Artista multifacética, a Nushi Muntaabski se la reconoce principalmente por sus grandes obras en mosaico veneciano. Hace diez años reside en las afueras de Buenos Aires, con un jardín que la acompaña, la inspira y es escenario de una inmensa escultura, fragmentos de su viaje y de su vida.
Nushi trabaja en distintas disciplinas: escultura, video, pintura, performance, fotografía e instalaciones. Durante 2004 y 2005 dirigió la revista de arte Canecalón. Desde 2001 integra su labor artística a la arquitectura, realizando murales, site-specific y otros trabajos que hace por encargo para coleccionistas, arquitectos y diseñadores industriales. Sus obras forman parte de las colecciones más importantes del país, tanto públicas (Museo Malba, Museo de Arte Moderno, Macro Rosario, entre otros) como privadas.
-¿Cómo empezás una obra?
-Cada trabajo que realizo es diferente. Si es una obra por encargo (un mural, una piscina, un sauna o una escultura para un espacio público), trabajo de manera directa con el cliente, arquitectos o ingenieros y paisajistas para desarrollar lo que desean. En el caso de mi obra, suelo mezclar diferentes disciplinas, como literatura, música, historia y demás. De esa mezcla surge normalmente una serie; es difícil que haga una pieza suelta. Trabajo sobre series: como campo y cultivos, taxidermia, cuentos del centro Europa y actualmente trabajo con Rusia como tema central.
-¿Qué te identifica?
-Se me identifica por el uso del mosaico –en todas sus expresiones–, ya que es mi material por excelencia en mis últimos 25 años de producción. Si bien actualmente estoy trabajando con materiales mixtos, incluyendo textiles, bordados, pedrería, anillos y pelos, puedo decir que después de tantos años de carrera ya tengo un sello propio.
-¿Tenés alguna rutina de trabajo?
-Empiezo a trabajar desde la mañana temprano. Hago listas, que casi siempre empiezan con la palabra "orden". Mi taller suele estar muy desordenado porque suelo hacer más de un proyecto a la vez. Siempre tengo las mesas ocupadas con diferentes temáticas y materiales (murales, esculturas y tallas). Una vez que ya armé –por así decirlo– el día, me voy directo al taller y arranco a trabajar hasta el mediodía. Siempre trabajo con música, casi siempre clásica, ópera o algo tranquilo, con mate y la salamandra en invierno. A la tarde me ocupo del jardín, regar, hacer algún ramo lindo para la casa, huerta, trasplantes. Cuando baja el sol vuelvo al taller unas horas a cerrar el día y preparar lo del día siguiente.
Nushi Muntaabski trabajó varios años como columnista de arte en la radio Rock & Pop. En 2012 editó su primer libro, La novia de Duchamp, convocada por Emecé.
-¿Querés transmitir un mensaje al cliente con tu obra?
-Mi sensación es que si un cliente adquiere la obra es que ya está en sintonía, ya se creó un vínculo entre la obra y quien la tiene. Esos vínculos, muchas veces, son más fuertes que lo que uno puede llegar a transmitir. Es algo mágico que ocurre per se.
-¿Una muestra que marcó tu rumbo?
-Una muestra que realicé en Galería Vasari, en el año 2010, llamada "Taxidermia", fue muy importante en todo sentido. Todo el trabajo previo a la muestra fue muy intenso: investigación sobre el mundo de la taxidermia, viajes por el país a reservas de animales en extinción, contactos con fundaciones (como la Fundación Azara) que me asesoraron en la materia, búsqueda de materiales, el trabajo en equipo en mi taller. Todos esos factores dieron como resultado una muestra muy sólida, con buena repercusión, muchas ventas y que me abrió un panorama en la escena local. Fue un importante crecimiento en mi obra. Inolvidable.
-¿Una obra con una historia especial?
-"Los viajes de Nushi". Una pieza de enormes dimensiones, una escultura, un autorretrato, mi cuerpo desnudo, cortado en rodajas y recubierto íntegramente de cerámica más toda clase de recuerdos que había guardado desde hacía años: platos de mi madre, cerámicas que había realizado mi hija de pequeña, mayólicas que traje de viajes, recuerdos, cositas que llevaba guardadas casi desde mi infancia y que utilicé para recrear mi "interior". Amo esta pieza que está íntimamente ligada a mi mudanza a Maschwitz hace 10 años, a mi historia personal y a mi trabajo en el espacio público.
La obra "Los viajes de Nushi", que se inauguró en la Colección Fortabat en 2014, empezó a viajar por el país. Primero a Salta –donde fue a visitar a la fábrica de cerámica Alberdi–, luego viajó al Museo Mar en Mar del Plata, luego al Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén y finalmente al Monumento Nacional a la Bandera en Rosario, donde tuvo el lujo de estar junto a esculturas de Fioravanti, Lola Mora y Bigatti.
-¿La naturaleza te inspira?
-La palabra "inspiración" me resulta incómoda, seguramente por prejuicio, ya que normalmente en el mundo del arte se asocia a una musa que baja y mágicamente conecta lo superior con lo terrenal y así sale la obra. Esa podría ser la chispa, luego todo es trabajo y concentración, equipo, producción y horas y horas, días y meses de trabajo. Debo decir que desde que vivo aquí, la inspiración es llenar de aire el pecho, profundamente, y largar lo que no sirve, lo que ya no necesitamos. En las mañanas, inspiro profundo y agradezco. Miro cómo clarea el cielo y me quedo ahí, junto a mis perras, sabiendo que eso que pasa en ese momento me dará todas las herramientas cuando entre en el taller, que esos aromas, colores y sentimientos serán mi guía, serán mi apoyo y mi compañía para la obra que está por comenzar. En mi taller tengo dos ventanas, las dos miran hacia unos olmos añosos; por esas ventanas veo danzar al sauce eléctrico, veo los nísperos en flor, la huerta. La naturaleza me acompaña siempre en mis procesos creativos, en cada momento me cuenta un secreto nuevo que, así como me lo cuenta, está secretamente en cada obra mía.
Desde que vivo aquí, la inspiración es llenar de aire el pecho, profundamente, y largar lo que no sirve, lo que ya no necesitamos. En las mañanas, inspiro profundo y agradezco.
-¿Cómo vivís el jardín?
-Tengo la fortuna de vivir en un bellísimo jardín, en Ingeniero Maschwitz. Desde la mañana hasta la noche lo vivo, lo cuido, lo riego. Tengo una huerta, canteros que amo, árboles de todo tipo, mesa de cactus y suculentas. Paso mucho tiempo afuera, lo siento cada día: desde los aromas de las flores y los frutos hasta los colores de todas las estaciones (aunque el otoño es mi favorita).
-¿Y algún nuevo descubrimiento de la naturaleza?
-Últimamente he notado mi vínculo con las aves del lugar, tanto las diurnas como las nocturnas. Cuando salgo temprano al jardín los pájaros me reciben, cantan y se acercan, sobre todo los zorzales y los horneros. De noche también salgo mucho y ahí están las lechuzas y los búhos. Si hace frío prendo un fogón, me sirvo una copa de vino y me quedo mirando el cielo, las estrellas, sabiendo que las aves me hacen compañía.
- www.nushimuntaabski.com
- IG: @nushimuntaabski