Obsesionado por su legado y con aires de candidato, Alberto Fernández intenta recuperar la centralidad
El Presidente quiere rebatir el “desánimo” y salir al cruce de la Justicia y Mauricio Macri; en la Casa Rosada niegan que haya comenzado una campaña pero se esfuerza por recobrar protagonismo; de qué se trata el “acuerdo programático” que anunció a fin de año
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En uno de los brindis de fin de año, con la copa en la mano, Alberto Fernández dijo que, en el tramo final de su mandato, quiere proponerle a la oposición un “acuerdo programático” para el desarrollo del país. Resaltó que se aproximan los 40 años de democracia y que es el momento para hacerlo. Horas después, el 1 de enero, el Presidente anunció el juicio político contra la Corte Suprema. Inició así el 2023 con una arremetida feroz contra los jueces y una decisión política que obturó la agenda en el Congreso: Juntos por el Cambio anunció que no votará ningún proyecto oficial mientras dure su embestida.
El jefe de Estado lleva varias semanas con un movimiento pendular, que oscila entre la declamación de la búsqueda de consensos y los mensajes híper radicalizados contra la Justicia y la oposición.
Por momentos, Fernández pretende mostrarse como un estadista que busca acuerdos para dejar un legado al final de su mandato. Pero después opta por polarizar en tónica de campaña y se viste -aunque en su entorno lo nieguen- con ropa de candidato, como en el último spot que difundió, en el que se lo ve indignado por declaraciones de Mauricio Macri y resaltando logros de su gestión y otros sucesos destacables del país.
Ahí es cuando abandona la moderación para atacar con dureza a la Justicia y a la oposición, con una agenda judicial emparentada -aunque no siempre acordada- con el kirchnerismo.
En la Casa Rosada rechazan de plano que Fernández haya iniciado una campaña electoral. Aseguran, por caso, que la historia del video que difundió esta semana es más sencilla y que formó parte de una decisión de comunicación tomada con su portavoz, Gabriela Cerruti, a quien Fernández volvió a escuchar luego de que ella se corriera unos días de la diaria por motivos de salud. “No hubo algo estudiado, ni encuestas o focus group detrás del mensaje. De hecho, no hay gente dedicada a un operativo de reelección”, aseguró un colaborador oficial.
Un importante funcionario que trató a Fernández en los últimos días, sin embargo, analizó: “Él físicamente se siente mejor y cree que es momento de retomar la centralidad con el juicio contra la Corte, el spot, los encuentros con Lula y los actos de gestión. Sabe que se juega el último tramo. Y en el desorden, la desorientación y la ausencia del resto de los actores del oficialismo, él ve que tiene una cancha en lo electoral”. Durante enero, el jefe de Estado consolidó el espacio de veraneo presidencial de Chapadmalal como su centro de operaciones político. Recibió allí a 17 intendentes e hizo este viernes una reunión con las mujeres que le responden en el gabinete. Esta semana, además, se reunió a puertas cerradas con jefes comunales de la segunda sección electoral en Exaltación de la Cruz.
Obsesiones
Quienes conversaron con Fernández recientemente coinciden en que el Presidente insiste con la idea de rebatir el “desánimo”. “Alberto quiere poner en valor su gestión y transmitir que no estamos tan mal como dicen los medios, la oposición y también algunos de los nuestros, que insisten con el fuego amigo”, dijo un interlocutor frecuente del jefe de Estado.
“Él cree que el país se puede ir para arriba si se baja la inflación, pero que para eso hay que cambiar el clima de desencanto, para que vengan inversiones”, agregó. Cuando Fernández habló de un “acuerdo programático” con la oposición se refirió al trabajo que está haciendo la secretaria de Asuntos Estratégicos, Mercedes Marcó del Pont. Según pudo reconstruir LA NACION, la funcionaria trabaja con dos focos: el litio, que tiene potencial en el norte del país, y el hidrógeno verde, con expectativas de desarrollo en provincias del sur. En el primer caso, ya estrenó una mesa de trabajo con los gobernadores Gerardo Morales (Jujuy), Sáenz (Salta) y Raúl Jalil (Catamarca) y funcionarios del Ministerio de Economía. En el segundo caso, trabaja en un proyecto de ley para promover la actividad. El objetivo -que difícilmente pueda ver frutos en esta gestión- es incentivar la industrialización y evitar un modelo puramente extractivista.
En el corto plazo, no obstante, en el Gobierno ya se respira la temporada electoral, con varios referentes del PJ que se muestran como presidenciables. Hay dos que dicen que están listos para dar la pelea, siempre y cuando Fernández desista de ir por su reelección: el jefe de gabinete, Juan Manzur y el embajador en Brasil, Daniel Scioli.
Sin hablar de su reelección -para no generar la irritación de sus socios- el Presidente se ocupa de diseminar al interior del oficialismo que quiere “mantener al Frente de Todos unido para que el peronismo esté competitivo” en los comicios. “También repite que hay que hacer uso de las PASO y no volver a la lapicera. La lapicera no más”, dijo un referente que dialogó con él en la última semana.
Con el abismo que se abrió con Cristina y Máximo Kirchner -ambos están en el sur- Fernández optó por arrimarse a figuras del kirchnerismo mejor predispuestas, como Axel Kicillof o el intendente de Ensenada, Mario Secco. El Presidente hizo propia la agenda judicial dura del kirchnerismo con la agenda que envió a las sesiones extraordinarias. Pero ni siquiera así logra obtener un guiño de la cúpula K.
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