Oliveri y Cafiero, los puentes para replantear el vínculo con la Iglesia
A Fernández le aconsejan no apurar la discusión por el aborto, ante la posible visita del Papa en 2020
Manejarse con prudencia y evitar focos de conflicto. Con esas premisas espera transitar Alberto Fernández su relación con la Iglesia en caso de ser elegido presidente. Así lo explicó a LA NACION una fuente de confianza del candidato, que le aconsejó establecer puentes de diálogo con el mundo eclesiástico.
De ese consejo podría haber surgido la declaración de Fernández de que "no hay necesidad de acelerar la discusión por la legalización del aborto", que intentó poner por anticipado paños fríos a una demanda que seguramente le plantearán varias organizaciones "verdes" si accede a la Casa Rosada.
La sugerencia de no avanzar a fondo con un debate que ya en 2018 dividió a los argentinos podría convertirse en una regla de oro, especialmente en un año -2020- en el que podría concretarse la demorada visita del papa Francisco al país. Como publicó LA NACION en julio pasado, el propio pontífice deslizó la posibilidad de incluir a la Argentina en su agenda de viajes pastorales.
En su estrategia con la Iglesia, Fernández confía en las gestiones y consejos de dos dirigentes del peronismo de bajo perfil que conservan lazos con el mundo eclesiástico. Lo asesoran principalmente su amigo Guillermo Oliveri, secretario de Culto durante los 12 años del gobierno kirchnerista, y su jefe de campaña, el politólogo Santiago Cafiero, de aceitados contactos con curas y obispos de San Isidro, una herencia de los lazos de su abuelo, Antonio Cafiero, con la Iglesia.
Fruto de esas gestiones, Fernández mantuvo hace más de un año -mucho antes de que Cristina Kirchner lo designara candidato presidencial- una reunión con el obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, Oscar Ojea, en la sede de la Conferencia Episcopal.
"Estaban lejos las elecciones. Hablaron sobre la situación social y el crecimiento de la pobreza", confió una fuente cercana al candidato.
Más recientemente, ya en campaña, Fernández y Ojea hablaron por teléfono y no se descarta que en algún momento se reedite un encuentro, de carácter institucional.
También el exembajador en la Santa Sede Eduardo Valdés tiene llegada a algunos sectores de la Iglesia, aunque su relación con el Episcopado no es fluida. Lo acerca un conocimiento en el plano internacional.
Por otra vía -el excanciller brasileño Celso Amorim-, Fernández participó en agosto de 2018 de una audiencia con el Papa en la residencia de Santa Marta. Los acompañó el exsenador chileno Carlos Ominami y los tres le plantearon al Pontífice su preocupación por la situación judicial de Lula da Silva en Brasil. Se cree que el panorama regional que le describieron podría haber servido de inspiración al mensaje que el Papa ofreció en junio, cuando advirtió sobre el lawfare y condenó la existencia de presiones políticas sobre los jueces.
Según pudo saber LA NACION, Fernández está dispuesto a evaluar el plan de Mauricio Macri para reducir gradualmente los aportes estatales al sostenimiento del culto. "En la medida en que se cuente con el respaldo de la Iglesia, seguramente se mantendrá, pero no como una imposición del gobierno", anticipó una fuente cercana al candidato.
Durante su gestión como jefe de Gabinete, Fernández acompañó al entonces presidente Néstor Kirchner las dos veces que recibió en la Casa Rosada a la plana mayor del Episcopado, que en ese tiempo encabezaban los arzobispos de Rosario, Eduardo Mirás, y de Buenos Aires, Jorge Bergoglio. Fue en agosto de 2003 y el mismo mes de 2004.
"Por suerte, recibo primero a los enviados de Dios, porque más tarde tengo que verme con el enviado del diablo", les dijo Kirchner al darles la bienvenida en el segundo encuentro, antes de reunirse con el entonces director gerente del FMI, Rodrigo de Rato.
En la Semana Santa de 2006, Fernández también acompañó a Kirchner a una visita a la Parroquia San Patricio, de Belgrano, en memoria de los sacerdotes palotinos asesinados durante la dictadura, en la única ceremonia fuera de la Catedral que compartieron con Bergoglio.
También viajó al Vaticano con el matrimonio Kirchner a la asunción de Benedicto XVI, en 2005, ocasión en la que Fernández intentó que su jefe político y Bergoglio tomaran un café informal, pero tropezó con la negativa del arzobispo, señal de los fuertes desencuentros que en ese tiempo enfrentaban al gobierno kirchnerista con la Iglesia.
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