Nuevo clima: la Corte evita conflictos y busca consensos
En la Corte se respira un nuevo clima. Al menos hacia afuera y hasta octubre, cuando se defina el resultado de la elección presidencial. Las diferencias internas entre los jueces continúan y no lo ocultan, pero al mismo tiempo hay un esfuerzo entre los magistrados por buscar consensos, evitar conflictos y mostrar hacia la sociedad un tribunal que no se aparta de su rol institucional.
Esta cohesión hacia afuera se hizo evidente en las últimas sentencias de alto impacto público que dictó la Corte. En el caso Barrick, Carlos Rosenkrantz elaboró un voto en el que consideró algunas cuestiones del voto de la mayoría que habían trabajado Ricardo Lorenzetti,Horacio Rosatti y Juan Carlos Maqueda. El fallo terminó diciendo que no había agravio como para que la Corte se pronunciara, pero en los fundamentos los jueces destacaron la vigencia de la ley de glaciares. En el caso de Carla Sosa, en el que se decidió por unanimidad que deben incorporarse al sueldo del personal del Ejército en actividad y de fuerzas de seguridad sumas que se les abonaban como no remunerativas y no bonificables, lo que impacta en el cálculo jubilatorio, primó la misma idea de consenso. Y el último ejemplo fue la acordada en la que reglamentaron de manera restrictiva la facultad de los jueces para disponer escuchas telefónicas, un texto que contó con la firma de todo el máximo tribunal.
En la Corte se repite como un mantra: "Para un cortesano no hay nada mejor que otro cortesano". Máxime cuando los tiros vienen de todos lados. Por un lado, Eugenio Zaffaroni, que no dejó un buen recuerdo entre sus colegas de la Corte, propuso acabar con el Poder Judicial y reemplazarlo por órganos elegidos por el pueblo; por el otro, un sector del Gobierno deslizó que pretende ampliar el número de jueces. Ante estas dos expresiones, contraatacó primero Rosenkrantz, como presidente de la Corte. "Estas ideas sin duda son inconstitucionales y antirrepublicanas. Pero también son profundamente irrazonables", se despachó en el Congreso de la Federación Argentina de la Magistratura. En el mismo escenario, 24 horas más tarde, Rosatti reclamó en alta voz: "Terminemos con las polémicas: el Poder Judicial debe su existencia y su vigencia a la Constitución Nacional, y afortunadamente no depende ni de la voluntad ni de opiniones coyunturales. Pedimos que el político respete las decisiones judiciales, aunque no las comparta". El mismo día, Lorenzetti expresó que la independencia de los jueces era una política de Estado de la Corte Suprema y de todo el Poder Judicial. Según manifestó Lorenzetti, la eliminación del Poder Judicial o la modificación de sentencias por medio de una ley afectaría seriamente la división de poderes.
Los motivos del cambio
Este nuevo clima que se vive en la Corte se explica por dos razones: por un lado, se va a cumplir el 11 de septiembre un año desde que Lorenzetti fue desplazado de la presidencia del cuerpo, tras 11 años de liderazgo personalista, y reemplazado por Rosenkrantz. Esa sucesión fue conflictiva porque pronto Rosatti, Lorenzetti y Maqueda le dijeron a Rosenkrantz que no querían la misma concentración de poder en el presidente que antes y, a fuerza de votos, impusieron la idea de un gobierno colegiado. Así, ahora hacen falta tres firmas para las decisiones administrativas, de agenda de casos que tratará la Corte y la asignación de empleados y contratos en el Poder Judicial. Con el correr del tiempo, esta nueva modalidad de gestión dejó de generar rispideces.
El otro motivo de la actual calma tal vez haya que buscarlo por contraposición en el estrépito que provocó la decisión de Maqueda, Lorezentti y Rosatti de pedir la causa de Vialidad contra Cristina Kirchner cuando estaba a punto de comenzar el juicio oral en su contra, lo que iba a demorar en la práctica el inicio del proceso público. La lluvia de críticas que despertó la decisión hizo que los jueces aclararan que no habían suspendido el juicio y que iban a devolver la causa en menos de 24 horas. Esto, sumado a que el tribunal oral se mantuvo firme y no suspendió el debate. Pero el cimbronazo se sintió en la Corte y quedó en claro hasta dónde llegan los límites.
Además, por estas horas los jueces miran la elección presidencial. La definición de los nombres en las listas trajo a flor de piel nuevos y viejos rencores entre los candidatos y los cortesanos. Rosatti y Lorenzetti tienen una historia pasada con los principales referentes de los dos lados de la grieta. El candidato presidencial del kirchnerismo, Alberto Fernández, conoce a Lorenzetti y han dialogado en numerosas ocasiones. Rosatti, exministro de Justicia del kirchnerismo, cortó el diálogo del todo con Fernández. Ambos compartieron gabinete en la época de Néstor Kirchner y hubo diferencias que aún hoy son irreconciliables.
Para Miguel Ángel Pichetto, compañero de fórmula de Mauricio Macri, hubo un antes y un después con el fallo de la Corte que dejó fuera de la carrera para gobernador de Río Negro a su delfín Alberto Weretilneck. Tras esa decisión, durante un tiempo no ahorró epítetos cuando se refería a ellos y ellos también lo criticaban por alentar la posibilidad de reformar la Corte. Pero el paso de los meses y el nuevo rol como candidato a vicepresidente hicieron que últimamente buscara de nuevo un acercamiento. Los límites serán los que establezca la aliada del Gobierno Lilita Carrió, que sigue con su cruzada contra Lorenzetti.
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