección de autoridades en el sindicato...
-La conducción actual es impostada. Ganaron con el aparato de Macri, Triaca y González. No van a resistir la presión. Ya estamos trabajando con varias agrupaciones. Vuelvo al SOMU en 2020.
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